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La Tercera Generación de Hogwarts
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(VI) Capítulo 11: Lo que somos, lo que hemos sido, lo que seremos (I)
La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 7 de Febrero de 2021, 18:30 [ Más información ] Tweet
(VI) Capítulo 11: Lo que somos, lo que hemos sido, lo que seremos (I)
Había escuchado que parecía querer huir del mundo real adoptando la mayor parte del tiempo la forma de un dragón. Y no se equivocaban. Fred Weasley había encontrado en un cuerpo lleno de escamas la calma que, durante años, había buscado en nudillos enrojecidos y cejas partidas. No sólo era su cambio en la anatomía lo que le hacía respirar sin un peso sobre su pecho. También la compañía. Los dragones eran criaturas sabias y, pese a no tener una forma tan evidente de comunicarse con ellos como el lenguaje humano, podía ver en sus ojos rasgados los consejos que nadie le había dado. El calor que no sabía que necesitaba. Ayudaba, además, el entorno idílico y salvaje en el que se encontraba. Entendía a la perfección cómo aquellas criaturas eran felices en la Granja. Solo había una desventaja. Un precio que pagar por no acompañar a su mejor amigo en el liderazgo de un ejército en formación. Un simple gesto de buena voluntad que le quemaba por dentro debido a lo que significaba. Fred Weasley debía estar feliz por los hallazgos de Monique Jordan. Quería estarlo. Más, cada vez que lo recordaba, una parte de su interior se hacía pequeña. Cada vez que intentaba hacer una nueva vida después de lo mucho que había sufrido, se veía prisionero de recuerdos del pasado. Por supuesto que Fred quería que todas las víctimas de las atrocidades de Schneider se salvaran de aquella pesadilla. De la que pesadilla que aún le perseguía. De la mirada de comprensión de Sue cuando se dio cuenta de lo que era y de lo que debía hacer. Su escamoso cuerpo se estremeció. Sus ojos cerrados. Intentó retomar el hilo de sus pensamientos y no acudir a aquel momento que tantas veces revivía su mente para atormentarle. Fred Weasley quería que todas las víctimas se salvaran. Aún no las había visto. No desde el día que salió disparado de la Enfermería de la Granja cuando Monique Jordan le instó a ayudarla. De nuevo, Fred Weasley quería ayudar. Y daba igual quién fuera la víctima y la predisposición que tuviera a erradicar aquel parásito o lo que fuera que la haría sufrir. Quería ayudar. Quizás era egoísta. Sabía que era algo egoísta pensar en lo que era inevitable. Que Sue podría haberse salvado. Que Sue podría estar allí. Que podrían estar los dos ayudando a James como se suponía que debía pasar. No lo admitiría nunca en voz alta. Envidiaba a aquellos pacientes de Monique que sabían que había una posibilidad de salvarse si rozaban el fuego mágico y lo mezclaban con amor. Él podría haberla salvado. Él era ahora el instrumento para salvar a los demás. Y a la única persona que quería salvar, jamás podría hacerlo. E, incluso, si su amor era defectuoso o no suficiente (lo cual dudaba por completo que hubiera sido el caso si tuviera a Sue de nuevo en sus brazos), Monique seguía buscando una solución. Una alternativa a las almas que no eran amadas. Controlar ese parásito y vencerle. Porque, tal y como decía Monique, "era lo que Susan había hecho". Nunca lo diría en voz alta, pero saber que Sue había tenido la fortaleza de superar lo que fuera que la poseía y que lo hubiera utilizado para morir, hacía injusto para Fred que el resto pudiera servirse fácilmente de aquello. Y lo que más odiaba, era la actitud de Monique Jordan hacia su hermana pequeña. "Si nos hubiera dicho que se encontraba mal, la habríamos curado en cuestión de días". ¿¡Cómo iba Sue a saber aquello?! ¿Por qué la culpaba? ¿Qué clase de persona haría eso? Monique había intentado que Fred se diera cuenta de que Sue había cometido un error y lo había pagado con su vida. Y Fred lo sabía. Más, de nuevo, no lo diría en voz alta. Jamás diría en voz alta nada que desprestigiara el recuerdo que tenía de Sue en… Echó humo por la nariz y rugió internamente. Todo su cuerpo tembló. Sacudió su cola. Su torso. De un lado a otro, moviendo las enormes costillas que atrapaban su interior en la calidad forma de dragón. Había notado un peso sobre sus escamas y le había interrumpido sus pensamientos. Se sacudió con violencia para quitárselo de encima. -¡Auch…! -Una voz femenina le despertó por completo. Su cuerpo de dragón se apartó rápidamente, con cuidado de no aplastar a la intrusa. Acercó su rostro escamoso a la muchacha y rugió desde lo más profundo de su ser lo molesto que estaba. La joven se echó hacia atrás y cayó sobre su trasero, palpando el suelo para alejarse horrorizada de la criatura que ante ella se imponía. El dragón sonrió con suficiencia. O eso estaba haciendo Fred Weasley. En cuestión de segundos, Fred Weasley tomó su forma de humano que le era incómoda y extraña tras estar días y días convertido en dragón. Sacudió sus piernas. Se miró la ropa que había olvidado que llevaba. Un atuendo sencillo de lino negro que había robado de su tío Charlie. Se apartó de su frente el grueso cabello que volvía a crecer sin su permiso, en forma de tirabuzones. Puso sus musculosos brazos en jarras y la miró como si se tratara de un insecto molesto. -¿Te has cansado de Montrose y buscas otras experiencias? -Le espetó. -Te has equivocado de criatura. La muchacha enrojeció sus pálidas mejillas. Fred observó de reojo, mientras se dirigía hacia el resto de dragones que comenzaban a ser rodeados por Monique Jordan y su pandilla de pacientes; que Claire Jenkins seguía postrada en el suelo. Aún con porte aristocrático y una elegancia que no perdía ni en suelo embarrado, su rostro confuso se convirtió en lo que bien podrían haber sido dagas hacia Fred. -Jamás llegaría tan bajo -La escuchó sisear. Fred alzó una ceja. La contempló con cierto escepticismo. Nunca había intercambiado más de dos o tres frases con aquella muchacha. Y, siendo completamente honesto, así podría quedarse. Era Slytherin. Sí, ya no había tantos prejuicios como antes. Pero era Slytherin. Y Fred siempre había detestado la superioridad con la que aquellas personas trataban a los demás. De todas las víctimas de allí, Claire Jenkins era la que menos pena le daba. Sobre todo, sabiendo que ni siquiera había informado a sus mejores amigos de su situación. Slytherin. -¿Te repugna la zoofilia o la pobreza? - Inquirió. Se percató de que, en la distancia, Monique Jordan les miraba preocupaba. Se estaría debatiendo entre si, para su paciente, era más peligroso Fred o los dragones de verdad. Para ser tan lista, le sorprendió que no hubiera tenido antes la respuesta. -Me repugnas tú -Le escupió. Finalmente se levantó del suelo. Se sacudió el barrio del trasero. El cual, descaradamente, Fred Weasley examinó. Si le parecía repugnante, al menos que tuviera motivos. -¿Por qué me has molestado? -Jordan nos ha pedido que entremos en contacto con los dragones -Respondió rápidamente la muchacha. Visiblemente arrepentida de haber acatado la orden. -¿Y te ha pedido expresamente que entres en contacto conmigo? -Quiso saber. -No… -¿Entonces por qué me has molestado? ¿No me has visto lejos de todos los demás precisamente por ese motivo? -Preguntó, alzando la voz y la barbilla. -Yo… -No todos estamos a tu disposición -Le recordó con saña. Vio la furia acumularse en el rostro de la muchacha. Tensa y preparada para decir cualquier estupidez arrogante con la que los Slytherin siempre se creían los mejores. -No me extraña que nadie haya venido a llevarte de vuelta a casa con esa actitud de niño mimado -Le dijo Claire Jenkins. Fred apretó la mandíbula y se recordó que si la hería físicamente acabaría en un lío del que ni James podría sacarle aquella vez. -Eres una hipócrita. -Me sorprende que sepas lo que eso significa, Weasley. -Ser pobre no te hace inculto. La muchacha imitó su postura. Los brazos en jarra. La barbilla en alto. Y aura de superioridad, que ni el propio Fred Weasley había imaginado que los Slytherin podrían llegar a tener. -Pero tú no eres pobre -Dijo con una sonrisa de suficiencia. -Tus padres llevan una de las empresas con más éxito del Londres mágico… ¿O es que llevas tanto tiempo sin verles que se te ha olvidado? La verdad siempre había escocido a Fred. Y siempre había intentado huir de ella. Más, ¿cómo osaba aquella relamida sangre pura hablarle a él así? De nuevo, tuvo que controlar sus impulsos. -Fuera de mi vista antes de que te arrepientas de haber puesto un pie en esta montaña. Su voz sonó más grave que su habitual fuerza vocal. Retumbó en su pecho. La amenaza fue acompañada de una ligera apertura de los orificios de su nariz. Una vena palpante en su frente. Y sus manos enroscadas en puños. No fue suficiente para ahuyentar a aquella joven. -¿O qué? ¿Piensas incinerarme? -Le irritó. -No sería el primer accidente -Dijo con acidez. Escuchó su risa y le hirvió la sangre. -¿Es todo lo que sabes hacer? -Se mofó Claire Jenkins. -Será algo que tu sangre pura no podrá sobornar -Le contestó en un gruñido. Ella chasqueó la lengua y sacudió su cabeza. Le miró como si fuera un niño pequeño que necesitaba una lección. Aquello era algo que particularmente hacía que Fred Weasley quisiera estar convertido en dragón para calcinar allí mismo a aquella muchacha. -Sigues equivocándote -Su suspiro dramático le enervó aún más. -Mis padres son muggles. -¿Qué? Parecía que había planeado dejarle sin palabras. Engañarle. O manipularle para quedar ella en un escalón superior. Se paseó a su lado. Rodeándole como si fuera una presa. -Mis padres son muggles… -Repitió. Parecía orgullosa de saber algo más que Fred. -Muggles ricos…. Pero muggles -Aclaró. Fred no supo qué decir. Porque tampoco se lo creía del todo. Esa chica olía a sangre pura. - Estás tan lleno de ti mismo que nunca te has preocupado por mostrar interés hacia el resto de los mortales que no comparten sangre o amistad con tu familia… ¿Y luego los elitistas somos nosotros? Fred se abalanzó hacia ella -olvidando su decoro, sus obligaciones y el hecho de que estaba allí para ayudar y no para empeorar la situación. Unos delgados brazos interrumpieron su estampida bloqueándole en la espalda. Había debido utilizar un hechizo no verbal, pues no podía mover sus talones del suelo. -Fred, deja a mi paciente en paz -Ordenó Monique Jordan. El muchacho gruñó.- No sabemos qué puede desencadenar su cigarra y una pelea con ella no creo que vaya a ayudar ahora mismo en absoluto. -Es ella la que ha empezado viniendo a molestarme cuando claramente no quería que ninguno de tus experimentos lo hicieran -Se justificó. Todos los allí presentes sabían que no era una excusa válida para pelearse con un paciente. Lo cierto era que ninguna excusa lo sería. -No tienes diez años, Frederik -Espetó en un susurro Monique. Su piel se erizó ante el uso de un apodo que llevaba años y años sin escuchar. -¡No me llames así! -Se giró para encarar a Monique. -¡Pues no te comportes como cuando tenías once años! -Le exclamó de vuelta. -Si Roxanne te viera ahora mismo no estaría precisamente orgullosa. Si su sangre pudiera hervir, estaría en ebullición en aquel instante. Intentó controlarse. Algo que le costaba cada vez más desde que era dragón. El dragón podía controlarse mejor que el humano. El humano estaba desatado desde que era un dragón. -Sue tampoco estaría orgullosa de ti sabiendo que le culpas a ella por su propia muerte -Dijo con saña. -Si nos hubiera avisado… -¡Deja de decir eso, Monique! ¡Cállate! ¡Por Godric! -Gritó, extendiendo sus brazos al cielo. No quería volver a escuchar nada así. No quería hipótesis. No quería escuchar lo que Monique Jordan tenía que decir. No quería estar allí. Pero tampoco tenía otro sitio en el que se sintiera mejor. Y eso le destrozaba por dentro. La casa de su hermana le recordaba a Roxanne. Y estar con James le hacía echar de menos a Sue. Alejado de todo aquello, solo tenía su propia mente contra la que luchar. Luchar contra los mejores recuerdos que tenía. Que, a su vez, eran la razón por la que estaba así. -Debería volver con los demás -Anunció, de repente, Claire Jenkins. Por supuesto, Monique Jordan tenía otros planes. -No. Fred, conviértete en dragón y… -No soy tu marioneta -Se negó con rotundidad, haciendo temblar todo su cuerpo. - No voy a hacer algo que me pidas porque simplemente quieras demostrar que eres mejor que los demás… -Deja de ser un crío y obedece las órdenes de un superior -Le recordó. -Sue siempre había tenido razón cuando decía que eras una estirada -Espetó. -¿Podemos dejarlo para otro día? No me siento cómoda sabiendo la inestabilidad emocional de este sujeto -Comentó Claire Jenkins. Entonces, Fred la observó. No se había percatado de que la Slytherin había estado escuchando la pequeña emocional discusión con Monique Jordan. Sobre su insubordinación. Sobre un pasado que compartían y sus diferentes formas de lidiar con él. Y la muchacha estaba incómoda. Así que Fred sonrió con suficiencia. -Por supuesto, princesa. -No -Volvió a insistir Monique Jordan.- Fred -Le instó.- Obedece. Descansó sus hombros. Lanzó una bocanada de aire. Era eso o que le echaran de allí, ¿no? -Solo quiero que sepas, que si tienes alguna quemadura hoy, no habrá sido sin querer.
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