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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Sábado 23 de Enero de 2021, 18:38 [ Más información ] Tweet
Capítulo 12: Vox populi
La nieve había acompañado al alba, siendo testigo de los primeros rayos de sol. Todos los habitantes del Castillo de Hogwarts habían amanecido sabiendo que sus planes del día incluirían acudir al nuevo manto que cubría el terreno de Hogwarts. Algunos habían empezado verdaderas guerras de nieve. Muchos simplemente paseaban, dejando que su vista contemplara como el horizonte se difuminaba con el cielo gris y las montañas blancas. Otros preferían la calidez de la chimenea como contraste idóneo para combatir el frío que sacudió el recinto. Cinco figuras habían decidido asentarse sobre el puente colgante. Se oía silbar el viento por su estructura y daba una sensación de inestabilidad. No obstante, la niebla que se había acumulado abajo era tan densa que parecía que el puente colgaba de la nada. Los tres muchachos estaban apoyados sobre la baranda, viendo a través de la niebla y preguntándose cuestiones abstractas cómo el origen de la niebla mágica. Alice Longbotton y Rose Weasley les observaban sentadas y acurrucadas la una sobre la otra. Alice probando hechizos de Encantamientos y Rose dirigiendo la orquesta que parecía dirigir Alice con su varita. Si no se acercaban dónde estaban ellos, era por el vértigo incurable que sufría Alice. Agradecía que Rose Weasley estuviera allí, pese a las inevitables confrontaciones que se derivaban de la incompatibilidad manifiesta con sus amigos. Su amiga había decidido acompañarles más a menudo -bajo amenaza de que si lo contaban por ahí les rajaría las gargantas como si fueran ranas abiertas en canal. Alice intuía que estaba allí porque, en el fondo, todo el mundo temía a la soledad. Y estaba comprobado que Janet siempre iba a su bola. -Alice, ¿puedes dejar de hacer encantamientos? -pidió con cierto temor y nerviosismo Peter Greenwood. Las jóvenes se detuvieron, atentas a la mirada de su amigo. -Temo que por equivocación se caiga el puente… Ella se desternilló. Mas sus otros dos amigos parecieron percatarse de que la idea no era tan descabellada. -¿No confiáis en mi magia, sin vergüenzas? -inquirió, haciéndose sonar la ofendida entre risas. Cambió de dirección la varita hacia Peter. -¡Levicorpus! Al segundo, Peter Greenwood fue violentamente elevado por los aires y quedó levitando vulnerable, ya que fue incapaz de hacer nada. Todos se reían, mientras la sangre se le bajaba al cerebro al joven. -Liberacorpus -conjuró Rose Weasley. Era el contrahechizo de Alice. El joven descendió cuidadosamente. Todos se giraron hacia Rose, como si le hubieran quitado el juguete. -Gracias, Weasley, creía que me iba a morir colgado… -Me habría gustado que eso sucediera… Pero yo tampoco me fio de la magia de Alice -aclaró con una sonrisa. Obviamente, todo el mundo se quedó tenso. ¿Era una broma? ¿Lo decía de verdad? Fue Alice la que, al darle un empujón cariñoso, disipó las dudas. Rose Weasley estaba intentado hacer amigos. Los tiempos cambiaban. -¡Vaya! -exclamó una de las figuras que aparecieron del otro lado del puente. -¡Mirad todos los amiguitos aquí reunidos! -Era Derrick Collingwood, acompañado del joven Frank McOrez. Conforme se acercaban, a los jóvenes se les fue formando un nudo en la garganta. Alice vio por el rabillo del ojo a Scorpius Malfoy, quien había bajado la mirada. Estaba preocupada por él. Normalmente, sus encuentros con esos muchachos le dejaban destrozado. Sobre todo, teniendo en cuenta, que no hacía mucho habían decidido torturar a Cornelia Brooks, la muchacha que les había ayudado el año anterior. Intuía que Scorpius creía que él estaba legitimado a mucho más daño por parte de McOrez. -Oímos que venciste a Potter en Duelos… -comentó extendiendo la frase McOrez. Era cierto. En clase de vuelos había vencido a su amigo Albus sin mucho esfuerzo porque él había estudiado mucho más los conjuros recomendados. Estaba claro que aquello sería así. -¿Te planteaste lo que te cuestionamos? -preguntó con una sádica sonrisa dibujada en su rostro, mientras se aproximaba a Scorpius. El joven apretó los puños fuertemente y desvió la mirada hacia la niebla infinita. -¡No te metas donde no te llaman, Badmood! -amenazó Albus. McOrez alzó las cejas, gravemente sorprendido. Después se abrió ante el grupo, creando más espacio para él. -¿Qué os pensáis? ¿Qué sois los nuevos héroes de Hogwarts por saber haber matado a un basilisco? ¿Por saber que hay personas que os amenazan? ¿Y creéis que se reduce a nosotros y a cuatro más? -inquirió, entre un gesto impaciente y una varita empuñada. -Estamos vigilándoos a todos vosotros y creedme que ninguno estáis a nuestra altura… Ni si quiera tu padre, Potter -aquello era una amenaza que acabó centrada en Albus Potter. El joven Albus encajó fuertemente la mandíbula y luchó internamente por no sacar su varita. Alice se percató de ello y frunció el entrecejo. Se incorporó rápidamente y encaró a McOrez. -¿Y quién nos va a asesinar…? ¿Tú? A mí no me engañas con esos aires de pequeño Señor Oscuro -le bofeteó con palabras Alice, desafiándole mientras entrecerraba sus ojos. McOrez sonrió con ironía. -No le hables así, Longbotton -le amenazó la voz de Collingwood. La joven le apuntó con un dedo inquisidor. -Tú no eres nadie para decirme eso… Solo un niño que se cree importante por seguir al mayor imbécil del castillo -espetó con rabia acumulada. Después de todo, ella les tenía que sufrir todos los días en la Sala Común. Alice se quedó satisfecha ante la ira que se dibujó en el gesto del joven Slytherin. Esta, por sorpresa que fuera, no se esperó lo que se avecinó. Fue Derrick Collingwood quien se abalanzó sobre ella con el puño en alto. Albus reaccionó antes que la muchacha. Le propinó un puñetazo en la mejilla al interrumpir el violento recorrido de Collingwood. Este fue desplazado hacia atrás. Alice se sorprendió ante la actitud de Albus, quien enseñaba su odio hacia los dos Slytherin. -Fuera -ordenó Albus tajantemente. Peter Greenwood se aproximó, por precaución, hacia su amigo Scorpius cuando los dos Slytherin, con aires de superioridad -uno más vencido que otro. Se quedaron en tensión hasta que se hubieron ido y los perdieron de vista entre la niebla. -¡Joder, Albus! -exclamó Peter. -¿Estás bien? -se preocupó Alice, mirando el puño enrojecido de su amigo. Lo acarició con las manos y el joven mostró un gesto de dolor. -Nadie avisa de lo que duele dar un puñetazo… -se quejó. -Seguro que ha valido la pena -animó Scorpius. -Debe de haber sido muy gratificante -se rio mientras abrazaba a su amigo. Peter se sumó al abrazo. Alice, quien aún sostenía las manos de Albus sobre las suyas, buscó sus ojos y le sonrió. -Gracias, Albus, pero sé cuidarme yo solita…-le interrumpió Scorpius uniéndola al abrazo. Alice vio por el rabillo del ojo como Rose Weasley les contemplaba a todos y a la escena que había derivado en aquello atónita. -Al final me va a gustar estar presente en vuestras reuniones y todo -confesó. Las gotas golpeaban silenciosamente el suelo empedrado y cubierto de restos de una nevada leve. El cielo se había empañado de nubes grises que no dejaban escapar ni un rayo de Sol. Los edificios se habían tornado grises. La atmósfera acompañaba al cementerio que, paulatinamente, se iba llenando de grandes personalidades del mundo mágico. Había lágrimas y lamentos que desgarraban el aire. Fuera del alcance de las personas más derrumbadas. Dos niñas se habían dejado apoyar sobre la verja que separaba aquel inhóspito lugar sagrado del resto del mundo. El cabello platino de una se fundía con el rojizo de la otra, fundiéndose a la vez que se acurrucaban. Los dedos de Lily Potter acariciaban las cuencas de los ojos de Lyslander Scarmander para apartar las gotas de tristeza que se habían quedado allí. Sus mejillas estaban coloradas y aún respiraba a ratos, mientras no sollozaba. -Lily, le voy a echar mucho de menos -consiguió decir, mientras los sollozos se lo permitían. -¿Tú también, verdad? La joven intentó recobrar la compostura adecuada, pues ver en ese estado a su amiga la había destrozado por dentro. Había sido el jarro de agua fría que había disipado todo su mal humor. Asintió con sinceridad. -Te quería mucho, Lys. Un llanto arrancó de su garganta, como si hubiese estado ahí tanto tiempo que sonaba cansado. Lily sabía que su amiga sentía un vínculo extraordinario con su abuelo. Además, era bastante empática y sensible y perder a su persona favorita era un duro golpe para una niña de diez años. -¿Quién nos llevará de expedición ahora a buscar criaturas para catalogarlas? -se lamentó, de repente, asustada. Lily la abrazó fuertemente, como si quisiera exprimir toda la tristeza que albergaba su amiga en su alma. -Yo lo haré- murmuró Lily respondiendo a la pregunta de su amiga- Te lo prometo. Divisó, entonces, a su padre abrazando a Luna Lovegood, quien tenía la mano sostenida por su tía Hermione. Toda su familia estaba allí. Incluso el Ministro. Xeno Lovegood, como lo llamaban su nieta y ella misma cuando iba a jugar con él -antes de que estuviera encerrada en un internado; había sido un tesoro para la comunidad mágica. Lily sabía que fue considerado por todos sus conocidos como un chiflado que creía en extrañas criaturas y plantas. Pero, por mucho que esa creencia pudiera ser cierta, cómo se comportaba con su nieta y con ella compensaba toda carencia de cordura. Había sido, sin lugar a dudas, su mejor compañero de aventuras. El que más imaginación tenía. El que más le había enseñado. Era, quizás, como un abuelo para ella.
Surcando el aire con rapidez, una escoba algo estropeada llevaba a su lomo a un joven pelirrojo que acudió a la llegada al entrenamiento de Quidditch de una joven de tez morena y ojos marrones. Antes de llegar a ella, la voz de su hermana Roxanne Weasley, le detuvo. -¡Fred! ¿Has visto a James? -¡Nope! -Ya empezamos con las faltas… -se quejó volviendo al resto del equipo. -¡Cinco minutos, Fred! O te pongo como saco de boxeo para mi bate…-le amenazó su hermana y capitana del equipo. El joven asintió entre risas. No sería la primera vez que aquella escena se acontecía. Sus pies rozaron el suelo y vio en su amiga un gesto de consternación. Nunca había interrumpido ningún entrenamiento. Por lo que debía ser grave. Sólo tenía en su cabeza una súplica para que no le hubiera pasado nada malo a Lee Jordan. -¿Has visto a James, Fred? ¿Está aquí?-le interrogó. O sea que era por eso. Suspiró y apretó los puños. La miró cuidadosamente y bajó la mirada. -¿Por qué iba a hacerlo? Le recibió una mirada de reproche. -Pues porque estáis en el mismo equipo de Quidditch, idiota… -Susan Jordan miró hacia arriba buscando paciencia. -Brooks me ha dicho que cree que le ha visto llorar, pero no estaba segura de si era él porque llegaba tarde a clase de Adivinación -la joven tragó saliva y se mordió el labio. -¿Y? -rebatió simplemente. -Yo soy la que debería estar enfadada con él, Fred, y no lo estoy. Le he perdonado por no estar pendiente de mí esta Navidad… Conozco a James y sé que no tiene nunca malas intenciones… Lo que no entiendo es cómo estás así después de tanto tiempo con James como tu mejor amigo por un simple comentario de mierda -le confesó, algo enfadada. La joven le dio una mirada de esperanza. Seguramente echaba de menos pasar tiempo los tres. Sin malos rollos. Joder, es que Susan en ese instante necesitaba apoyo y, justo entonces, habían decidido sus dos mejores amigos separarse por una estupidez. Podía llegar a entenderla. Se llevó la mano a la barbilla. Meditó un momento antes de ofrecerle una explicación de su negativa a la negociación. - James es inmaduro, irresponsable, arrogante, orgulloso y engreído… Y nos ha dejado de lado y, para colmo, está corrompiendo a Trust -se quejó, ante la decepción de Susan. -Pero sí que pienso perdonarle… ¡Es mi mejor amigo! Pero también tiene que aprender que no todo el mundo gira en torno a él… Y que a veces lo que hace tiene consecuencias incluso si es con sus mejores amigos. Es que parece que se ha olvidado de que existimos…Y le hemos mandado todas las señales que hemos podido. Y ni siquiera parece arrepentido. Me molesta -dio una patada a la hierba. Su amiga le dio un abrazo. Soltó una risita. -Estoy segura de que sí que está arrepentido… Lo que pasa es lo que tú dices: es demasiado orgulloso -cerró los ojos y se separó de él. -Además, Fred Weasley también es un inmaduro, irresponsable, arrogante, orgulloso y engreído y es exactamente igual que James Potter -le dijo imitando su tono de voz. Los jóvenes se rieron. Y, antes de que Susan se marchara o de que Fred alzara el vuelo, el destino activó su propio desenlace. James Potter salió por la puerta. Tenía los ojos rojos e hinchados. Y se detuvo en cuanto les vio. Estaba entre avergonzado y triste. Parecía un perro abandonado. Tenía hasta el pelo peinado. Fred esbozó una sonrisa sincera hacia él. Susan le pidió con gestos que se acercara a ellos. Este lo hizo. Si fuera un perro, tendría el rabo entre las piernas. Se pasó la mano por el pelo y lo desordenó, pareciendo un poco más James. -Camrin acaba de cortar conmigo… -les anunció con una voz rota. -Y es que tiene razón. Sus amigos se miraron entre sí. -Vaya, nunca pensé que te lo tomarías así -confesó con una voz divertida Susan, intentado animar su alma magullada. Este se encogió de hombros. -No es solo por eso… Me ha dicho que todas sus amigas le estaban diciendo que se había convertido en una engreída por estar conmigo. Que yo no soy buena influencia. Y que, para colmo, había dejado a mis amigos por ella, cuando a ella el James que le gustaba era el de antes… No sé qué me ha pasado… Ni siquiera me gustaba tanto… Era solo… No sé… Lo que se suponía que debía hacer, ¿no? Estar tiempo con ella -les miró, azorado y avergonzada. Claramente un novato en la adolescencia. -Además, lo que más me duele es que tiene razón. Se me juntó la fama y las ganas de… No sé… Destacar, quizás… Y vosotros no me acompañabais… Ahora ya sé por qué… -No pasa nada, James -le dijo Fred. - Perdonamos tu lapsus de idiota… Bueno de más idiota… -Yo creo que lo que te ha pasado es que te has venido demasiado arriba -le confesó Susan. -No tienes que impresionar a nadie, James. No tienes que ser el rey de Hogwarts… Esto no es ningún examen ni nada -le sonrió. -¡Niños! -les vociferó Roxanne. -¡Se os ha acabado el tiempo libro! ¡Moved el culo hacia arriba!
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