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La Tercera Generación de Hogwarts
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(VI) Capítulo 11: Lo que somos, lo que hemos sido, lo que seremos (III)
La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 7 de Febrero de 2021, 18:30 [ Más información ] Tweet
(VI) Capítulo 11: Lo que somos, lo que hemos sido, lo que seremos (III)
Lucy Weasley había escuchado que habían cambiado la sede del Temple. No tenía ninguna, realmente, después del incendio del apartamento del señor Crawford. Más, entre la batalla de Londres y la huida de Ivonne, teniendo a Hermione Weasley como la cabeza había sido natural que las reuniones se llevaran en el Ministerio de Magia. Solo que ahora debían reclutar a viejos amigos. Y acomodarlos en algún lado. Se repartían para proteger a los diferentes Instrumentos que custodiaba el Temple. El lugar más indicado era Raglan. Los Aurores en formación, como ella, acudían allí para entrenar con criaturas. Para acostumbrarse a una batalla. Para que no perdieran el rumbo. Para tenerles cerca. Aquel día se habían incluido más personas. Gracias a hechizos, habían ampliado habitaciones. El castillo Raglan rebosaba de vida y actividad. Lucy agarró por el brazo a un hombre similar a la foto que le había ofrecido su tío Harry cuando le preguntó por él. De zancadas grandes. Ojos menudos. Un cuerpo enorme. Como un gorila. Pero no en estatura. Una expresión sencilla. Tal y como habían avisado sus tíos, no parecía tener mucha inteligencia, incluso cuando su expresión le hiciera decir que parecía estar pensando. No supo cómo los Aurores consiguieron que estuviera allí. Había escuchado rumores de que había lanzado la Maldición Cruciatus en su último curso en Hogwarts. Pero que no fue arrestado porque era un alumno y, de oponerse, habría recibido torturas como las de Neville Longbotton. No obstante, nadie dudó su sadismo. Ni Draco Malfoy. Quien cortó lazos de amistad con él poco después de la guerra. Su tío Harry le contó que, pese a ello, respetó su muerte como si nunca hubiera dejado de ser su amigo. O como si hubiera sido un verdadero amigo del mago. Cuando Lucy preguntó por qué aquel hombre habría rechazado al Ojo si le prometían riquezas y crueldad, su tío le contestó: "porque nos debe la vida, Lucy". -¿Usted es el señor Goyle? -Le preguntó con un tono de profesionalidad. El hombre suspiró. Como si estuviera cansado de aquello. Incluso si era su primer día. Al verlo mejor, observó sus ojeras. Sus arrugas. Su decadencia. Parecía mucho mayor que Harry Potter. Y que su tío Ron. Era como si los años hubieran pasado a través de él como grandes rocas que se estrellaban contra su alma. -Ese soy yo. -Soy Lucy Weasley -Le tendió la mano. La apretó cordialmente. Y se sintió examinada. -¿De quién eres hija?-Preguntó finalmente. - Hay muchos Weasley. ¿Eres la cría del amigo de Potter? -No, soy la hija de Percival Weasley -Dijo, orgullosa de sentir el nombre de su padre en sus labios. No sintió el mismo respeto por parte del mago. -Oh, ¿el traidor? -Se mofó. -No… Tal vez recordó en aquel instante el trágico destino de su padre, pues su expresión cambió a una disculpa. -Perdona mis modales, Lucy Weasley -Dijo.- Hay tantos Weasley que suelo diferenciarlos por cosas muy sencillas que igual no los definen del todo, ¿no? -Sí. Aunque ella, por supuesto, no opinaba aquello. Más, si su inteligencia era tan reducida como su reputación aclamaba, no dudaba que tuviera la necesidad de limitar los nombres de las personas a titulares de El Profeta. -¿Querías algo? Estoy a punto de buscar a un tal Moonlight que va a asignarme algún puesto. ¿Puedes creerte que es un licántropo el que nos está dando órdenes? -Bufó, encontrándose con la desaprobación de la joven. -No tengo nada en contra de los licántropos, pero son muy intimidantes. Decidió ignorar el comentario. Porque la noticia que iba a darle hacía que le perdonara su actitud. -¿Su hija se llamaba Sadie, señor Goyle? Desde que supo que Gregory Goyle era el único Goyle que podía ser padre de la niña que murió en sus brazos, quiso pensar que no era así. ¿Cómo una persona tan bruta había creado aquella criatura tan dulce? Sus ojos, no obstante, confirmaron la sospecha. El brillo traicionó su compostura. -Si dices que se llamaba, es que está muerta, ¿verdad? -Se retiró una menuda lágrima que comenzaba a nacer en la esquina de sus ojos. -Me temo que sí. Siento mucho su pérdida, fue muy valiente…-Dijo con total sinceridad. Ambos tragaron saliva. El hombre apartó la mirada. Pestañeó varias veces. -¿Cómo lo sabes? Ellos se la llevaron. Recordó que aquel hombre había negado al Ojo por ellos. ¿Le habían quitado a su hija como castigo? ¿Cuántas familias habrían apoyado al Ojo por semejante amenaza? ¿Habría otras familias como la del señor Goyle? -Sucumbió al fuego maligno en una misión contra el Ojo de Whitehall -Respondió, intentando no mostrar ninguna emoción en su tono. No obstante, emoción era lo único que vio en el rostro descompuesto del señor Goyle. -Como Crabble…-Su sollozo sonó inaudible, ahogado por los esfuerzos del hombre de esconderlo. - Gracias por decírmelo -Dijo tras un largo suspiro. -Si ves a Moonlight, ¿podrías decirle que necesito un momento a solas? Ella ladeó la cabeza. -Me gustaría llevarle a un sitio, señor Goyle -Le sugirió. No muy segura de si estaba haciendo lo correcto. -No dejé que su hija se perdiera en la memoria. Lo llevó fuera de Raglan. EL hombre aún seguía llorando en silencio la noticia de la pérdida de su hija. Lucy Weasley sintió el llanto nacer de su propio pecho. Ella era una hija que había perdido a un padre. Le tendió la mano para Aparecerse. -De acuerdo, señorita Lucy Weasley -Dijo el hombre entre sollozos. Se aparecieron lejos de una mansión encinerada que quedaba fuera de su vista. Ante sus ojos, solo verían el santuario lleno de flores que Lucy Weasley había construido para aquel pequeño ángel que murió en sus brazos. -Oh -Pudo decir el hombre.- Es usted una gran bruja. Tardó en reaccionar. Porque el derrumbe de un hombre tan corpulento y bruto ante las flores y la delicadeza del lugar la embriagó. Porque así de derrumabada había estado ella bajo el frío mármol de la tumba de su hermana y de sus padres tantas veces a solas que acompañar a alguien en el dolor se sentía una intrusión. Se aclaró la garganta. -Gracias, señor Goyle - Señaló la inscripción que rezaba sobre el santuario. - Espero que no le importe… El hombre sonrió. O hizo lo que pudo para formar una sonrisa. -Aquí Sadie Goyle voló al sol. -Se giró para mirar a Lucy.- Le habría gustado mucho. Me gusta mucho -Asintió varias veces.- Gracias -Tragó saliva y se aclaró la garganta. Tosió para esconder su llanto. -Me quedaré aquí un momento…-Respiró profundamente.- Gracias. Lucy Weasley. Es usted una gran bruja -Rozó dónde había sembrado el cuerpo de la pequeña.- Le agradezco que estuviera con mi hija en su último aliento y que hiciera esto.-Cerró los ojos mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.- No sé. No sé cómo agradecérselo. Lo vio tan vulnerable y desnudo ante ella que se le encogió el corazón. Incluso los más crueles tenían una debilidad que les hacía felices. -Ya lo está haciendo, no se preocupe -Intentó consolarle. No supo si llegó a escucharle o no. -Déjeme aquí -Pidió.- Váyase dónde la necesitan. Necesito estar aquí. Se dejó caer en el suelo. -Por supuesto, señor Goyle -Musitó. Despareció. Y volvió a Raglan. Tenía el corazón sensible. Se retiró lágrimas que no había notado de sus ojos. Se escondió del resto. Y caminó por el laberinto de la ciudad interior. Respiró profundamente. Pero solo podía pensar en su padre. Una persona se acercó a ella con una sonrisa lobuna. Y, no, ninguno de los licántropos de allí era aquella persona. -¡Tío Ron! -Exclamó. Respirando profundamente.- ¿Qué haces aquí? No le contestó al instante. -Por fin te encuentro, Lucy. Vamos, ven. La cogió del brazo en un fuerte agarre y la paseó de vuelta a las afueras del castillo. Los Aurores hicieron lo posible por hacerse visibles ante la leyenda que era su tío. Por supuesto, Ronald Weasley no tenía ganas de lidiar con "lameculos". -¿A dónde? -Al Ministerio, por supuesto -Dijo rápidamente. -¿Sucede algo? -Sí -Dijo con una sonrisa. -Algo importante para nuestra familia. Lucy Weasley no estaba acostumbrada a aquel tipo de noticias. Pues no había habido una buena noticia en su familia desde el nacimiento de Remus Lupin. Para que después volviera del futuro amenazándoles a todos, claro. -¿Qué ha pasado? -No quiero arruinarlo -Suspiró Ronald.- Ven. -¿Qué…? Se Aparecieron. Le pilló por sorpresa y tuvo que concentrarse en no desmembrarse ni nada. Si Lucy Weasley hubiera tenido un poco más de tiempo para pensar en la situación, quizás le habría preguntado a qué Minsiteiro. El suyo estaba en ruinas, ¿no? Se aparecieron ante la National Gallery de Londres. Vio de reojo que los leones de la Trafalgar Square yacían sobre la escalinata, en lugar de su sitio original. Como si guardaran la Galería de Arte y no el monolito central. Obra de Hugo Weasley en la Batalla de Londres, supuso. Entró en la National Gallery. Ron la guió por los pasillos. Salas. Una Galería que había estado repleta de muggles persiguiendo a pintores en un día normal. Desierto de arte y vida en un Londres desierto. La condujo a una de las salas que el Ministerio había utilizado para dar charlas. Sobre todo entre magos y muggles. Era el lugar de unión de ellos. No aquel día. Bajó la mirada tras observar la cúpula para toparse con caras familiares del Departamento. Y a toda la familia que podía estar allí un jueves por la tarde. La miraron con expectación. En la renacentista sala habían colocado un escenario. Su tío Harry Potter le saludó desde allí. Y le hizo con un gesto que se acercara. Las pocas personas que estaban allí. La animaron a subir. ¿Qué estaba ocurriendo? Frunció el ceño cuando su tío Harry la ayudó a subir. Y miró a todas. Entonces vio a su tío tendiéndole una placa de Auror y su corazón se aceleró. Ronald Weasley le dio unas palmadas en su hombro. -Lucy Weasley -La llamó Harry Potter. Su voz retumbó como eco en la sala.- En nombre del Departamento de Seguridad Mágica y de la Oficina de Aurores, te otorgo el honor de ser un Agente del orden mágico. Tu deber será proteger a los magos, brujas, muggles y criaturas mágicas de los crímenes, de las injusticias y de las Artes Oscuras -Le puso la placa en la estúpida rebeca de cashemere que había decidio ponerse aquel día. -Desde ahora en adelante, te nombro Auror. Un aplauso rugió en la sala. -Debes jurar tu cargo -Susurró su tío Ron en su oído con una risista. Ella hizo aplomo del momento. Cerró los ojos. Y se dirigió a los futuros compañeros de trabajo. Pero, sobre todo, a su familia. Porque era lo que a ella no le hacía feliz, sino fuerte. Porque por ella estaba allí. Y juraría en su nombre. Porque su nombre no era nada sin ellos. -Yo, Lucy Weasley, hija de Percival y Audrey Weasley. Hermana de Molly Weasley. Prima de Roxanne Weasley. Sobrina de Fred Weasley. Juro proteger a magos, brujas, muggles y criaturas mágicas. Juro luchar por acabar con los crímenes y con las Artes Oscuras. Y juro hacer justicia. Desde ahora en adelante, seré Auror. -¡Bravo, Lucy! -Escuchó a su tío Bill. -Enhorabuena, cielo -Dijo su abuela Molly. -¡Estoy muy orgulloso de ti! -Rugió su tío Charlie, quien fue corriendo a abrazarla sobre el estrado. -¡Eh, deja un poco de sobrina para mí…! -Se quejó entre risas su tío George. -¡Las mujeres Weasley no dejan de sorprender…! -Acompañó su tía Angelina. -Tus padres estarían muy orgullosos de ti, cariño -Prometió su tía Ginny. -He de recordar que has superado a mi padre en las pruebas de Auror -Dijo su primo James. -¡Felicidadez, nueva Augog! -Gritó su tía Fleur. -¡He tenido que guardarlo en secreto todo este tiempo! ¡Ni te imaginas…! -Exclamó su prima Dominique. -¡Lucy Weasley! ¡La Weasley del año! -Rugió su abuelo Arthur. -¿Qué me dices de unas cervezas de mantequilla en el piso del tío Charlie? -Le codeó su primo Fred. -Oh, ¡sí! Solo Weasley celebrando ser Weasley -Se rio su prima Victoire. -¿Me dejáis un momento con la Auror Weasley? -Pidió su tía Hermione. La Ministro de Magia. Todos asintieron con una sonrisa. Pocas veces habría pasado aquello en su familia.- Gracias -Les dijo, más sorprendida que Lucy por el comportamiento educado de su familia política. -Enhorabuena, sobrina -Le dijo en un abrazo.- Estamos todos muy orgullosos de ti -La mujer cogió sus dos manos y la obligó a mirarla al rostro. -Solo quiero que sepas que te escuché. Mi puerta siempre está abierta para ti. Para cualquier sugerencia para mejorar la estructura del mundo mágico. Confío en que vengas pronto y me presentes tus ideas. Por la justicia, Lucy. -Tía Hermione… Sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. -Por ahora disfruta…Te lo has ganado.
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