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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Miércoles 27 de Enero de 2021, 11:55 [ Más información ] Tweet
(VI) Capítulo 8: No hay descanso para los héroes (I)
Capítulo 8: No hay descanso para los héroes. Se mordió la lengua por dentro. Nunca había sentido nada parecido a aquello. Era una mezcla entre inferioridad, tristeza y enfado. Una combinación que se metía en su estómago y le hacía perder alguna que otra comida los primeros días de Hogwarts. Pero ¿en aquel instante? Tuvo que morderse la lengua porque creía estar siendo injusta con una persona que nunca le había hecho nada malo. Camrin Trust se aclaró la garganta y sonrió. -… Supongo que Malfoy te pondrá al día con los detalles de las rondas que hacen los Gryffindor, aunque creo que yo he cubierto casi todos -Se rio cantarinamente Heather Lambert. Entrelazó sus dedos. No supo por qué estaba nerviosa. Ni por qué no quería mirarle durante más de tres segundos al rostro. Cuando Rose Weasley le dijo que ella iba a ser la Prefecta de Gryffindor que iba a ocupar su puesto desde aquel curso en adelante, Camrin Trust se sintió muy alagada. Es decir, ¡Rose Weasley había confiado en ella de esa manera! Camrin no sobresalía en sus notas. Barbara era mucho más inteligente con ella. E incluso había tenido que ir a tutorías todos los años. Así era cómo Camrin conocía a muchos de sus amigos que se dispersaban por diferentes Casas. Y todos siempre acogían el tiempo con ella como un soplo de aire fresco. Eso no la ayudaba a mejorar sus notas, pues sus amigos pasaban a pedirle consejo en lugar de ofrecer una clase práctica sobre la poción mulitjugos. Su don de gentes y su carisma era lo que siempre la había hecho sobresalir. Su facilidad para entender a los demás y aportarles consejos útiles. Y también era relativamente buena en duelos. Por supuesto, nada extraordinario si se tenía en cuenta que estaba en el mismo año escolar que Albus Potter, Rose Weasley y Scorpius Malfoy. Camrin creía que, por todas aquellas razones, Hugo Weasley le había pedido que fuera el puente entre todos los miembros del Ojo. Y, un año más tarde, su hermana mayor le anunciaba que iba a ser la que ocupara su puesto como Prefecta. Pero, oh, se había olvidado por completo a quién debía responder todas las semanas. Quién era su superior. Y quién tenía poder académico sobre ella. Para recordarle día sí y día también quién era mejor. De nuevo, Camrin Trust nunca había sentido nada así. Culpaba, triste y patéticamente, a Rick Carter por ello. -Claro, cualquier duda se la preguntaré a Scorpius -Concedió la muchacha. Hizo amago de marcharse, pero Lambert la cogió por el codo. La obligó a encararla. Con suavidad. Con paciencia. Camrin, entonces, se encontró con la piel de porcelana de Heather Lambert. Podía entender a todos los chicos y chicas de Hogwarts que tenían a Heather Lambert en una especie de pedestal. Tenía el canon de belleza europeo y clásico de cabello dorado, ojos azules y labios rosados. Para completar su perfección, era inteligente, dulce y siempre podían verla sonriendo allá por donde pasaba. Había escuchado a algunos decir que era la nueva Cedric Diggory -quién quiera que fuera ese. En las celebraciones de Hogwarts, siempre tenía a pretendientes detrás de ella, más muchos no querían nada con ella: era de relaciones comprometidas y largas. Había salido unos meses con David Morrit hacía unos años. Y con Shaw hasta que se graduó. Sabía que la única persona con la que podía tener un desliz de una sola noche era con Rick Carter. Lo sabía porque ella era la mejor amiga de Carter. Como sabía que Heather Lambert estaba colada por Carter desde hacía años. Y que Carter solía pasar de ella porque le gustaban las chicas más complicadas e imposibles para él como Rose Weasley o Isabella Zabini. Camrin Trust era la confidente y mejor amiga de Carter. Hasta que se dio cuenta de que había estado enamorada de su mejor amigo sin darse cuenta durante un tiempo. No supo con certeza cuándo se dio cuenta de ella. ¿Fue antes del fatídico beso? ¿Fue en mitad del partido? ¿O al final cuando fue directo a ella a abrazarla por haber ganado? No supo justo en qué instante… Pero fue aquella noche. Creyó que nunca iba a sentirse tan mal -lo cual, por cierto, no fue nada comparado con el rechazo de sus padres, más esa era otra historia. Decidió tragarse su orgullo y hacer como que nada había pasado. La batalla de Londres destruyó todo su mundo al día siguiente con una carta en la que sus padres anunciaban que tenían miedo de ella y que la abandonaban a su suerte con esos magos tan peligrosos a los que se había unido. Con otras muchas palabras sacadas de la Biblia para referirse a la perversa naturaleza de las brujas. Si nunca les había hecho mucha gracia que fuera a Hogwarts, aquello fue la gota que colmó la paciencia y tolerancia de sus creyentes padres. Justo cuando fue a ser consolada por su mejor amigo -quien era muy consciente de la posición de su familia -se lo encontró de la mano de Heather Lambert y, acto seguido, besándose como una pareja oficial y formal. Camrin no lloró aquel día. Porque, honestamente, no quería llorar por algo tan egoísta como aquello. Tampoco lloró por sus padres, pues era más ira lo que sentía. Decidió ocupar su mente con cualquier otra cosa y, por eso, pasó todo el verano intentando sacar a Sebastian McKing de su desolación. Cuando le rogó que fuera con Barbara, se enteró de que Hermione Weasley lo había ingresado en un centro médico con medimagos que trataban aquellos problemas. Y se alegró de verlo en Hogwarts, menos alegre, pero con más color en su rostro. Con un pin de Prefecto para mantenerlo ocupado. En todo el verano, recibió cartas de Carter que decidió contestar en pocas palabras. Su mejor amigo estaba preocupado por ella. No fue a visitarla cuando estuvo con Barbara. Y en el tren lo vio salir de la mano de Lambert. Había pasado una semana y Carter tan solo la había saludado entre los pasillos como si fuera una conocida más. No como si fuera su mejor amiga que necesitaba más que nunca su apoyo. Había hablado más con Lambert aquel día que con Carter en toda la semana. -Quería decirte algo, Trust -Anunció la joven Hufflepuff. Camrin asintió. -Sé que Rickie es tu mejor amigo -Optó por no decir nada ante el nombre que utilizaba para referirse a su amigo. -Pero debes entender que ahora soy su novia y no podrá pasar tanto tiempo contigo como solía hacerlo -Usó un tono de lástima. Camrin se había prometido no proyectar sentimientos negativos hacia aquella persona solo porque tuviera sentimientos por Carter. -Espero que lo entiendas… ¡No es como si no tuvieras otros amigos! -Se rio. -Además, así podrás tener más tiempo con Luke Thomas -Le guiñó el ojo y le ofreció una mirada como si hubiera un secreto entre ellas dos que podían compartir. Luke Thomas había sido su cita de San Valentín del año anterior. Se había graduado el año anterior y quería entrar a las pruebas de Auror. Compartía habitación con los gemelos McGregor y por eso lo conocía. -Me ha dicho que vendrá a Hogsmeade en sus días libres… -Gracias, Lambert -Interrumpió, incrédula Camrin. -Pero no creo que tenga problemas en reemplazar a Carter-Lo dijo con una risa sarcástica. -Solo quiero lo mejor para Carter -Dijo con suavidad. Parpadeó. -¿Y qué te hace pensar que yo no? -Soltó. -Oh, ya sabes… Tu aura deprimida no ayuda a que Carter se sienta cómodo a tu alrededor -Susurró. Ahogó una exclamación. ¿¡Cómo se atrevía?! -Lo siento, Lambert -Respondió. -Ya sabes …-Imitó su tono. -Mis padres son unos de esos muggles que odian a los magos y me han echado de casa… Pero, sí, intentaré hacer todo lo posible para que Carter piense que todo va bien y no sienta la necesidad de tener que estar conmigo todo el día para animarme… -Espetó. Aunque no era como si Carter hubiera reflejado nada de aquello. Y comenzaba a sospechar por qué. -Me alegro de que lo comprendas -Dijo Lambert. -Sé que besaste a Carter en una fiesta y no me gustaría pensar que estés exagerando todo esto para… Ya sabes -Se rio. Ya había tenido suficiente. Escapó de su agarre. Salió de la Sala Común de los Premios Anuales. Se topó con Carter. Por supuesto. Se rio ante la ironía y el patetismo de aquella situación. Rodó los ojos cuando Carter le sonrió como si no pasara nada. -Tu novia está ahí dentro -Bufó.Señaló su espalda. Escuchó a Lambert lanzar una ovación por el hecho de que Carter estuviera allí. Volvió a rodar los ojos. -Oh, no, en realidad vengo a verte a ti… -Fue interrumpido por un beso de Lambert. Dagas al corazón de Camrin. Una tras otra. Suspiró y se encaminó hacia la lechucería. Realmente no sabía por qué iba allí. No era como si tuviera a alguien fuera de Hogwarts que le fuera a escribir una carta. Incluso cuando sus padres aún estaban siendo tolerantes con su magia, no le mandaban cartas porque había que utilizar lechuzas. Le permitieron tener un teléfono para hablar con sus padres en segundo curso, cuando Barbara decidió llevar el caso a McGonagall. No para su sorpresa, sus padres nunca se pusieron en contacto con ella por ese teléfono. Su nombre fue gritado a sus espaldas. Lanzó una bocanada de aire. -¿Qué quieres? -Le preguntó a Carter cuando detuvo sus pasos y se giró para mirar la tímida sonrisa de su mejor amigo. Si solo pudiera volver atrás y no darse cuenta nunca de que estaba enamorada de su mejor amigo… Daría muchas cosas por eso. ¿Por qué tenía que haber reparado en aquel pequeño detalle justo cuando su mundo se estaba cayendo a pedazos? -Necesito tu ayuda, Cam -Anunció con cierta vergüenza. Oh, la ironía. Camrin ladeó la cabeza. Podía decirle que le preguntara a su novia. U otras tantas alternativas ácidas que querían salir de su boca. Suspiró. Y asintió. -Voy a la Lechucería, puedes acompañarme -Terció. Lo vio tentado a preguntar por qué. Si no tenía a nadie que le mandara cartas. Si ella nunca iba allí. Pero, sabiamente, decidió callarse y asentir. Le dolía que hubiera esa incomodidad entre ellos. No podía seguir culpando a Carter por aquello. Sino a ella. Si ella no sintiera nada, ¡no habría ningún problema! -Es… Quiero saber tu opinión -Anunció tímidamente. -Sabes que siempre he querido trabajar para El Profeta, ¿no? -Camrin asintió. Alzó una ceja. Estaba demasiado nervioso. -Pues… Aunque sigo queriendo… ¡Las Magpies me han mandado una carta para ir a un entrenamiento con ellas! -¡Enhorabuena! -Exclamó en seguida Camrin. Estuvo a punto de lanzarse a un abrazo. Pero tuvo que contenerse. Las palabras de Lambert resonaban en sus oídos. Y si volvía a ser rechazada, no supo si podría soportarlo. Vio la incertidumbre en Carter. No por darle un abrazo o no… Si no por la noticia-Pero… ¿Nunca habías dicho nada sobre ser jugador profesional…? -¡Exacto! -Dijo, aliviado de que, al parecer, Camrin hubiera dado en el clavo. La incomodidad entre ellos no destruía el hecho de que se habían conocido durante años. -Es una oportunidad increíble, pero… ¿Es lo que quiero hacer? Está claro que se han fijado en mí porque Rose y Scor me hacen quedar bien en los partidos… -Oh, no creo que sea por… -Pero sí que lo es -Se rio Carter. Y Camrin tuvo que compartir su risa porque ambos sabían que no había forma de ocultar aquella verdad. -¿Crees que debería perseguir ese camino profesional? Aquello pilló a Camrin por sorpresa. Estaba acostumbrado a aquel tipo de preguntas, sobre todo por parte de Carter, cuyas dudas existenciales eran abundantes. Más no cuando llevaba tanto tiempo sin hablar con ella. Tuvo que ocultar una sonrisa estúpida. Carter había acudido a ella porque necesitaba su consejo. Tal vez su amistad no estaba tan perdida como creía. -Si no se hubieran interesado por ti, ¿los habrías buscado tú? -Preguntó Camrin. Vio a Carter asimilar la pregunta. Se rascó la barbilla donde su rubia barba había comenzado a crecer. Estuvo en silencio, considerando lo que Camrin le había hecho pensar durante unos minutos. -¿No? -Dijo finalmente. -Pero es una gran oportunidad -Se recordó así mismo. -¡Son las Magpies! Mis padres han flipado y Heather dice que no puedo desaprovechar esta oportunidad cuando no sé si El Profeta me va a aceptar en realidad… Camrin no hizo ningún comentario sobre lo que ella pensaba. No quería condicionar una decisión tan importante. Quería que solo fuese de Carter. El futuro era algo que uno debía decidir por sí solo. -Pero, ¿qué quieres tú? -Instó Camrin. -No lo sé, por eso vengo a preguntarte -Confesó el muchacho. Camrin arrugó la nariz. -Yo no voy a darte la respuesta -Le dijo. -No puedo decirte lo que vas a estar haciendo el resto de tu vida -Se rio. -¿Pero tu opinión puede servirme? -Lo notaba retraído. -Es una gran oferta, sí -Se rindió finalmente. -Puedes hacerte famoso, es una opción cómoda y no te complicas queriendo algo más difícil de conseguir… Algo que, en realidad, es el sueño que has llevado siempre contigo y al que has dedicado mucho más tiempo con El Diario… Supongo que tendrás que decidir entre algo brillante que ha ido a buscarte o algo más desafiante que ha estado dentro de ti siempre -Suspiró. Honestamente, ¿seguía hablando de las Magpies o El Profeta? Carter se tragó su discurso. -Supongo que… ¿Lo fácil? -Concluyó finalmente. -¿Por qué querría complicarme si ya tengo algo en mis manos? Tuvo que mirar al suelo para esconder su visible decepción. Quitando metáforas, Camrin creía firmemente que Carter sería más feliz estando en un sitio donde podría desentrañar misterios. Era lo que le gustaba. Escribir sobre ello. Ser jugador de Quidditch profesional era mucho más atractivo para el resto de personas. Pero no era Carter. -Supongo que tienes razón. -¡Gracias, Cam! -Le dio un golpecito amistoso en el hombro. Se giró para el castillo que estaban abandonando. -Te dejo… Tengo que… Bueno… -No te preocupes. Carter asintió. Y se marchó. Sin preguntarle cómo estaba ella. Algo él podía imaginar... Aunque no estaba de mal preguntarlo, ¿no? Lo vio dar zancadas de vuelta al castillo. Camrin hundió sus hombros. Se mordió el labio. Y comenzó a subir las escaleras de la Lechucería. Había decidido ir allí por razones que no ayudaban a su "aura deprimida". Le gustaba ver a esos animales llegar allí con cartas en sus pequeñas garras. Se sentaba sobre un banco que había allí. Y esperaba a que alguien llegara. Los contemplaba abrir las cartas. Ver sus caras. Camrin adoraba aquello porque era algo que anhelaba. Y verlo, de algún modo, le hacía ser participe de la ilusión de recibir palabras escritas. Entró en la sala circular de piedra. El frío de septiembre comenzaba a notarse gracias a las corrientes de aire de aquellas ventanas que no podían cerrarse para que las lechuzas entraran y salieran a su antojo. Había una lechuza de la escuela con un sobre en su garra. Era una de las lechuzas que ponían a disposición del alumnado que no tenía aquel animal mensajero. Se debatió entre coger la carta o esperar a que la lechuza encontrara a su dueño. ¿Y si hacía ella de mensajera? Estaba sola. Era la excusa perfecta para fingir que era querida por alguien fuera de aquel lugar. Así que, se dirigió al peludo animal. Le acarició la cabecita. Y le cogió la carta de sus pequeñas garras. Estuvo a punto de darle un infarto cuando vio que la carta estaba destinada a Cameron Trust. Ella. Su corazón se aceleró. El remitente no había sido escrito. Su pulso estaba alcanzando velocidades peligrosas. Jadeó. Los nervios a flor de piel. Quiso pensar que era el Ministerio. O, incluso, servicios sociales. ¿Tenían de eso los magos? "Cammie, Siento mucho mucho mucho lo que han hecho papá y mamá. Y siento no hablar contigo muy a menudo. Sé que te dejan tener un teléfono (¿lo siguen haciendo?), pero ya sabes que desde que fui a la universidad me cuesta ponerme en contacto con ellos… Creo que tú me entiendes. ¡Qué digo! Debería ser yo el que te estuviera entendiéndote a ti… ¿Espero que no te hayas olvidado de tu hermano mayor? Cammie, sé que he sido el peor hermano que puedas tener… He estado ocupado con el trabajo y… Vi tu foto en los periódicos muggles cuando hubo el atentado en Londres. No quiero ni imaginar lo que te pudieron decir papá y mamá. Ya puedes intuir que me han prohibido ponerme en contacto contigo… Pero eres mi hermana pequeña y no creo que ellos tengan razón, ¿sabes? Puedes odiarme. Te dejo. ¡Te obligo a ello! Después de pasar de ti todos estos años y de no hacer nada por suavizar la situación, creo que me lo merezco… Aunque me gustaría decir que te escribo para hacerte saber que no estás sola (solo espero que los amigos con los que pasas todas y cada una de tus vacaciones sean más decentes que tu familia… incluyéndome, sí), lo cierto es que no es así. ¿Sabes que mamá y papá se han unido a un grupo que quiere devolver el ataque de Londres? No ayuda que, gracias a ti, sepan algo más sobre los magos que lo que sabe el resto… Así que, ten cuidado por favor. Si puedes, quédate allí en el castillo… No es como si mamá o papá estuvieran haciendo algo por evitar que te ocurra nada a ti… Y siento decir esto, pero yo no puedo ayudarte. ¿Y si me hacen algo a mí por hacerlo? ¡Soy un simple contable! No es que no te quiera, pero realmente no sé qué podría hacer yo para mejorar tu situación. Nunca lo he hecho, así que he intentado no entrometerme… Pero quería avisarte de que os están dando caza. ¿Quizás ya lo sabes y me estoy arriesgando, mandándote esta carta? No lo sé. Ha sido Esther (oh, se me olvidó contártelo, es mi prometida… nos prometimos en abril, pero no sabemos cuándo hacer la boda y a saber si podrás venir para entonces…) quien me ha aconsejado que te escriba. Le he dicho que eres bruja. No es ya un secreto, ¿no? Espero que no estés muy mal y siento ser el peor hermano del universo, Jesse"
Con lágrimas en sus mejillas, Camrin Trust rompió en miles de pedazos la primera carta que recibía de su familia en Hogwarts. Nunca le gustaba quejarse de sus problemas. Era algo que evitaba hacer. Porque no le gustaba la cara de lástima que le ofrecían sus amigos -una de las razones por las que se había hecho cargo de Seb en verano, ella hacía algo por ayduar. Actuaba. Hizo un Reducto al montón de papeles. Tenía una familia de mierda… Y encima querían acabar con ella.
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