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La Tercera Generación de Hogwarts
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(VI) Capítulo 6: Lo que pasa en Hogwarts se queda en Hogwarts (I)
La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Sábado 23 de Enero de 2021, 18:38 [ Más información ] Tweet
(VI) Capítulo 6: Lo que pasa en Hogwarts se queda en Hogwarts (I)
Se había convertido en su mejor amigo. Había sido sin querer. Le había cogido cariño involuntariamente. Decían que el roce hacía el cariño y era cierto. Su amistad nacía de la oscuridad, de la soledad y del miedo. Y juntos habían logrado sobrevivir a un posible naufragio. -Te voy a echar de menos -Susurró en su oído. Se dejó llevar por el extraño calor que le transmitía en el abrazo. Apretó su costado con sus dos brazos. -Si necesitas algo, estaré en la otra punta del mundo -Se rio. Intentó que su voz no sonara seca o triste. Monique Jordan se separó del abrazo. Observó a su amigo. Tenía el pelo rizado más largo de lo habitual. Con todo lo que había pasado últimamente, uno no tenía tiempo para el cuidado personal. Incluso se había dejado algo de barba. No le quedaba bien. Aunque le hiciera parecer menos delgado. -Creo que allí te necesitarán más que yo - Le contestó Christopher Nott. Ladeó la cabeza. Quería decirle que no. Más ambos sabían que era así. Él se iba a Luperca porque estaría lejos del resto. Más protegido. Menos probabilidades de que Morgana volviera si Chris tenía un pequeño ejército de licántropos custodiándole. Y Monique Jordan no quería que le pasara nada a su amigo. Por su parte, ella también tenía trabajo que hacer. La Sanadora Katie Bell había sido designada por el Temple para ocuparse de los residentes del castillo Raglan. Y a Monique Jordan, dada su labor previa en el campo y la familiaridad con la investigación, iba a ir a la Granja. A Rumanía. Con todas las personas que no habían encontrado una forma de sanar del líquido azul del doctor Schneider. Alumnos de Hogwarts. Personal del Ministerio. Un total de siete personas cuya naturaleza interior era aún desconocida. Y eso les asustaba a todos. Monique tenía una misión con ellos: o sanarles, o controlarles. Dos cosas que sabían que eran posibles. Dos cosas sumamente complejas. Su amigo la estaba mirando con los ojos entornados. A menudo, Monique pensaba que aquel muchacho tenía una percepción sobrenatural de las emociones de los demás. Al estar conectado al alma de los muertos, de algún modo, Monique creía que podía leer el alma de los vivos. No con total claridad. Pero sí recoger expresiones o sensaciones que le ayudaran a entender por qué Monique se había quedado callada. -No hace falta que lo digas -Se adelantó ella. -No son tu responsabilidad -Le recordó, pese a ello. -No pasa nada si no puedes hacer nada -Insistió. Esa era la diferencia entre un Slytherin y una Gryffindor. Uno sabía cuando rendirse. La otra no. La otra no es que fuera valiente ni noble con respecto a los demás. Había algo más que se había sumado a la culpa de no haber podido hacer nada por su hermana. Había saboreado algo que nunca había sentido. Reconocimiento. Cuando ayudó en Hogwarts a los pacientes de la Batalla de Londres y demostró tener talento… Fue reconocida por el Ministerio. Le dieron una misión solo para ella. Supuso que aquello era lo que buscaban los Gryffindor. Un poco de gloria. Nott lo encontraba peligroso. ¿Por qué? Porque los Gryffindor hacían cosas estúpidas para hacerse los héroes, decía. Mientras que un Slytherin analizaría al detalle la forma más simple, intuitiva y astuta de abordar un problema; un Ravenclaw investigaría la opción más lógica y razonable; y un Hufflepuff conciliaría la mejor opción que ayudara a más personas… Los Gryffindor eran más egoístas e impulsivos. Los Sanadores solían ser Slytherin o Ravenclaw por ese motivo. Algún que otro Hufflepuff. Rara vez Gryffindors. -Deberías confiar un poco más en tu única amiga -Se mofó. Lo vio rodar los ojos. -Si necesitas algo, ven a verme -Le repitió. Ella asintió. Habían acordado aquello. O se les había impuesto. Cogió su baúl. Y se dirigió hacia el agente del Departamento de Transportes Mágicos. Los miraba aburridos. ¿Cuántas despedidas tendría que ver al día? Por suerte, sus padres habían decidido despedirla en casa. Su madre no quería que fuera a Rumanía. Y Lee Jordan estaba bastante orgulloso de ella como para impedírselo. -Buen viaje, señorita Jordan -Dijo el hombre de avanzada edad. Le dedicó una sonrisa nerviosa. Agarró el traslador con su mano libre. Un viaje largo. Con traslador. Una llave. Odiaba aquello. Odiaba Aparecerse. Pero más aún odiaba el traslador. Toda su visión se hizo un borrón. Su estómago dio mil vueltas. Perdió la noción del tiempo en cuestión de segundos. Habría preferido ir en un avión muggle. No el mejor momento para transporte muggle, por desgracia. El traslador la dejó en un lugar que le robó el aliento por un momento. Hizo un giro de trescientos sesenta grados para absorber todo el aire puro que se podía respirar en lo alto de la cordillera de los Cárparos. Parecía como si estuviera en la cima del mundo. El cielo se extendía ante ella bajo un paisaje de montes escarpados llenos de vegetación verde. Mucho más espectacular que Escocia. Algo que nunca había visto. Sus padres no solían viajar. Inhaló el ambiente y se llenó los pulmones de energía. Estaba allí para trabajar, no de vacaciones; tuvo que recordarse. Entornó la mirada para para buscar la Granja. Ya le habían avisado de que no era ninguna construcción. Ningún edificio per se. Sino un conjunto de tiendas de campañas mágicas. Encontró un hilo de humo saliendo del bosque. Y lo siguió. Oyó el graznido de varios dragones sobre ella. Sonrió. Reconoció a Norberta y a Fred Weasley entre los seis dragones que iban en dirección opuesta. Les siguió con la mirada. Era majestuoso. Verlos en plena naturaleza. Verlos juntos. De diferentes especies. Colores. Tamaños. En aquel cielo abierto europeo. Conforme se fue acercando al asentamiento, oyó el ruido del día a día del lugar. Palabras en lenguas vernáculas. Platos. Órdenes. Madera cortándose. Risas. Murmullos. Charlie Weasley estaba esperándola con una sonrisa y los brazos cruzados sobre su pecho. Aún no se acostumbraba a que el tío más alejado de la familia Weasley fuese el Weasley con el que más se comunicaba. Roxanne no era tan fan de su tío como parecía serlo Lucy Weasley en aquel momento. Y Susan tampoco había tenido mucho contacto con él. Ahora era su superior. -Veo que has encontrado el camino -Observó. Cogió el baúl que llevaba tras ella con un hechizo. -Era fácil con solo ver el humo de la hoguera -Señaló ella. -Oh, claro -Sonrió. -Vamos, voy a enseñarte tu tienda… -Encontró dificultad al coger el baúl. -¿Cuánto tiempo piensas quedarte aquí…? Se rio. -Oh, está lleno de libros y de utensilios de la Sanadora Bell -Respondió mordiéndose el labio. -Espero que sea suficiente… -Estoy seguro de que sí -Admitió Charlie Weasley. -Ya me han contado lo bien que desenvuelves en casos de extrema necesidad -La alabó. -Todos habrían hecho lo mismo en mi lugar -Dijo humildemente. -Pero no todos han encontrado la solución, ¿eh? -No todos se han beneficiado de ella -Terció. Si no se había dado cuenta de que Monique Jordan era una persona exigente consigo misma, debería hacerlo en aquel instante. O, al menos, verlo en su forma de mostrarse ante el resto. Monique Jordan siempre había sido así. Siempre llevaba la ropa impoluta. Se movía con absoluta elegancia. Llevaba el maquillaje perfecto. El pelo alisado y sin que una hebra se fuera de su lado. Todos siempre le habían dicho que Roxanne era el balance perfecto para su frialdad. Nott parecía seguir la estela, siendo el desaliñado desastre que era. La estuvo guiando por mitad de las tiendas de campaña. Eran grandes carpas de color morado y rojo. De tela gruesa. Motivos florales. Como si estuvieran sacadas de un oasis del desierto. En mitad del bosque. Le presentó a magizoologistas de todos los rincones del mundo. Algún que otro Auror que reconoció. Un par de historiadores. Herbólogos. Saludó brevemente a Cornelia y Lola Brooks. Las veelas y los vampiros se habían ido ya. -Fred ha salido hace un rato -Comentó. -Lo he visto sobrevolar el monte -Dijo simplemente. Si Fred Weasley estaba huyendo de ella, de nuevo, no le importaba. Estaba allí por trabajo. No por su hermana. Aunque el trabajo tuviera relación con ella. La última vez que le vio, le había pedido que ayudara a la Slytherin que estaba allí. Salió disparado acusándola de postrar su culpabilidad sobre la muchacha. Charlie la guio hacia una tienda de campaña un poco más pequeña. -Es para ti sola… -Se aclaró la garganta. -No hay muchas mujeres en la Granja y no sabía si te sentirías cómoda compartiendo la tienda con algunos hombres -Suspiró. -Además, he oído que los Sanadores podéis quedaros hasta altas horas de la madrugada con vuestros experimentos… Nosotros somos más tranquilos y hacemos las cosas sin tanta intensidad -Intentó suavizar. -Está bien. Sonrió, aliviada por tener espacio para ella sola. Nunca se le había dado tiempo compartir habitación. En Hogwarts, por suerte, había tenido a Roxanne en su habitación para callar las quejas de Bea Fenwick y Lucy Weasley cuando se quedaba hasta tarde estudiando. Charlie dejó el baúl al lado de un colchón sobre el suelo. La miró. -Ahora, te enseñaré tu lugar de trabajo… -Le indicó que saliera de la tienda. Ella volvió a perseguirle. -Es la zona más alejada… Para que no tengamos problemas en caso de que un paciente… Pueda poner en peligro a las hermanas Brooks -Ladeó la cabeza. Bueno, su sobrina Molly era un buen ejemplo de lo que podía ocurrir. -Hemos puesto un hechizo de protección alrededor. O sea, protección para nosotros… -Suspiró. -Pero, de todos modos, todos podemos entrar sin problemas… Los siete se aburren mucho y han hecho amistad con algunos de la Granja… Se trataba, efectivamente, de una tienda de campaña recluida. Incluso los árboles estaban más juntos a su alrededor. Como una especie de prisión orgánica. Frunció el ceño. Había diferentes pequeñas tiendas de campañas. Contó siete. Y una carpa bastante grande. -¿Cada paciente tiene una tienda de campaña? -Sí, y todas tienen protección… Por si un paciente… Pierde el control -Dijo con cuidado de no utilizar ningún lenguaje ofensivo. Su hermana había sido un experimento. Entendía su tacto. -No queríamos que estuvieran por la noche todos en el mismo lugar… Hay un Auror que se queda con ellos de todos modos… Adam Montrose… Era Gryffindor, ¿lo recuerdas? ¿Del año de mi sobrina Victoire? ¿Cazador? -Monique asintió. Claro que lo conocía. Había tenido varias citas con él en Hogsmeade. No sabía que había decidido ser cazador. Aunque tampoco era como si le interesara su vida. -En la carpa grande debes encontrar todo el historial y lo que ha sucedido hasta ahora, que es básicamente nada…Pero están sus dietas… Y, no sé, tú debes entender lo que han ido escribiendo según lo último que le indicastéis… -Sí -Dijo ella. -Bueno, te dejo en tu lugar… -Se aclaró la garganta. -Llámame si necesitas algo… Y, si hay algún problema, díselo a Montrose. -Espero no necesitar su ayuda -Dijo con una sonrisa. -Vamos a llevar a las hermanas Brooks a Inglaterra más tarde… Si no me encuentras, puedes hablar con Fred -Le sugirió. -Claro, no te preocupes -Dijo, sin incidir en el hecho de que probablemente aquello no ocurriría. -Bien… -Charlie Weasley se dio la vuelta. -¡Adiós y gracias! Contempló su corpulenta y relativamente baja figura marcharse de vuelta al corazón del campamento. Una parte de ella aliviada de que las hermanas Brooks no estuvieran allí una vez que comenzara a investigar una forma de curar a sus pacientes. No quería ponerlas en peligro. Otra parte de ella, nerviosa por enfrentarse sola a aquella enorme capa. Un cartel que rezaba "Enfermería" le hizo sonreír. Vio varias camas, una docena contó. Al final, una mesa de metal. Una estantería vacía. Un lavabo. Hierbas. Pociones. Las examinó. También se percató de que le habían dejado los expedientes de los pacientes sobre una de las camas. Vio los nombres. Se detuvo en el de Claire Jenkins. Había sido la primera en descubrir que era una paciente. La que se había negado a decirle a sus mejores amigos que estaba en Rumanía. Y la nieta de los duques que habían regalado el castillo de Raglan a Alexander Moonlight. Suspiró. No quería reconocerlo. Pero ella era la primera persona a la que quería ayudar. No tenía nada en común con su hermana. Era solo un año menor que ella -como su hermana. Pero los rumores que siempre había escuchado de ella… Solo le alegraba saber que no escuchaba lo mismo de Susan. Sus mejores amigos eran David Morrit y Tim Marrs. Aunque parecieran unos muchachos responsables… Monique Jordan recordaba la reputación del trío. Después de todo, eran los fundadores del Diario del Castillo. Tenían cierto poder sobre la narrativa de lo que ocurría en el castillo. Y, aunque las mazmorras quedaban muy lejos de la Torre de Gryffindor, los cotilleos también llegaban allí. Marrs, pese a no ser especialmente atractivo, tenía una forma de captar a jóvenes bajo sus palabras. Ella era una de esas chicas, ¿no? Habían quedado durante el año anterior. Y entendía perfectamente la reputación de Marrs. Con los Slytherin, Monique tenía información de primer grado gracias a Chris, quien compartía habitación con Morrit. Se podía decir que tenía una vida personal ajetreada. ¿Los rumores de que Morrit y Jenkins tenían algo? Definitivamente cierto. Solo que, en palabras de Chris, "tenían algo con todos los miembros de la Casa". Chris decía que la llamaban la "princesa de Slytherin". Lo cierto era que Monique siempre había creído que era sangre pura: su elegante ropa, sus aires de superioridad, su relación con el resto de la Casa… No fue la única que se sorprendió sobremanera cuando James Sirius Potter reunió al trío y también los nombró Guardianes de Hogwarts. Conocerlos a través de aquellas reuniones y conocer su reputación era como dos mundos que parecían no colisionar. Con ellos eran simpáticos, agradables y acogedores. Tenían que adaptarse a la plebe, supuso. Decidió ir a ver a Jenkins. Iba a pasar bastante tiempo con ella. Aunque tuviera ciertos prejuicios sobre ella, era su paciente y necesitaba entenderla para saber cómo ayudarla a controlar a la cigarra que llevaba dentro. Sabía que les habían liberado de sus cadenas cuando decidieron darles un poco más de libertad. Buscó su cabaña. Rodó los ojos. Además de ser de color verde esmeralda, tenía hebras plateadas. Y definitivamente una calidad de tela superior a la del resto. Sacó su varita. Que la hubieran liberado de sus cadenas no significaba que no fuera peligrosa. Lo era aún más. Cada día que pasaba. Entró en la pequeña y lujosa carpa. Soltó un chillido y se tapó los ojos. Sobre la cama, dos cuerpos desnudos estaban haciendo cosas que Monique Jordan no tenía por qué ver. -¡JODER! -Gritó la voz de Adam Montrose. Monique siguió tapándose sus ojos con las manos y salió de la carpa rápidamente. -¿Pero quién se ha creído que es entrando sin avisar? -Escuchó a Claire Jenkins. Aquello enervó a Monique Jordan. ¿Cómo que quién era? ¡Era la Sanadora! ¡Y ella no debía estar haciendo nada con nadie! ¡Y si despertaba así a su cigarra! Soltó aire furiosamente por la nariz. Y decidió interrumpirles. Se aclaró la garganta. Claire Jenkins se había tapado con la sábana. Montrose se estaba abrochando los pantalones. Mientras que Montrose parecía bastante avergonzado -lo cual debía estarlo, pues era Auror y Jenkins era su trabajo; Jenkins la fulminaba con la mirada. Aquello era nuevo. Antes había sido simpática. -Esto no puede volver a ocurrir -Les amenazó. Montrose comenzó a abrocharse la camisa negra. Jenkins puso los ojos en blanco. Salió de la cama y la enfrentó con su cuerpo desnudo. Monique fijó su mirada en los ojos. -Me he recluido en el lugar más alejado del mundo…-Dijo Jenkins. -Sigo tus estúpidas instrucciones…. ¿Y ahora no puedo divertirme? -Inquirió. -¿No te das cuenta de que no funciona nada conmigo? -Estaba frustrada. Monique suspiró. Se imaginó que la impotencia consumiría a alguno de sus pacientes. No esperaba que fuera tan rápido. Pero eran demasiado jóvenes como para tener una clara sentencia de muerte sobre su cabeza. Jenkins le apuntó con el dedo. -¡Y no me digas que llame a Morrit! -Montrose, márchese, por favor -Pidió al Auror. Este no tardó en salir disparado de allí. Lo vio por el rabillo del ojo. Mejillas enrojecidas y mordiéndose el labio. Monique suspiró y se enfrentó a la figura desnuda de Claire Jenkins. -Vístete -Le ordenó. Su paciente no se inmutó. -Jenkins, he venido a ayudarte… No lo hagas más difícil… ¿Por qué estás así? Ella parpadeó varias veces. Como si no pudiera entender cómo Monique Jordan le estuviera haciendo esa pregunta. -¡Me prometiste que me ibas a salvar y aún sigo aquí! -Se quejó. -Queremos controlar a la cigarra… No es algo que pueda hacerse de un día para otro -Señaló. -Londres está muriéndose y yo estoy aquí encerrada… ¿Crees que me gusta estar de brazos cruzados? -Espetó. -Quiero ayudar, Jordan, pero tu incompetencia no me deja hacerlo. Monique ocultó una risa de incredulidad. O sea que aquella era la "princesa Slytherin". La nieta de los duques de Beaufort. Debía decir que no le extrañaba que se comportara así si no conseguía algo. -Algún día tenías que esforzarte un poco más por conseguir lo que quieres -Espetó de vuelta. Entornó su mirada hacia ella. -Tú no sabes nada de mí -Le escupió en el suelo. De nuevo, Monique alzó las cejas, atónita ante aquella faceta de Claire Jenkins. -Y tú no sabes nada de la magia que tienes dentro -Puntualizó Monique. -Empezaremos mañana -Indicó. -Ven con algo de ropa y deja de hacer tonterías con Montrose… Eso no es ayudar -Añadió con gravedad en su voz. -¿Mis abuelos te han pagado o algo para que me ayudes? -Preguntó, de repente. Monique, quien estaba apunto de marcharse de allí, arrugó la frente y la miró. De nuevo, sorprendida. Aquella muchacha iba a sacarla de juicio. Pero no todos los pacientes iban a ser fáciles. -No, ¿por qué preguntas eso? -Oh, entonces quieres ayudarme por tu hermana -Se lamentó teatralmente. -Es solo que como te has ido todo el verano fuera de la Granja… Pensé que habías pensado que éramos causas perdidas -Explicó simplemente. La antigua Gryffindor entendió entonces que aquella muchacha se había sentido abandonada por la Sanadora que le había prometido sanarla. Entendía su furia. Su impotencia. Y, sobre todo, su recelo hacia ella. Se aclaró la garganta. -No voy a descansar hasta que puedas controlar el alma… -Sí, sí -Sacudió su mano como quitándole importancia. Suspiró lánguidamente. Se aclaró la garganta. Se miró su propio cuerpo desnudo. Arqueó su espalda para ponerse más recta. -Siento el arrebato, Sanadora Jordan -Dijo con un tono suave. -No volverá a pasar -La miraba a los ojos fijamente. -Espero que entiendas mi impulso hacia necesidades básicas… Teniendo en cuenta que usted era igual que yo en Hogwarts -De nuevo, encontró cierto desafío en su mirada. Aquello pretendía ser un insulto. Pero Monique ya se había conciliado con cómo era antes de la muerte de Roxanne. -Quisiera recordarle, antes de entrar dentro de mi alma… Que no soy Susan Jordan -Declaró. -Soy Claire Jenkins Somerset… Y no le va a gustar lo que tengo dentro de mí. La Sanadora decidió ignorar la superioridad en su voz. Aquello encajaba más con la reputación que había labrado en Hogwarts. La de una completa Slytherin. Monique decidió ignorar aquello. ¿Es que no quería sanarse? -¿Algo más, señorita Jenkins? -Le preguntó con un tono de irritación que no pudo evitar. -De hecho, sí -Dijo ella, con la barbilla alzada. -¿Podría darme una lista de las víctimas de Whitehall? La pilló desprevenida. Frunció el ceño. -¿De los alumnos del Ojo? -¿Hay otras víctimas del Ojo? -¿Para qué quieres eso? -La sospecha era palpable. -Fueron mis compañeros de Casa durante seis años -Contestó como si fuera una obviedad. -Quiero saber qué ha sido de ellos. -Esos alumnos de Hogwarts te pusieron en la situación en la que estás ahora… ¡Te hicieron esto! -No ocultó la rabia que creció dentro de ella. -Ellos no tenían por qué saber nada -Dijo tranquilamente. -¡Sí! -Insistió. -Gregory Zabini reveló dónde ocultaban a los… A las personas como tú… -¿Greg? -Sí, Zabini -Repitió frustrada Monique. -Y probablemente él sabía lo que te estaban haciendo -Dijo. -No puedo creer que quieras saber algo de ellos cuando lo que te han hecho es imperdonable… -¿Cómo sabes eso? -Dijo ella, ignorándola. -¿Cómo sabes que fue Greg? Monique Jordan guardó silencio. Porque se dio cuenta de que no confiaba del todo en ella. Porque le resultaba sospechoso. Aunque era imposible que ella tuviera que ver algo con aquellos miembros del Ojo. No por ser Slytherin debía serlo. Nott era Slytherin. Pero la forma en la que quería arrancarle aquella información no le acabó de convencer. Por lo que decidió ocultar el hecho de que Lucy Weasley estuvo presente en su interrogación. -Porque fue una de las víctimas. La vio palidecer. Algo que no tenía sentido. Ese muchacho la había convertido en aquello. ¿Por qué no se alegraba? ¿Qué retorcida mente tenían los Slytherin? Claire Jenkins volvió a arquear la espalda. Alzó aún más la barbilla. -Es mi hora de mi exfoliación -Anunció. -Si no le importa, puede marcharse. Monique parpadeó. ¿Quién se creía que era esa muchacha? -Nos vemos mañana -Dijo entre dientes. -Si no me convierto en un monstruo antes -La escuchó susurrar al marcharse.
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