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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Lunes 25 de Enero de 2021, 16:18 [ Más información ] Tweet
(V) Capítulo 44: Otro secreto más (I)
Scorpius Hyperion Malfoy creía que, en el momento de subir su baúl al Hogwarts Express y aventurarse al verano que le esperaba, nadie estaba en peor situación que él. Nunca le gustaba dramatizar los hechos. Y, sí, podría ser estrés residual de los T.I.M.O.S; ¡pero estaba en todo su derecho de pensar que no era el joven más afortunado del mundo precisamente! ¿Por dónde empezar? Los T.I.M.O.S. Aún no entendía cómo el Ministerio había sguido con ellos (y con los E.X.T.A.S.I.S), después de todo lo que había ocurrido. Después de que ya no tuviera sentido un examen que se solía utilizar para posicionar a los candidatos a empleos… Cuando, ¿iba a haber empleos o ministerio después de la Caída de Londres y de que todo el mundo muggle conociera la mágica? Gran incógnita aún. Que, por cierto, con todo lo que tenía en la cabeza, cualquiera podría imaginar que Scorpius no había dado lo mejor de sí. Además, los que le examinaron no estaban particularmente emocionados de ver a un Malfoy. Intuía que su nota no iba a depender tanto de sus capacidades. Y, en cuanto a sus capacidades como mago, ¿alguien había leído El Profeta últimamente? "El hijo de Draco Malfoy lanza una Maldición Imperdonable y sella su destino oscuro". Lo peor de todo era que los magos y brujas que leían El Profeta… Lo hacían ciegamente. Si había creído alguna vez que en Hogwarts nadie le señalaría con el dedo (lo cual no lo creía, pues su compañero de cuarto era Peter Glyne), solo tenía que publicarse un titular así para que la gente le mirara como si fuera Voldemort renacido. Oh, sí, tiempos aquellos en los que, cuando nació, El Profeta aseguraba justo aquello. ¿Y se le había ocurrido al periódico recuperar sus artículos? ¡Por supuesto! ¡Cómo no iban a hacerlo! Afortunadamente, tenía buenos amigos. Peter Greenwood había silenciado -mágicamente, sí -a todo aquel que se dirigiera a Scorpius para preguntarle por el artículo. La libertad de expresión estaba sobrevalorada para Greenwood. Rick Carter había mandado cientos de cartas de quejas al periódico, Hugo Weasley había formalizado una denuncia ante el Ministerio por desinformación, Lily Potter había amenazado con bate en mano a Peter Glyne y James Potter no había dudado en fortalecer las detenciones a los alumnos que no dejaban en paz a Scorpius. Incluso Bárbara Coleman había utilizado El Diario del Castillo para relatar una crónica mucho más real de lo que había ocurrido. Parecía cómo si todos los Guardianes de Hogwarts que estaban disponibles, quisieran asegurarse de que Scorpius estaba bien. Porque no todos estaban bien. Sebastian McKing se había ido de Hogwarts en cuanto Madame Longbotton se lo permitió; según Lyslander Scarmander, iría a casa de su madre a llorar a su padre. Él mismo también había necesitado un tiempo en casa cuando murió su padre y sabía que estar en casa no ahuyentaba los demonios. Cornelia Brooks había estado estudiando para los E.X.T.A.S.I.S y, tal y como todo el mundo sospechaba, era su técnica para evitar hablar de lo que había ocurrido. No como Lola Brooks, cuyo pasatiempo se había convertido en pedirle a los magos y brujas que le lanzaran hechizos para que rebotaran en ella. Y los devolvía. Es decir, le lanzaban un Silencio y el que se quedaba silenciado era el otro. Frank Longbotton, en cuanto le dieron el alta a Cross, se fue con ella a saber dónde. Y Camrin Trust estaba evitando a todo el mundo. Sería pura coincidencia que Carter hubiera empezado a salir con Heather, una Hufflepuff que ayudó en la Enfermería la noche de la Caída. A Scorpius le gustaba pensar que era coincidencia -que no eran celos, ni vergüenza, ni nada por el estilo. Porque no era propio de ella tener ojeras, ojos hinchados y un ánimo por los suelos. Algo pasaba que solo sabían Coleman y Rose Weasley. Rose Weasley le evitaba como la plaga. No le había contado a nadie lo que había pasado. No tenía un deseo de muerte cercano. Si recordaba bien, ella le había devuelto el beso. Bofetadas aparte. Estaba seguro de que había algo entre ellos. Y, siendo Rose un espíritu impredicible y contradictorio, había optado por no interferir en que ella asimilase lo que había ocurrido. Vale, Scorpius también lo estaba asimilando. No tanto el hecho, como lo que sentía. ¿Qué sentía? ¿Sentía algo? Como le había confesado a Albus, se sentía atraído por Rose -ahora mucho más, desde luego. No obstante, no tenía tiempo para ponerse a pensar en aquello. No cuando tenía tantas otras preocupaciones. Ya se encargaría de… ¿Hablarlo? ¿Y sus otros dos mejores amigos? ¿Albus y Alice? Ni rastro de ellos. Lo último que supo de Albus fue, a través de su Patronus, que estaban bien. A salvo. Con Ginny Potter. Pero no sabían dónde. Ni cuánto tiempo. No sabían nada. Y, en aquel momento los necesitaba más que nunca. Porque su hermana, Theia Daphne Malfoy, había venido del futuro. Eso era lo que más le estresaba. ¿Por qué no iba a hablar con él? ¿Por qué era su madre la que le indicaba por carta que Theia se iba a quedar con ellos? ¿Por qué parecía que también le estaba evitando? Solo tenía una pesimista respuesta para Scorpius: en el futuro, Scorpius "selló su destino oscuro". ¿Debía ser eso? -Kyle me ha pedido que vaya con él a su compartimento, Scor -Musitó Peter Greenwood cuando ya tenían todo colocado en su compartimento. Frunció el ceño. Greenwood y Seb habían dejado de salir desde que era bastante obvio que Seb no tenía sentimientos por su amigo… Y si por Lyslander Scarmander o Hugo Weasley. ¿O los dos? Greenwood se lo había tratado de explicar. "Pluriamor" o algo así lo había llamado. No era como si Sebastian McKing estuviera en condiciones de cualquier situación compleja en ese instante… Pero Greenwood estaba muy ilusionado por él. -¿Kyle? ¿Kyle tu ex? -Arrugó el rostro. Esperó que no se notara su confusión. Greenwood chasqueó la lengua. -Perdona, amigo, pero nunca te he visto tan mal como cuando lo dejaste con él… ¿Estás seguro de que…? -No tengo sentimientos por él, si eso es lo que te preocupa -Interrumpió rápidamente Greenwood. Cruzó sus manos. -No creo que eso me suceda a mí… -Greenwood, quizás deberías… No sé, ¿quizás si quieres sentimeintos, deberías esperar a una persona con los que los tuvieras? Su amigo sacudió la cabeza. Ni él se había convencido por sus propias palabras, ¿cómo lo iba a hacer el experto en relaciones? ¿Cómo iba a escuchar un consejo de una persona que estaba asustado de enfrentarse al hecho de que había besado a la chica que creía que le gustaba? -¿Y cómo cubro mis necesidades mientras? -Inquirió Greenwood. Scorpius tuvo que sonreír. Agradecía a las estrellas que alguien hubiera puesto en su vida a Greenwood para obligarle a tener algo positivo en su vida mientras su alrededor se descomponía en mil pedazos. -Bueno… ¿Hay… otras formas? El otro muchacho, quien aún no se había sentado, bufó. Intuía que acabaría yendo a por Kyle-el-ex. Mala idea donde otra no estuviera. -Está claro que tú nunca has besado a nadie y te has quedado enganchado a eso…-Resopló. Oh, Greenwood, no tenía ni idea. -¿Ahora eres un adicto a los besos…? -Se me olvidaba que eras un puritano, Scor -Se mofó con una sonrisa de suficiencia. Scorpius enrojeció. Podría intuir a lo que se estaba refiriendo. No era como si, a sus recién dieciséis años, no hubiera pensado en algo menos puritano desde que tuvo sus manos en las piernas de Rose. -Ya me entenderás algún día… Aunque no es algo que Albus quiera saber, ¿no? A veces dudaba de si Greenwood sabía lo que había pasado entre Rose y él. Después, recordaba que siempre había tenido la costumbre de emparejar a Scorpius con las mujeres más cercanas a la vida de Albus Potter. Más, aún así, en aquel momento era más frecuente. -¿Y me vas a dejar solo por…? ¿Lo que sea que pretendas hacer con Kyle? Aquella vez, Greenwood soltó una pequeña carcajada. -Eres ya mayorcito, Scor -Le dio una palmada en el hombro. -Además, ¿no eres Prefecto? Haz tus rondas y eso… El joven Prefecto -les habían dejado tiempo para los T.I.M.O.S, pero nadie debía olvidarse de sus obligaciones en el tren de vuelta - lanzó una bocanada de aire frustrado. Rondas con Rose Weasley, ¿nadie lo recordaba? Había estado intentando sacarlo de su mente desde que lo habían anunciado. -¿Algún sitio que creas que deba evitar? -El baño del tercer vagón -Contestó casi de inmediato. Scorpius le reprochó con la mirada. -¿Qué? -Greenwood dramatizó su indignación. Suspiró. -No espero que entiendas el morbo de montártelo con alguien en el baño de un tren… -¡No quería la imagen en mi cabeza! -De nada, Scor, sé que en el fondo te gustaría unirte… -¡Greenwood! ¡Basta! -Lanzó los brazos al aire. -Siento decírtelo, Scor, pero prefiero a otras personas gritando mi nombre… -Soltó antes de lanzar una carcajada y marcharse con Kyle-el-ex. Cerró la puerta del compartimento. Exhaló aire. Se llevó la mano a la frente. ¿Por qué su amigo nunca podría controlar sus hormonas? Entonces, le vino a la mente una posibilidad de por qué Peter Greenwood no buscaba sentimientos. Y no fue fan de su hipótesis. Sabía cómo Greenwood miraba desde hacía tiempo a Albus -quien estaba desaparecido con la amiga de la que estaba enamorado. Si Scorpius tenía razón, no le extrañaba que Greenwood quisiera buscar su lamento en el baño del tercer vagón. Arrastrando los pies, se acercó al vagón de los Prefectos. Vio, a lo largo de todo el tren que recorrió, cómo nadie estaba con el ánimo subido. No podían olvidar que el tren se acercaba a un Londres que había sido destruido. ¿Qué habría sido de las familias de los nacidos de muggles? ¿Cómo estaría la estación cuando llegasen? ¿Volverían a Hogwarts? Entró en la reunión unos segundos antes de que empezara. James Sirius Potter, con su placa de Premio Anual, estaba en frente de todos ellos. Con las bajas cubiertas. Ethan Binns había ocupado el puesto de Albus Potter al lado de Isabella Zabini. Mierda, no recordó que una de las cosas que su madre le dijo en la carta fue que acogerían a aquella muchacha por "la antigua amistad que Draco había tenido con el padre de Bella". El Profeta se cebaría con ellos como se enterasen. Para sorpresa de todos, Claire Jenkins no era la que portaba la placa de Premio Anual. Algunos habían escuchado que había sido a trasladada a San Mungo porque había desarrollado una enfermedad. Nadie divulgó un rumor maligno hacia la Slytherin, lo cual se agradecía. Scorpius no sabía qué había sido de ella desde hacía un mes. Pero Cornelia Brooks ocupaba su puesto aquel día. Y no pudo evitar sentir cierto orgullo hacia aquella muchacha. Tampoco pasó inadvertido cómo los prefectos suspiraban ante la pareja. ¿Los rumores de que Cornelia y James estaban juntos? James los confirmó todos cuando besó a Cornelia al acabar eufórico su último exámen de E.X.T.A.S.I.S. Los que sentían envidia hacia ellos no sabían que condenados que estaban esos dos. Aunque era inevitable querer tener lo que ellos tenían, solía pensar Scorpius. ¿Qué alguien enfureciera como James porque la otra persona se ponía en peligro? ¿Qué alguien buscara entre la celebración de la Copa de la Casa a James como lo hacía Cornelia? ¿Mirarse como lo hacían ellos? ¿Todos los gestos que creían que parecían desaparecibidos? ¡Ojalá alguien le mirara a él con la misma admiración de Cornelia hacia James cuando el Premio Anual hablaba sobre cómo sería aquella ronda! ¡Y parecían ni darse cuenta! -…No estoy pidiendo que luchéis, pues no es vuestra obligación -Decía James Sirius Potter. -Os dejo a vosotros decidir si merece la pena o no actuar -Scorpius frunció el ceño. ¿Qué clase de charla estaba dando James exactamente? -Neville Longbotton os eligió a todos por un motivo… Cuando piséis el andén, nada va a volver a ser igual. Hoy todos van a estar nerviosos… Nuestro deber es que sea un paseo tranquilo a un destino caótico -James suspiró. Scorpius asintió. -Quiero que lo entendáis también para el próximo año que yo no estaré… El director os dio responsabilidad… Usadla -Ordenó. Se oyó una persona dar las palmas. Aplaudir. Unos Hufflpuff secundaron el aplauso de Cornelia Brooks. Los Gryffindor, Slytherin y Ravenclaw se unieron en seguida. Scorpius se encontró así mismo aceptando que no había mejor líder, ni uno tan natural, como James Potter. -A efectos más ordinarios -Dijo Cornelia Brooks. -No dudéis en llamarnos si necesitáis algo durante el viaje. Todos asintieron. Vio en sus compañeros prefectos una sonrisa tímida ante el liderazgo de aquellos dos. Se complementaban. Eran todo lo que necesitaban en Hogwarts. Una parte de Scorpius se entristeció al recordar que no volverían. No sabía qué habían decidido hacer después de acabar Hogwarts. Pero les deseaba lo mejor. -Malfoy, vamos -Le dijo Rose Weasley. No pudo evitarlo. Respiró y resopló profundamente. ¡Error! ¡¿Cómo se le había ocurrido?! Rose Weasley le miró como si fuera lo más destestable del universo. No la culpaba. Era la primera vez que se dirigía a él después del beso y él se había mostrado totalmente indiferente. O, más bien, como si aquello fuera una tortura. -Yo… -Intentó explicarse. ¿Cómo lo hacía? Rose Weasley lo arrastró hasta fuera del vagón para empezar a ser las rondas. ¡Otro error! Al sentir su mano sobre su muñeca, sintió que su piel se abrasaba. Enrojeció. Ocultó su rostro mirando hacia el suelo. Estuviron caminando durante media hora sin decir absolutamente nada. Centímetros separándose entre ellos. Miles de formas de romper el silencio cruzaron por su mente. Ninguna de ellas le pareció apropiada. La miró de reojo un par de veces. Rose Weasley tenía el rostro más fino -¿habría adelgazado en una semana? Sus ojos estaban cansados, su indomable pelo sujeto en una cola de caballo y jugaba con su colgante mientras miraba distraída a través de la ventana. -Siento lo de El Profeta -Dijo finalmente Rose Weasley. Lo dijo en voz baja. Como si no quería que nadie le escuchara. Al menos, era un avance. -No pasa nada… No es como si parte de lo que decían fuera mentira, ¿no? -Intentó reírse ante su propia desgracia. La notó estremecerse. Matar a Tristán McOrez no debía ser infravalorado. Ni tampoco la amenaza de Lucius Malfoy. Ni el hecho de que pensar en aquella noche también era pensar en su beso. -Tú siempre has tenido la razón, Malfoy -Resopló de la nada Rose. Tuvo que mantenerse en silencio un momento para comprobar que aquello había sido de verdad. Rose Weasley dándole la razón. ¿Qué demonios? ¿Por qué? -Pero soy un hipócrita…- Recapacitó en voz alta. -Justo lo que te dije… Lo que te acusé de hacer… Lo he hecho. No era necesario explicar a qué se refería. Ambos lo sabían. Ambos recordaban que, hacía justo un año, Scorpius Malfoy acusó a Rose Weasley de dejarse llevar por sus emociones al intentar matar a Zoe McOrez, mientras su madre se moría en los brazos de él, quien finalmente la salvó. Exacto. Un hipócrita. -El mundo es mucho mejor sin Tristán McOrez, te lo puedo asegurar -Bufó Rose. Detenidamente, Scorpius la observó durante un momento. ¿Era alguien tomándole el pelo con poción multijugos? ¿Por qué Rose Weasley estaba tan receptiva a una conversación cívica? ¡No se quejaba! Pero le extrañaba… Demasiado. De repente, se dio cuenta de que, al haberse detenido en mitad del pasillo, Rose se giró hacia él. Estaba en frente de él. Y fue consciente de todo lo que le rodeaba. De los labios frondosos de Rose Weasley. De sus largas piernas. De cómo los mechones rojizos le caían sobre el rostro lleno de pecas. No supo de dónde sacó las fuerzas para empujarla contra la ventana y besarla. -¿Puedo preguntarte una cosa? -Logró decir. Su voz más grave de lo habitual. - Claro -Respondió en un hilo de voz. Scorpius tenía tantas cosas en la cabeza que no pensó antes de hablar. -¿Por qué tu Patronus es un dragón? -Soltó. Se arrepintió al instante. Mierda. Rose se sonrojó. Y, no, no le golpeó, ni lo maldijo ni salió huyendo. Pero la vio batallar en su interior por encontrar una respuesta. Scorpius era imbécil. -Bueno… Yo… No lo sé -Se rindió. -Intenté pensar en mi familia cuando lo convocaba, pero no funcionó. Supongo que no me da pura felicidad aunque quiera creerlo… Me da más bien competetitividad… Scorpius frunció el ceño. -¿Entonces? ¿En qué pensabas? -Quiso golpearse a sí mismo por insistir, más parecía que sus palabras iban por un canal diferente al de la razón. Esta vez, Rose Weasley tensó sus labios. Que era lo único que estaba observando Scorpius. Probablemente tendría las mejillas sonrojadas y Scorpius no tendría ni idea. -¿Por qué me lo preguntas? -Preguntó la bruja detenidamente. Buena pregunta, por cierto. Él también se la hacía. Aunque, como decía el proverbio sabio que nunca le había gustado seguir, "de perdidos al río". Vaya chapuzón iba a darse. - Creo que lo sabes, Weasley…-Y le sonrió con suficiencia.- Compartimos Patronus. -Lo siento -Dijo repentinamente. Oh, mierda. -No… No lo sientas… -Se apresuró a excusarse. -Quiero decir… No sé lo que quiero decir -Se rindió. - Siento haberte preguntado por tu Patronus… Sé que es algo muy íntimo… Yo… Yo pienso en mi padre. Sus labios se relajaron. Inclusó sonrió. La baza del padre que había muerto era una escapada cobarde. Pero no quería morir joven, ¿eh? - Lo sé -Susurró. - ¿Lo sabes? -De nuevo, su sonrisa de sufciencia apareció sin poder evitarlo. Y sus labios la imitaron. -No hace falta ser un Rompemaldiciones para haberlo advininado -Se burló, mientras arrastraba sus palabras seductoramente. Scorpius se inclinó hacia ella. Y ella alzó las puntas de sus pies para alzarse a él. Él extendió su mano hacia su cuello para sostenerlo y acercarla más a ella. Sus pupilas bañadas en un azul zafiro se dilataron. Contempló fascinado sus labios abrirse a los suyos. Y todos los relámpagos de todas las tormentas se desataron en su interior. -¡SCOR! ¡ROSE! -Gritó una voz a sus espaldas. Los muchachos se separaron como si se quemaran. Scorpius tragó saliva y se lamió los labios, mientras que Rose se retiraba los mechones de pelo del rostro. No dejaron de mirarse en segundos, hasta que el dueño de la voz se acercó a ellos y puso una mano sobre el hombro de Scorpius. -Rick -Le saludó Rose, encontrando su voz rasposa. -¿Qué…? ¿Qué te pasa? Fue suficiente para volver a la realidad. Scorpius se encontró al que se había convertido en uno de sus amigos con una expresión de preocupación que nunca había visto en él. Scorpius volvió a tragar saliva. Debía esconder a su mente que estuvo a punto de besar -otra vez- a Rose Weasley. Y, Merlín, aún sentía todas las emociones a flor de piel. -¿Podemos hablar? Necesito vuestra ayuda… -Rogó Carter. -Es Camrin. Sin permiso de los prefectos, los metió en un compartimento… En el que no estaba Camrin. Sino nadie. Es decir, los tres solos. Scorpius Malfoy no entendió muy bien en qué conversación se había metido. Vio cómo Rose Weasley no se sentó. Sino que se puso, con los brazos en jarras, delante de Rick Carter y con una mirada furiosa que solía dedicar a él. -¡Por fin te has dado cuenta! ¿No? -Le gritó. -¡Eres un imbécil, Carter! -Le dio un puñetazo en el hombro. -¡Un insensible! ¡Egoísta! ¡Arrogante…! ¡No te mereces ser su amigo! Carter se rozó el hombro con un gesto de dolor y suspiró, mirando al suelo. -¡No tengo la culpa de que los rumores no ayudaran! -Intentó defenderse. -Además… ¡Ni siquiera me dirigía la palabra…! -Pero… ¡Si ni siquiera has hecho nada por hablarle tú! -Bueno, creía que no quería hablar conmigo… Scorpius se rascó la barbilla. -¿Entonces Trust está celosa de Heather? -¡NO! -Gritaron los Gryffindor al unísono. Scorpius se escudó con las palmas de sus manos. -Vale, vale, entonces… ¿qué pasa? -Que soy un imbécil -Dijo, rendido, Carter. -Pero eso ya lo sabíamos, Carter -Se mofó Scorpius. -Es serio, Scorpius -Dijo con un tono ácido Rose. Aunque, ¡oye! Dijo su nombre. -Nuestro amigo Carter se ha creído todo este tiempo que lo que que le pasaba a Camrin era que estaba celosa porque Carter hubiera empezado una relación con Hallaway… -Todo el mundo estaba diciéndome eso… -Insistió Carter. -¿Quién es todo el mundo, Carter? -Le cuestionó Rose. -Porque Coleman y yo sabíamos todo… Y tus otros amigos -Aquí señaló a Scorpius. -No tienen ni idea de nada cuando se trata de sentimientos… ¿Había alguna indirecta hacia él en aquel comentario? Lo parecía. Más Scorpius no quiso cavar su propia tumba. -James tenía razón…Debería haber hablado con ella desde el principio… Rose se retractó de decir algo y pareció pensárselo mejor. -Aunque mi primo no sea tampoco el más indicado para este tema… -¿Por qué? -Quiso saber Scorpius. -James es el ex de Trust, ¿recuerdas? -Espetó Rose. -Da igual… -Se rindió. -Lo que le pasa a Carter es que se ha dado cuenta de que no es el ombligo del mundo… De que Cam no estaba evitándolo porque estuviera celosa… Sino que estaba evitando a todo el mundo porque está sola… En el sentido de que, en el mundo está sola… O… ¿Cómo lo explico? Examinó cómo Rose Weasley pretendía aclarar algo sin dar detalles que, tal vez, Camrin Trust no quería que se divulgaran por ahí. De ahí que estuviera evitando a todo el mundo. -Los padres de Camrin siempre han estado reacios a que Cam fuera bruja -Comenzó a decir Carter. Se encogió de hombros cuando le fulminó Rose con la mirada. -Rose, es Scor… No creo que a Cam le importe que él lo sepa… -Scorpius frunció el ceño. -Los padres de Cam nunca han aceptado que sea bruja, hablando rápido… Ya sabes cómo son algunos muggles cuando descubren que hacía veintitantos años un mago oscuro intentó matarles a todos -Scorpius asintió, aunque nunca se hubiera parado a pensarlo. Tenía sentido. Tampoco había sabido nunca que los padres de Camrin Trust fueran de ese tipo de personas con miedo al mundo mágico. -Imagínate cuando… No solo han visto a a magos y brujas y criaturas mágicas atacar su ciudad y reducirla a cenizas… Sino que en uno de los vídeos que los muggles han transmitido por todo el mundo sale su propia hija lanzando hechizos para noquear a otros magos y fuego saliendo de su varita… Se hizo un silencio en el compartimento. Carter puso sus manos en su rostro para ocultarlo. Le dio unas palmadas en su espalda. Era lógico que se sintiera mal consigo mismo. Había dejado de lado a su mejor amiga cuando más la necesitaba. -Los padres de Camrin no quieren que vuelva a su casa -Concluyó Rose Weasley. -Tienen miedo de ella -Aclaró. -No quiero ni imaginar cómo debe ser estar en su piel ahora mismo… -Sacudió su cabeza y se sentó en frente de Carter. -Y tú eres un imbécil -Le recriminó. Su amigo asintió vehementemente. -Le he pedido que venga a mi casa en verano y me ha lanzado un Desmaius -Confesó en voz baja. -Cuando me he despertado he venido corriendo a vosotros… Porque quizás podría quedarse con alguno de vosotros -Les pidió. -Coleman tiene unas prácticas en un periódico con su tía abuela en verano y Cam no quiere ir con ella y molestarla… -¿No te ha dicho a dónde va? -¿Qué parte de "me ha lanzado un Desmaius" no has comprendido? -Le reprochó a Scorpius. -Va con Seb -Aportó Rose Weasley. -Le ofrecí la Madriguera… Pero prefiere estar cuidando de un amigo que cuidándose así misma… Ya sabéis cómo es. -¿¡Con Seb?! -Inquirió, atónito, Carter. -¿Por qué se iría con Seb? -Es su amigo, Rick -Le recordó Rose. -Quizás si no la hubieras ignorado esta semana, se habría ido contigo… -Lo dudo -Suspiró Carter. -Es que deberías haber sido más comprensivo con ella cuando te besó -Intentó aportar Scorpius. Recibió una larga bocanada de aire de Carter. Volvió a hundir su rostro en sus manos. -No sé... -Sacudió su cabeza. -Supongo que para ella fue diferente. No quiero decir que... -Vio la mirada restrictiva de Rose Weasley. -Es Camrin. Es mi mejor amiga...- Se encogió de hombros. -Me hubiera gustado una experiencia cósmica y poder compararla para saber si Heather...¿Sabéis cuando besas a alguien y te das cuenta de que solo quieres besar a esa persona el resto de tu vida? -Les preguntó. No supo que expresión puso ante su amigo. Tampoco se atrevió a ver la expresión de Rose. -Oh, ¿lo sabéis? -Por supuesto -Rose se aclaró la garganta. -Solo quiero besar a Perry a partir de ahora... -Claro-Se burló Scorpius. -Cualquiera diría que me estáis ocultando algo, cazadores -Les acusó.
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