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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(VI) Capítulo 9: Más allá de tu oscuridad (II)
Rose Weasley había descubierto que todas las leyendas sobre Myrtle la Llorona eran ciertas. Era una metomentodo. Una adolescente con las hormonas más revolucionadas que Peter Greenwood. Y con una pasión insaciable por los cotilleos. A Rose le daba cierta vergüenza admitir que su alianza había pasado a ser amistad. Más había ocasiones, como aquella, en la que desearía que Myrtle cerrara su maldita boca de una vez. -¡La próxima vez que me avises sin que venga nadie…! -Refunfuñó al no encontrar una amenaza digna de un fantasma. Ser un fantasma en un baño. ¿Qué castigo había peor que ese? -¡Le diré a Albus que tienes sueños húmedos con él! -¡Los fantasmas no soñamos! -Se burló la muchacha. -¡Pero no me importaría tenerlos! Rose tuvo que ocultar una sonrisa para dejar claro que hablaba en serio. Cerró con cuidado la escotilla del último baño. Se sacudió el polvo. Hizo el Encantamiento que lo ocultaba a simple vista. Y salió del pequeño habitáculo sobre el cual la fantasma sobrevolaba. -Deberías encontrar algún hobby, Myrtle -Le surgirió, mientras iba al lavabo a lavarse las manos y echarse agua en el rostro. -No puedes esperar a que venga a entretenerte. -Oh, pero es que vienes todos los días -Dijo como si fuera un lamento. No lo era. Rose Weasley sabía que, por muy diferentes que fueran sus personalidades, le había comenzado a caer bien a Myrtle. Y el sentimiento era vergonzosamente mutuo. Tal vez era cierto aquello de que el roce hacía el cariño. Era cierto que acudía allí todos los días. También el hecho de compartir aquel secreto les destinaba a una peculiar amistad. -Siento no ser tu Adonis -Se burló. Le sacó la lengua. Myrtle lanzó un largo suspiro. Según ella, estaba perdidamente enamorada. Decía que era el joven más apuesto que había visto en su vida. Y era una vida muy larga. O una muerte eterna. Su Adonis, como ella lo había bautizado, era la razón por la que su amistad no empezó con buen pie. Pues, de las primeras veces que Rose acudió allí, fue casi descubierta por Albus, Greenwood y Scorpius Malfoy. Myrtle recordaba como si se tratara de un héroe de una epopeya como incluso cuando "Rose fue una bruta con esos muchachos tan guapos, mi Adonis la cogió en sus fuertes brazos y la sacó de allí". Rose le había contado a Myrtle lo que estaba ocurriendo entre Malfoy y ella. O lo que no estaba ocurriendo. Hasta la fecha, no lo tenía muy claro aún. Sólo que Scorpius Malfoy quería mantenerlo en secreto.Lo que había pasado. En el despacho del director Longbotton tras la batalla de Londres. Y hacía casi un mes en el tren de vuelta a Hogwarts. Se lo había contado a la fantasma porque no se lo diría a nadie, más ella quería sacarla del pecho. Cuando se enteró, Myrtle la cogió de los pelos en un ataque de celos. Myrtle era una muchacha celosa de que los vivos… Estuvieran vivos. Y, sobre todo, de que ella no pudiera besar a nadie. Oh, aquello la destrozada. Tenía la teoría de que un beso de amor verdadero la devolvería a la vida. Más, por el momento, se conformaba con vivir a través de la vida de Rose Weasley. -Podrías traerlo aquí algún día -Pidió por centésima vez. -Ya te lo he dicho, Myrtle -Suspiró la joven. -No es mi amigo. Escuchó la risita del fantasma aún más cerca de su rostro. La fulminó con la mirada a través del espejo. Myrtle se miró las uñas en un intento de parecer despreocupada. -¿Y quiénes son tus amigos entonces? Porque pasas demasiado tiempo conmigo… -Se rio de su propia broma. -Albus y Alice -Respondió de inmediato. La costumbre de sus nombres en sus labios parecía lejana. Les echaba de menos. -Y Rossen supongo… Trust… -Vio la expectación en la expresión del fantasma. -Está bien, Myrtle… Tú también -El fantasma sonrió. Con ella estaba tan feliz que le costaba recordar que era Myrtle La Llorona. -¿Te estás poniendo guapa para Adonis? -Le preguntó. Rose dejó de acomodarse el pelo. Cerró los ojos aguantando otro grito de frustación en su garganta. Volvió a fulminarla con la mirada. -En este siglo no necesitamos a los hombres, Myrtle -Le recordó. -Y en mi siglo no habrías durado mucho tiempo con tantas opiniones -Se rio la fantasma. -Pero agradezco que seamos de siglos diferentes… Si no, nunca habrías sido mi amiga. Aquello sí era un lamento. -No digas bobadas -Le quitó importancia. -Oh, Rosie Posie -Se burló ella. -Lo digo porque yo no querría haber sido tu amiga -Una carcajada la acompañó. Rose ocultó de nuevo su sonrisa. -Nos vemos mañana -Se despidió. -Tu secreto está a salvo conmigo, Rose Weasley -Prometió el fantasma, despidiéndole con la mano. Ella asintió. Se pellizcó las mejillas para aportar algo de color. Fue por los pasillos, arrollando a quien se encontraba en su camino, simulando la confianza que le caracterizaba hasta llegar a su Sala Común. Si seguía haciendo como que todo seguía igual que antes, quizás nadie se molestaría en hablarle. Se derrumbó en el sofá. Podía decir que había estado hasta después de la cena en la biblioteca. Pero se arriesgaba a que otros ratones de biblioteca en la Sala le señalaran como una mentirosa. Así que optó por ignorar a Lily cuando la llamó la primera vez. -Si quieres morir de hambre es tu problema, Rose -Le espetó antes de subir a su dormitorio. Momentos después, los Gryffindor de su año entraron por la puerta y se arremolinaron sin permiso a su alrededor. Entreabrió un ojo para ver que Janet Rossen se sentó a su lado. Que Camrin Trust se acomodó con Coleman en un sofá de enfrente. Que Peter Glyne subió con Farben escaleras arriba. Y que Greenwood y Malfoy se acomodaron en los cojines del suelo. Ninguno preguntó por la razón por la que Rose Weasley no había acudido aquel día a cenar. Porque ya no era la primera vez. E intuían que no era la última. Cuando explicó que no iba a seguir siendo Prefecta porque no tenía tiempo, no les estaba engañando. Decidió hacer lo posible para que Malfoy no se entrometiera en sus asuntos -una gran estrategia besarle para distraerle, por cierto. Y desestimó cualquier intento de sus compañeras de cuarto. Los únicos que persistían eran Lily y su profesor Ted Lupin. -Entonces, ¿decís que sí a una fiesta de bienvenida? -Preguntó Greenwood. Todos se rieron. Incluso Rose soltó un bufido que no pretendía convertirse en una risa. -Sólo si prometes no envenenar las bebidas como la última vez -Advirtió Coleman. -No hice nada… -Piensa que así evitas situaciones incómodas -Se rió Janet Rossen. Rose a menudo se preguntaba de qué parte estaba Rossen en los asuntos en los que Rose no iba a salir bien parada. Porque evidentemente había sacado sobre la mesa el beso de Greenwood y Rose en la última fiesta en la Casa de los Gritos. Rose enterró su rostro en un cojín. Una amenaza de que, quien se atreviera a decir algo, moriría ahogado. Por supuesto, aquello hacía una referencia también a la actual situación de Camrin Trust. Seguramente por esa razón, Greenwood tuvo la decencia de no decir nada hiriente. Y optaron por cambiar de tema. -Si lo hacemos en la Sala de los Menesteres, podrán venir el resto de alumnos -Propuso Coleman. -No solo los Guardianes… Después de todo, al final todos seremos guardianes, ¿no? Coleman tenía razón. Por mucho que aquel pensamiento estuviera penado como traición en su cerebro. Rose asintió. Si había más personas, menos posibilidades de que hiciera el ridículo. Se contendría, ¿no? -Y podré llevarme la cámara sin problemas -Dijo Janet. -No creo que sea buena idea -Dijo Camrin Trust. -Oh, ¡sí! -Exclamó Greenwood, notablemente emocionado. -Pensad en cómo estaríamos de fabulosos en la portada de El Diario, ¿eh? Estoy seguro de que si ponéis a Scor en la portada, ganaréis tanto dinero que podréis salir de Hogwarts sin problemas -Suspiró. -Como si no estuviéramos hartos de que Malfoy esté siempre en las portadas -Soltó, sin pensarlo, Rose Weasley. Se hundió aún más en el cojín. Decir aquello estaba mal por infinitas razones. Mientras Janet rio incómoda para suavizar la tensión, Camrin regañó con la mirada a Rose, Coleman rodó los ojos, Greenwood sujetaba a Malfoy por el antebrazo y el muchacho la fulminaba con la mirada, Rose Weasley enumeró en su cabeza todas esas razones. El hecho de que estuviera en las portadas por ser la persona que asesinó a McOrez. Por seguir las instrucciones de su abuelo. Por favorecer a los Malfoy como influyentes dentro del Ojo. Por desestabilizar a la familia que había demostrado ser fiel al Temple. Porque era un Malfoy y siempre lo sería. Oh, y porque no le había dirigido la palabra o reconocido su existencia desde que le besó en el baño del tren. Y, probablemente, podría estar un poco molesto por aquello. ¿Qué tenía Scorpius Malfoy que le hacía ser una imbécil? El muchacho se levantó. Rose quiso hundirse en el planeta Tierra a través del sofá. Sin decir una palabra, se marchó de la Sala Común. Y el infierno de Rose se desató. -Es que eres imposible -Se lamentó Janet. -¿Cómo se te ocurre…? -Cuando creía que os estabais llevando bien… -…sabiendo lo que está pasando en su familia… -Deberías dejar de ser así con él… -…ser así de grosera? -Cualquiera diría que eres sobrina de… -Seguro que va a dejar ir sus frustraciones con su novia -Aportó simplemente Greenwood. Aquello detuvo la cascada de reproches de las muchachas. Para bien o para mal. -¿Qué? -Exclamó Bárbara Coleman. Rose alzó la mirada fingiendo sorpresa. O quizás no estaba fingiendo. Quería pensar que se refería a ella en secreto. Aunque Greenwood no lo supiera. Por lo que presenció en el tren. Pero, ¿a quién quería engañar? Después de casi un mes ignorando su existencia, Scorpius Malfoy podría tener novia y ella no tenía por qué saberlo. Todas esperaban una respuesta. -No me ha dicho quién es… -Comenzó Greenwood. -Pero los escuché en el camino de vuelta a Hogwarts. En el tren. Mientras que Coleman y Janet rugieron ante aquel cotilleo, Trust miró fijamente a Rose. Esta desvió la mirada. No quería que nadie viera el alivio cruzar su rostro. -Apuesto todos mis ahorros a que era Lily Potter -Dijo Janet Rossen. -Siempre va con ella a los bailes y tiene sentido que quiera ocultarlo… Rose ignoró a sus nuevas amigas. -Deberías pedirle perdón, Rose -Le dijo en voz baja Camrin Trust. -Habrá ido a la biblioteca, suele ir allí a estas horas de la noche -Añadió. Rose asintió. Era algo que había aprendido al ser Prefecta y su compañera de rondas. Imaginó que Trust también lo sabía por aquel motivo. Sin taparse los oídos, por mucho que lo deseara, para dejar de escuchar a Greenwood, Coleman y Rossen deambular por todo el sector femenino que podía gustarle a Scorpius Malfoy; Rose Weasley emprendió su camino de la vergüenza y el arrepentimiento de sus insultos. Disculparse ante él se había convertido en algo recurrente aquellos últimos años. No aprendía. Pues siempre debía hacerlo de nuevo. Despistó al Prefecto de Hufflepuff y se fue directa a la biblioteca. Le había pedido a Bentley el horario de los Prefectos hacía unas semanas para ver dónde y cuándo tendría los pasillos despejados. Bentley le hizo prometer una cita en Hogsmeade con ella que, si era tan inteligente como el Ravenclaw Premio Anual presumía ser, sabría que jamás llegaría a ser realidad. Encontró a Scorpius Malfoy postrado sobre el libro de Encantamientos. -¿Por qué estás aquí?- preguntó Scorpius al verla. Se estremeció ante la hostilidad. No era como si no se la mereciera. -Vengo a disculparme-Dijo con tanta confianza que se sintió como si ella le estuviera acusando a él de algo. -No he tenido mucho tacto antes. -No. En absoluto. Siguió sin mirarla. Devolviéndole la misma indiferencia que ella había mostrado aquellas últimas semanas. Nunca pensó que la indiferencia de Malfoy le afectaría de aquella manera. -Tienes razón. Lo siento de verdad- Ante su falta de respuesta, Rose buscó a tientas las palabras. -He estado demasiado tiempo en mi familia y la presión de todo este verano después de… Bueno… -Evitó decir exactamente sus motivos por los que no estaba en las mejores condiciones para ser un ser humano razonable. - Estoy susceptible y… No quería decir nada como que… ¿Eres oscuro? Tal vez fue su imaginación, pero pensó que su cara se suavizó un poco. Como si su subconsciente le obligara a relajarse con ella. Algo muy poco probable, en opinión de Rose. Usualmente, sucedía todo lo contrario. -No tienes que disculparte por que no sea de tu agrado - dijo. Aquello le recordó demasiado a la educación que demostraba Scorpius cuando tan solo eran unos niños en primero y Rose había decidido que no iba a llevarse bien con él. -Sólo por olvidar que a veces debes tener en cuenta los sentimientos de los demás. Y las circunstancias de las familias. -Y por ser una maleducada- Corrigió Rose. -Y no es como si no lo fueras. -¿El qué? -Preguntó con el ceño fruncido. -De tu agrado… -Estoy bastante seguro, Rose -Dijo. -De que, después de tantos años, hemos demostrado justo eso. Por lo tanto, vayamos al grano y reconozcamos que no nos gustamos. Fue tan franco y práctico con todo el asunto que le dolió que aquello fuera verdad. ¿Podían no gustarse? ¿Y aún así que le gustara besarle? Porque, honestamente, a Rose le gustaba besarle. No solo podía ser atracción física -y, sí, había aceptado en su interior que Scorpius Hyperion Malfoy era atractivo. Debía de haber algo más que le hiciera sentir todos sus nervios a flor de piel, toda la tormenta eléctrica en su interior y que, de algún modo, fuera una adicción a la que quizás no era buena idea sucumbir. -Me temo que no puedo complacerte. -¿Por qué no? -Suspiró irritado Scorpius. -Porque has empezado a no ser un grano en el culo, Scorpius Malfoy. El muchacho alzó las cejas. Pero una sonrisa de superioridad se dibujó en su rostro. Se había dado cuenta de que solo dedicaba esa expresión a ella. Y le gustaba que fuera así. Pues, por muy arrogante que pareciera, lo hacía aún más atractivo. -Te recuperarás -Dijo. Pese a su tono decisivo, quiso sonreír. -En realidad, está empeorando- Le dijo ella. Lamentándose teatralmente. -Ahora estoy absolutamente convencida de que no me quiero recuperar. Lo dejó enmudecido. Aprovechó la confusión en su rostro para marcharse de allí. Porque, por mucho que quisiera, aquello solo lo haría todo más difícil. Y utilizó su conocimiento sobre las rondas de Prefectos y los pasadizos de Hogwarts para salir al castillo por la noche. Escabullirse. Hacer aún más grandes los secretos que estaba ocultando.
Volver a Hogwarts no fue la vuelta a casa que imaginó. Una parte de Alice Longbotton había olvidado a qué iba enfrentarse: un hogar que traicionó. Su padre. Su madre. Albus. Rose. Scorpius. Greenwood. Eran las únicas personas que sabía que la perdonaban por completo. Volver a Hogwarts sería volver a ellos. Pero había más habitantes en el castillo. Y no todos iban a perdonarla tan fácilmente. Todos se apartaron de ella en el pasillo. Saludaban a Albus como un viejo amigo. En tres años, Albus había pasado de ser un niño tímido pero valiente de Slytherin al héroe del castillo. En tres años, Alice había pasado de ser amiga de todos los que podía pese a su pequeño gran temperamento a ser una extraña de dudosa fiabilidad. Se sintió incómoda cuando Albus se refería a sus amigos y no sólo incluía a los que también eran de ella. También lo eran Camrin Trust. Janet Rossen. Barbara Coleman. Sebastian McKing. Richard Carter. Lorcan y Lyslander Scarmander. Incluso Isabella Zabini. Alice ni siquiera había cruzado palabras con algunos de ellos. Ellos tampoco estaban muy cómodos con su presencia. Scorpius supo leer su inestabilidad emocional flotante al instante. Y sugirió que fueran a las cocinas los cinco. Como antes. Antes de que ella les traicionara. Una mancha que, por mucho que Albus prometiera que no existía, era palpable en cada palabra tras su reencuentro. En las cocinas, Rose no se apartó de Alice. La abrazó. Le besó la coronilla. Y demostró que sus palabras eran ciertas. Que la había echado de menos. Que la quería hasta el infinito. Y que se alegraba de que volviera. Que era su mejor amiga. Alice se rio cuando Albus se quejó de que él no había recibido tanto afecto y Greenwood sugirió que los besos de Rose tampoco eran para tanto. Oh, Alice se había perdido tantas cosas. Cuando el toque de queda pendía de su cuello, Scorpius sugirió volver a sus respectivas Casas. A la mazmorra. E, involuntariamente, Alice se estremeció. No eran buenos recuerdos los que tenía allí. Incluso si Renata se había convertido en su amiga. Era un recuerdo constante de que les había traicionado. -Puedes dormir conmigo, Ali -Sugirió con las mejillas tintadas de rojo Albus. Todos sus amigos se rieron a la vez. Más Alice sonrió tímidamente y agradeció el gesto. -No creo que sea buena idea justo el día que volvéis, ¿no? -Se limitó a decir Greenwood. -Al menos, podríais fingir que no es lo que habéis estado haciendo todo este tiempo -Se burló. Albus y Alice compartieron una mirada cómplice. -Ojalá eso fuera verdad -Se lamentó Albus. -Tener a mi madre de vigilante lo hizo imposible, amigo. -Aquí tienes a su padre de vigilante, ¿no mejora la situación, no? -Se burló Scor. -Pero su padre no está en las mazmorras -Albus le guiñó el ojo. -Olvidadse de esos pensamientos pervertidos -Ordenó tajantemente Rose. -Va a dormir conmigo hoy -Anunció. Alice se mordió el labio. Entre que su padre se enterara de que la primera noche había dormido en la habitación de Albus o en la de Rose, su mejor amiga tenía una baza importante en cuanto al decoro. Además, quizás así podía descongelar la opinión que tenía Hogwarts de ella. -Creo que voy a elegir a Rose -Dijo finalmente. -¿¡Qué?! -La sorpresa genuina de Albus le causó diversión. -Pero… Pero… ¡Es Rose! -Es mi mejor amiga y llevo sin verla mucho tiempo -Explicó. -¿Escucháis? Soy su mejor amiga -Presumió Rose ante Greenwood y Scorpius. -Bueno, debo decir que si vas a dormir en la Torre de Gryffindor, prefiero que lo hagas con Rosie… -Se rindió Albus con un lamento fingido. -No le ocurriría nada conmigo, amigo -Recordó Greenwood. -Debemos tener cuidado con Scor… Quizás él hoy tiene ocupada su cama y por eso no la ofrece. Tanto Albus como Alice dispararon sus cejas hacia su frente. Se miraron. Balbucearon. Alice intentó con éxito no mirar la reacción de Rose, más cuando vio que la mandíbula de Albus pendía sobre su uniforme hacia su prima, Alice intentó remediar la situación. -Puede hacer lo que quiera y…Eso no es asunto nuestro, ¿verdad, Scor? Le sonrió. El muchacho se azoró. No estaba ayudando. -Greenwood ha puesto en búsqueda y captura a la supuesta novia de Malfoy -Anunció Rose. Alice frunció el ceño. Y tuvo que pinchar a Albus en el hombro. O sea que Greenwood no sabía nada. Pero, ¿y si era cierto que no se refería a Rose? ¿Y si era cierto que Rose no era la supuesta novia de Scorpius? Aquello la incomodó. Siempre había pensado que sus dos mejores amigos harían muy buena pareja. -Si me preguntas a mí, solo es una forma de querer llamar la atención -Suspiró Rose. -Como siempre -Añadió deliberadamente. Aunque aquella era una actitud propia de Rose, el ceño fruncido de Scorpius no decía lo mismo. ¿Qué estaba ocurriendo en Hogwarts desde que Albus se marchó del castillo y por qué no sabían nada? Debía analizar su lenguaje corporal mejor. Era algo que había aprendido en el Ojo. Y que pensaba llevar a la práctica con sus amigos. -Por ahora, todas las apuestas apuntan a Lily Potter -Explicó Greenwood, ajeno a lo que se estaba cociendo allí. -Sé que Scor ha dicho que no es ella… Y que ella estuvo involucrada con quien-ya-sabemos-quien… Pero… Pensadlo, ¿por qué me lo ocultaría a mí? -¿Por qué no te lo ocultaría a ti? -Rebatió inteligentemente Alice. -Quizás si no fuéramos tan insistentes, nos lo habría dicho… Mirad Albus -Optó por decir. Error. Albus seguía en shock. Quizás aún no había asimilado la opción de que su prima y su mejor amigo no estaban juntos. Lo cual sería lo más idóneo en aquel instante. -¿Quién…? ¿Quién…? -Balbuceó Albus. Alice rodó los ojos. Fue Scor quien finalmente tomó el volante de la situación. -Vamos, Al, tengo que hacer rondas por las mazmorras con Trust esta noche… -Se giró hacia Rose y Greenwood. -Espero que no tengáis ningún problema en escoltar a Alice a la Torre. Rose rodó los ojos y Greenwood sonrió lobunamente. Alice se sintió zarandeada por los enemigos declarados que la acompañaron a la torre. -¡Ni se te ocurra contárselo a Albus y no a mí! -Amenazó, en vano, Greenwood cuando salieron de las cocinas y se dirigieron a la Torre. -Malfoy hoy no tiene rondas, así que muy probablemente haya dicho eso para contárselo -Indicó Rose. Hubo una pausa. Silencio. Alice se mordió la lengua porque podía escuchar el cerebro de Greenwood funcionar desde lejos. -¿Cómo sabes los horarios de Scor? -Su sospecha era evidente. Su tono, sugerente. -Sé los horarios de todos los Prefectos -Fue su aclaración. -Se los pedí a Bentley a cambio de una cita. Greenwood soltó un gruñido. Aquello debía ser verdad. Pues estaba claro que Greenwood investigaría si su Premio Anual había filtrado los horarios a Rose Weasley a cambio de una cita. Lo cual la tacharía de la lista de sospechosas en las que acababa de ser incuida. Y sabía Rose no le había engañado por la seguridad en su voz. ¿Era inteligente y astuta? ¿O de verdad no ocurría nada entre Scor y ella? -¿Tú quién crees que es, Alice? ¿Por qué no le haces un interrogatorio como los del Ojo? Debía esperar algún comentario similar en algún momento. Que fuera su amigo lo hizo un tanto más difícil. Que hablaran de lo que había hecho en mitad de una broma aún era demasiado reciente como para ser una broma. Tragó saliva. -No lo sé -Se apresuró a decir. -¿Albus me dijo que salió con Coleman en San Valentín? Tanto Rose como Greenwood bufaron a la vez. -Pobre Coleman -Dijo simplemente Rose. -Por mucho que adore a esa muchacha y sus aventuras con el sector masculino de las que no sabéis nada…-Dijo con un tono misterioso. -Dudo que sea ella porque, de serlo, no la habría mantenido en secreto. -Espero que Coleman tenga más amor propio como para volver a tener algo con quién la rechazó de manera tan humillante -Comentó Rose. -¿A qué te refieres? -Preguntó, extrañado, Greenwood. -Huyó de su cita en cuanto Coleman le besó -Explicó Rose, rellenando las lagunas de información que Albus no se había ocupado de rellenar. -No soy fan de Coleman… Pero vuestro Scor perdió muchos puntos con eso -Añadió como si nada. -Si nos basamos en puntos, tú estás bajo cero -Le acusó Greenwood. -Lo sabes, ¿no? Ella no dijo nada. -Yo también entonces -Se rio Alice. Intentó suavizar el asunto. Más lo empeoró. Se dio cuenta cuando el silencio cayó sobre ellos en el tramo de la escalera que acababa en la Dama Gorda. Cantó la solicitud de la contraseña y los tres se mordieron el labio. -Zumo de calabaza -Recitó Rose Weasley. Entraron a una Sala Común que Alice había admirado en los primeros años. Debía admitir que se sentía más acogida en Slytherin. Y quizás se debía a que su palacio en Skye era muy similar a las mazmorras. Aunque por poco tiempo había sido su hogar, fue suficiente para que entrara dentro de su corazón. -Nos vemos mañana, Alice. Si Weasley se vuelve insoportable, no dudes en llamarnos -Se despidió Greenwood con una sonrisa. Las muchachas ascendieron por la escalera. En su habitación, tuvieron que andar con cuidado, pues las otras tres Gryffindor ya estaban con las cortinas echadas, indicando que habían ido a dormir. Rose le tendió un pijama que rápidamente se puso. Se metió en su cama. Era la primera vez que dormía allí. Era extraño. ¿Por qué no lo había hecho antes? Aunque al día siguiente, tendría que madrugar antes para ir a por su uniforme y su material escolar a las mazmorras. Ah, ya sabía por qué. Rose se acomodó a su lado. Se abrazaron. La miró. Tenía un semblante preocupado. Tanto, que creyó que se estaba viendo en un espejo. Recordó la conversación de antes con Greenwood y esperó que sólo se tratara de aquello. Decidió indagar. -¿Eres tú a la que Greenwood está buscando, Rose? -Preguntó directamente. En sus ojos vio la respuesta. -No -Dijo, en cambio. Alice supuso que debía investigar mejor. -¿Ocurre algo, Alice? -Preguntó Rose tras una pausa. -Llevas todo el día distraída. Ella se detuvo a pensar qué responderle a su mejor amiga. Pues tenía razón. Todo aquel primer día podía resumirlo en un borrón. -No -Mintió como lo había hecho Rose. Pero sí que pasaba. Y cuando Rose la abrazó de nuevo, lo confirmó. Todo aquel día fue un recordatorio de que Alice Longbotton había traicionado a sus amigos una vez. Aquel día era un recordatorio de que lo seguía haciendo. Porque había cosas que seguía ocultando. Porque sabía quién era el líder del Ojo. Mordred. Pero, sobre todo, sabía exactamente cuál era su escondite. Se mordió la lengua por dentro. Todas las miradas escépticas tenían un fundamento válido. Si sabía aquello, debía contarlo cuanto antes. Para detenerles. ¿Y por qué no se lo había dicho a nadie todavía?
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