Fondo de música,  Bleach, Stand up be Strong: 

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Sophie se sacudía rápidamente y sin control, en medio de la sala. Miriam podía sentir un golpe punzante sobre su espalda, que hizo que se doblara del dolor. Perdiendo por poco la concentración que la unía con ella.

—      ¡Resiste pequeña! — pensaba mientras continuaba alzando sus manos sobre su pecho al mismo tiempo que recitaba el hechizo.  Sabia que cualquier movimiento en falso, podía provocar que el alma de ella se perdiera en limbo para siempre.

Ellas eran la única conexión que ahora tenían con el mundo real. Aunque sus cuerpos no sufrieran alguna herida, podían sentir el mismo dolor que Griselda, Ethel y Sophie experimentaban en aquel mundo. Haciendo más difícil mantener el vínculo, ya que sabía que entre más tiempo pasara, más peligro corrían de extraviar sus almas. Provocándoles la muerte.

Varias gotas de sudor resbalaban por el rostro de la señorita Gullet, mientras escuchaba en susurros lo que Griselda estaba viviendo en ese momento, en el cuerpo de su antepasado.

—      ¡ERES UNA TRAIDORA! ¡DEBISTE MORIR TU EN VEZ DE ELLA! —  le gritaban varias personas a la vez, para pasar después a lo que parecía ser otra escena— ¡Los de tu clase no deberían estar entre nosotros!

Gullet percibía como no solo el alma de Griselda se volvía más caótica, sino que su personalidad se estaba perdiendo con la de su antepasado, Evelyn.

—      No Griselda — tratando de estabilizarla, pero sus destinos eran tan parecidos, que sabía que se le estaba yendo de las manos en tratar de regresarla— no te dejes llevar… ¡ella no eres tú!

¡Bruja inmunda!  La ira se acrecentó más, convirtiéndose lentamente en odio. ¡Eres la culpable de que tu madre muriera!

—      ¡No es verdad! — podía escuchar Gullet que gritaba Griselda mientras elevaba su poder mágico — ¡Ustedes son los responsables! ¡Los odio!¡LOS ODIO!— expulsando una gran cantidad de poder mágico.

—      ¡¡No!! Griselda — tratando de contenerla

A lo lejos un pequeño cardenal parado en las ramas de un árbol, veía como varios hombres y mujeres se aproximaban al pueblo maldito. Este extendió sus alas y emprendió el vuelo, yendo lo más rápido posible hacia donde estaban las demás brujas. Tenia que avisarles antes de que fuera demasiado tarde. Cuando llego, sobrevoló alrededor de los tres lugares donde estaban ellas.

La primera en darse cuenta fue Casandra.

—      Entiendo, si llegan antes de que terminemos… estaremos en grandes problemas— dijo Casandra sin abrir los ojos, tratando de concentrarse—Andreu te concedo la Fase 1 — dirigiéndose al ave.

El ave salió de ahí para volar al cielo y después caer rápidamente en picada al suelo. Entrando a la boca de uno de los cadáveres que había en el lugar. Este lentamente fue poniéndose de pie, caminando en dirección donde estaban los soldados del consejo mágico. Y conforme lo hacía, más cuerpos salían de entre la tierra.

—      ¡Sabes Ada! — dijo Conrad sonriendo — me recuerdas a Agatha justo antes de que fuera encerrada en Wordwood — rodeándola— tenia ese mismo rostro… ¿Quieres saber algo mas? Yo personalmente me encargue de que recibiera trato especial por parte de las hermanas — hablándole cerca al oído mientras se reincorporaba — paso casi toda su vida Académica encerrada en el cuarto del horror.— dijo sin dejar de sonreír.

Conrad disfruto ver la cara de sorpresa que tenia Ada en su rostro.

—         ¡¡Ahh!!  ¿no sabias como era el lugar donde tu madre había enviado a tu hermana? — pregunto entre burlas— No me sorprende por qué  te odio toda su vida…y les escondió que había tenido una hija con aquel cazador.

—      ¿¡Qué!?— dijo alzando su vista, volteando a verlo rápidamente—  ¿una hija?

—      Asi es Ada— poniéndose atrás de ella, obligándola a voltear al lugar donde se encontraba en ese momento— se llama Casandra Cackle y es la misma persona que iremos a matar a ahora. E recibido información que es ella quien protege a Ethel y a las demás niñas… creo que quiso tomar el lugar de su madre.

—      ¡¡No puede ser!!

—      Úrsula fue realmente cruel contigo al enviarte con nosotros

—      ¡¡Señor!!— dijo uno de los soldados— Algo se aproxima

Un hombre se apareció en el horizonte. Todos se extrañaron en cuanto lo vieron, sus ropas estaban todas rotas y ensangrentadas. Parte de su rostro estaba quemado y caminaba de forma irregular. Este se paro en seco y empezó a olisquear el aire a su alrededor. Para después gritar de forma ronca y apagada. Y sin que se lo esperaban varias personas muertas aparecieron tras de él.