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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(V) Capítulo 32: La independencia de los soldados (II)
No cabía lugar a dudas que los Delacour sabían celebrar una boda incluso en tiempos oscuros. Las hermanas Delacour eran la prueba de ello. Y la resaca de Dominique Weasley también. Su tía Gabrielle se había casado con Dean Thomas. Gabrielle Thomas desde aquel momento. Había sido una boda íntima. Habían acudido solamente los que eran imprescindibles. Recordó a su hermana Victoire con Remus en brazos, a sus padres, a sus abuelos Delacour. También a Bastien Lebouf, quien había decidido encargarse de Remus durante toda la noche para que Victoire y Dominique pudieran tener una noche de hermanas -lo que significaba que había regalado a Vic una noche para emborracharse. No lo hizo. Vic casi nunca lo haría. No casaba con su reputación. Pero sí bailó con ella. Y ella bailó con los Aurores amigos de Gabrielle. Con Bastien -quien, descubrió, parecía enamorado de su tía y había tenido una cara larga durante toda la velada hasta que Vic lo sacó a bailar. Por alguna razón, Gabrielle había invitado también a su tío Ronald y a su tío Harry. Algo referente a que le debía la vida. ¿Ella y todo el mundo mágico? Había vuelto -había sido su tío Ron el que la había llevado, pues se habría desmembrado de haberse aparecido -al apartamento que compartía con su prima Lucy. Estaba dormida, probablemente debido a su "sueño reparador". No vomitó como podría haber hecho. Sino que se acurrucó en la antigua cama de su tío Charlie. Debería haberse tomado una poción para la resaca. Más no tenía fuerzas. Lo único que había molestado su sueño -y no, Lucy era tan siligosa como presumida, gracias a sus maravillosos Muffliato para el secador a las cinco de la mañana antes de ir a la Academia de Auror-, fue una lechuza tocando en su ventana. Era la primera vez que veía a esa lechuza desaseada y de color marrón. Quitó el pergamino de su delicada pata. Y dejó que merodeara por su dormitorio mientras leía la nota. "No hay nada mejor para tu resaca que una cerveza de mantequilla en las Tres Escobas. Te espero a las diez. M" Lanzó un gruñido largo. ¿Cómo sabía que tenía resaca o lo que había hecho ayer? Ah. En cuanto deshechó la idea de que era un perturbador admirador suyo, recordó que ese Auror que le ordenaba una cita con ella trabajaba para los mismos Aurores que la habían tenido que llevar a rastras hacía unas horas para su casa. ¿Qué le habría contado a su tío Ron para que mandara al Auror más competente tras ella? Solo que el Auror más competente resultaba ser... ¿Qué era Moonlight para ella? Lucy no dudaba en llamarle "su novio". Arrugó la nariz. Acarició la lechuza. Se sentó en su escritorio para escribir una respuesta. ¿Qué era Moonlight? Sí, quedaban de vez en cuando para una cerveza después del trabajo. Se había quedado a dormir en un par de ocasiones -algo que Lucy señaló como "será un Auror entrenado pero no ha podido poner un maldito Encantamiento Silenciador". No pudo verla a la cara durante dos días de la vergüenza. ¿Eran amigos? No se sentía como si tuviera la misma relación que había tenido él con Willa Hegarty. Ni -oh, no-ella con Nick. Él había dejado Luperca por ella. No había sido fácil -sobre todo, Vic le había dicho que tuviera cuidado con una persona tan impredecible. "Me esperas a las once. D" Si él no se iba a esforzar en escribirle de manera decente y educada, ella tampoco. Y ni por asomo estaría preparada a las diez. Tenía que darse una larga ducha para despejarse. Quitarse el olor a sudor. Quitarse el vestido que había llevado para la boda. Y tardaría unas largas horas de relajación. Cuando se hubo arreglado, pensó en qué ponerse. ¿No era aquella la cita que le debía en Hosgmeade desde hacía años? ¿Debía arreglarse? Frotó sus ojos. Cogió unos vaqueros y una blusa esperando que sus genes veela hicieran el resto. Se tomó una poción para la resaca. Y calentó la taza de café que Lucy siempre dejaba para ella -lo cual era un gesto que agradecía infinitamente, incluso cuando su prima no solía querer interactuar con ella muy a menudo. Se paseó el peine por el cabello dorado. Y decidió dejárselo suelto. Lanzó unos polvos flú a la chimenea cantando el nombre de las Tres Escobas. Se limpió las cenizas que quedaban de haber salido por una no tan limpia chimenea. Y frunció los labios al darse cuenta que estaba en Hogsmeade. Vio a varios alumnos que habían decidido escaparse aquel domingo a por unas cervezas de mantequilla. No vio a ninguno de sus primos. Se sintió aliviada. No quería que fuesen divulgando por la familia que estaba saliendo con Alexander Moonlight. ¿Estaba saliendo con Alexander Moonlight? Él no le había pedido salir. Era como si todo se hubiera dado por hecho. Suspiró. Sabía que Vic no estaría contenta de saber que no había hecho casi a ninguno de sus consejos. Y que su madre probablemente no estaría encantada con que hubiera elegido al mismo licántropo que arañó su espalda como compañero -literalmente -de batallas. Y, sí, se negaba a llamarle de un modo más... Formal. Aquello no había salido bien la última vez. Entrecerró los ojos al ver que, por primera vez en mucho tiempo, Alexander Moonlight no llevaba ropa negra monocromática. No pudo evitar sentir los nervios en su estómago. Una se pensaría que era algo a lo que se habituaría. Pero estaba hablando de Moonlight. Moonlight. El hombre lobo que sonreía y podía derretir la Antártida. -Te sienta bien un poco de color -Comentó al sentarse en frente de él. Le envió una mirada sensual sobre su hombro. Esa fue su bienvenida. Tenía razón, ¿eh? Derretía. -¿En serio? -Dijo. -La mayoría de las mujeres piensan que estoy mejor sin nada. Fue Madame Rosmerta quien salvó a Dominique Weasley de aquello. Les había traído unas cervezas de mantequilla que el Auror habría pedido antes de que ella llegara. Le dio un sorbo vigilándole por encima de la espuma. Aún no estaba nada acostumbrada a que Moonlight la mirara así. Le hablara así. La tocara sin mirarla. Con la voz. Con los ojos. -Supongo que irás después a ver a tus cachorros, ¿no? -Optó por decir. -Oh, por favor, soy el Alfa… Ellos vienen a mí. -¿Cómo las mujeres? -Se mofó. -Dominique Weasley, sabes que…-Su tono serio cambió lentamente a una sonrisa de suficiencia.- Sí. De hecho, sí. Asintió con la cabeza y se lamió los labios. Se incorporó sobre la mesa y se acercó a ella. Todo su interior se tensó expectante. -Nunca se lo he dicho a ninguna chica antes -Confesó. Dominique Weasley se mordió su labio inferior. Muy pronto para grandes revelaciones. Demasiada resaca como para tomárselo en serio. Y esperó a que prosiguiera. -Bueno…-Miró hacia su cerveza de mantequilla, esquivando sus ojos. El pasó un dedo por la parte superior de los labios de Dominique. -No sé muy bien cómo decir esto -Exhaló profundamente. Retiró su dedo, lleno de espuma de cerveza, y se lo metió en la boca, saboreando la cerveza. -Me gusta mucho combatir las Artes Oscuras contigo, Weasley. Iba a ir al infierno por sus pensamientos. El muy imbécil sonrió sabiendo perfectamente lo que había provocado en ella. -Oh -Balbuceó. No podía encontrar pensamientos coherentes y fríos en ese momento. -¿Tú no tienes algo que confesarme, Weasley? -Utilizó su voz más profunda y gutural. ¿Por qué había elegido un sitio como las Tres Escobas si iba a comportarse así? -Yo... -¿Qué le decía? -Como... -Volcó su espalda sobre su propio banco. Alejándose de ella. Soltó el aire que había retenido sin darse cuenta. -Por ejemplo...-Dio un sensual sorbo a la cerveza. Sí, sí. Eso era un movimiento sensual. -¿Creía que no me iba a enterar de que me has robado el expediente de Delphini Riddle? Abrió los ojos de golpe. Sus cejas se alzaron al instante. Sus pupilas se contrajeron. Y soltó una exclamación de indignación ahogada. Mierda. -¿Me estabas intentando seducir? -Inquirió. Moonlight le dedicó su sonrisa más torcida. -¿Estaba funcionando? -Se cruzó las manos sobre su pecho. -Debo reconocer que me ha dolido un poco que utilizaras la excusa de que querías ver mi oficina para ello... -Comentó como si no estuviera hablando de que, en efecto, había hecho justo aquello. -Supongo que no me quejo de todo lo que hiciste en mi oficia -Añadió con un guiño. Solo lo había besado para distraerle mientras ojeaba el orden alfabético de sus ficheros. ¿Por qué estaba exagerando? -No sé de qué me hablas -Logró decir. -No quiero saber para qué lo necesitabas. Estaba claro que Moonlight no iba a acudir al principio de presunción de inocencia con ella. Siempre había sabido leerla bien. ¿No era una de las cosas que le gustaban de él? -¿Te he metido en un lío? -Le preguntó con una sonrisa traviesa. Pero le contestó una expresión seria. Ups. Tragó saliva. -¿Tú qué crees, Dom? -Le desafió. -Nuestro querido Potter ya no nos puede salvar el culo si vamos a las espaldas del Ministerio, ¿recuerdas? Mierda. -Mierda -Susurró. En su defensa, había robado el expediente para Lucy Weasley antes de que se desatara la guerra civil dentro del Departamento de Seguridad Mágica -de nuevo. Sus tíos le habían contado ayer -si de algo se acordaba bien, era de aquel tipo de conversaciones -que tenían una semana para desalojar todas sus respectivas pertenencias del Departamento de Seguridad Mágica. Habían puesto trampas para aquellos que quisieran ir a Azkaban. Y habían despedido a todos aquellos que simpatizaban con Harry Potter -y con el Ministerio de Magia. -Sí, Dom, mierda -Reiteró Moonlight. Hizo crujir sus nudillos. -Tienes hasta medio día para devolverlo a su sitio. Arrugó el rostro. No quería preguntar nada estúpido como "¿entonces esto no es una cita?" o "¿estás enfadado conmigo?". Porque sabía que la respuesta a todo se reducía al hecho de que habría revelado información comprometida a su tío Ron en su camino de vuelta al apartamento del tío Charlie. Así que se decantó por la siguiente pregunta. -¿Pretendes que vaya yo sola al Departamento? El Departamento de Seguridad Mágica era un campo de batalla en aquellos momentos. Había sido portada del Profeta el estado en el que la declaración de Whitehall sobre su motín lo había dejado. Solo se les permitía la entrada a los Aurores que Whitehall había aprobado personalmente -por suerte, Lucy Weasley no había perdido su puesto en la Academia -y a aquellos que solo podían ir a recoger sus cosas. -Tú sola lo sacaste de allí, ¿no? -Inquirió con una ceja alzada. Sintió el rubor llegar a sus mejillas. -Además, Whitehall considera que soy un peligro para él... Por lo de ser licántropo y leal a mis propios intereses -Se mofó ante una broma que tendría en su cabeza. -No quiero que vayas sola, si esa es tu pregunta -Añadió. La miró con intensidad. -Por eso tus tíos te están esperando... -Dio otro sorbo a su bebida. -A Whitehall no le gustaría saber que hay más gente en su contra de la que se piensa. Fuera del Ministerio, me refiero. -Esto... ¿Es idea de mi tío, no? Moonlight asintió con una expresión que le decía claramente que estaba cumpliendo órdenes y que, si fuera por él, ella no pondría un pie en aquella mina. O eso quiso pensar. -Le di a tu tío Ron cinco minutos para que estés dentro como la inocente sobrina de Harry Potter que está preocupada por él... Si sobrepasas esos cinco minutos, iré a por ti -Determinó con firmeza. -Soy veela -Rebatió ella. -Si ocurre algo, puedo incinerarles a todos... De hecho, podría... -No -Interrumpió Moonlight. -Sé que te gusta jugar con fuego... Pero no sabes de lo que es capaz Whitehall -Ella resopló. -Está matando a niños en Azkaban bajo las narices del Ministerio... Tiene encerrada a la hija del director de Hogwarts en sus salas de tortura... Y le ha declarado la guerra a tu familia -Concluyó con un puño sobre la mesa. -Te doy solo cinco minutos. Ella asintió. -Tengo que recoger el expediente de mi apartamento -Se atrevió a decir. -Por supuesto que ni se te ocurriría ocultarlo en algo como... No sé... ¿Gringotts? -¿Por qué iba a hacer eso? -¿Quieres que la comunidad mágica descubra que la hija de Voldemort está viva justo en los inicios de otra nueva guerra y que el Ministerio de Magia lo ha ocultado? -Recordó en un susurro. Dominique chasqueó la lengua. -Eso pensaba. Salieron de las Tres Escobas sin decir nada más entre ellos. No era el encuentro que Dominique tenía pensado. Y toda la resaca con la que se había levantado había desaparecido con aquel jarrón frío de realidad sobre su cabeza. De vuelta en su apartamento, Dominique sacó el expediente que había guardado en la parte trasera del cajón de los cubiertos de su cocina. Moonlight le cuestionó con la mirada. -Lucy -Respondió simplemente. Porque Lucy era la que había decidido guardar aquello allí. Estaba entrenando para ser Auror, desde luego. Tenía ciertas manías controladoras y paranoicas con las que Moonlight estaba de acuerdo. Y alababa la presencia de Lucy Weasley en su piso. Decía que creía que estaba más segura con una figura protectora. Dominique había escondido la risa. Seguramente no habría dicho aquello de Lucy Weasley si la hubiera conocido tanto tiempo como Dominique. Llegaron al Ministerio. Muchos empleados saludaron con cierto temor y otros con cierto respeto a Moonlight. Incluso cuando era un Auror con buena reputación en cuanto a su competencia, aún había personas que se alejaban de él solo porque era un licántropo. A ella, en cambio, nadie la reconoció como una Weasley. Era una de las razones por las que estaba orgullosa de su pelo rubio. Al subir al ascensor, dejaron que unos empleados de mantenimiento salieran. Y entraron al cubículo quedándose solos y pulsando el botón hacia el segundo nivel del Ministerio. Al cerrarse las puertas, sintió la mano de Moonlight hacer presión sobre su muñeca. No tardó en tirar de ella hacia él. Coger su rostro rápidamente. Y besarla ferozmente. -Segundo Nivel -Anunció la voz del ascensor. Haciendo que la pareja se separara casi al instante. -Departamento de Seguridad Mágica. Lugar de la Oficina del Uso Incorrecto de la Magia, Servicios Administrativos... Dejó de escuchar la voz cuando Moonlight la empujó hacia afuera y salió a los pasillos con ella. Tras aquel beso, sintió todas sus energías renovadas. Le miró con curiosidad. ¿Le habría traspasado la energía como los licántropos y sus Ajayu podían hacer? Para su sorpresa, el Auror asintió con seriedad. ¿Habría leído su mente? Volvió a empujarla hacia la Oficina de Aurores. -Cinco minutos -Le recordó. Ella asintió. Confirmó que llevaba su varita con ella y el expediente escondido en su blusa. Solo un pervertido se daría cuenta de que llevaba algo con ella. Siguió los pasos de algunos Aurores que la vieron hacerse su camino hacia la frontera que había creado Whitehall. Sonrió para sí. Uno de los Aurores que estaban en la puerta asegurándose de que no entrara nadie sospechoso era Leo Livingston, el antiguo Ravenclaw y capitán del equipo de Quidditch que, en más ocasiones de las necesarias, le había pedido una cita. Sabía que era uno de esos Ravenclaw presumidos, excéntricos y arrogantes. Pero ella era veela y tenía otras cualidades mágicas a su favor. -¡LEO! -Gritó, haciéndose hueco entre los empleados y Aurores que intentaban entrar a la Oficina de Aurores. -¡LEO! El joven Auror que debía tener la edad de su hermana mayor y que giró su cabeza rápidamente al reconocer la voz de Dominique. Se ruburizó hasta los extremos. Dominique cambió su sonrisa triunfante interna por una expresión de frustración, desesperación... Una damisela en apuros para Livingston. -¿Dominque Weasley? -Inquirió. La ayudó a acercarse a él. Ignoró las miradas del resto de Aurores al escuchar su apellido. -¿Qué haces aquí? Se abalanzó sobre él y le dio un abrazo. Pudo sentir las dagas que le estaría lanzando Moonlight en su nuca. O a la cara de Livingston. Fingió que sollozaba y rozó su frente con su cuello. El cuerpo del muchacho se relajó poco a poco. Lo escuchó aclararse la garganta. -¡Mi tío! -Se lamentó Dominique. -¡Mi tío Harry! ¡Está ahí dentro...! -Hipó un sollozo. Porque si todo el mundo había creído durante años que Dominique era la Weasley delicada, había sido gracias a fingir, en incontables ocasiones, que lo era. -¡No entra en razón! -Añadió. -Oh... Dominique -Dijo en lo que supuso que era su tono más enternecedor. Se estremeció en sus adentros. -Tú... Esto... No puedes entrar -Le susurró. -Son órdenes de arriba -Añadió con una mirada de disculpa. ¿Órdenes de arriba? ¡Por encima de ellos estaba el Ministerio de Magia y habían dado patadas a su autoridad! Intentó calmarse. Se separó de su torso y lo miró como si fuera el único que pudiera salvarle. Había perfeccionado esa mirada cada vez que Hagrid no la dejaba deambular cuando quisiera por el Bosque Prohibido. -Pero... -Hipó de nuevo. Escuchó bufidos a su alrededor. -¿No lo harás por una vieja amiga? -Extendió su seducción veela sin que nadie a su alrededor se diera cuenta. Se mordió el labio inferior como si una negativa le fuera a romper el corazón. Victoire le había enseñado hacer aquello ante su padre. -Te lo agradecería con una cena, Leo -Añadió. Aquello hizo el truco. Hombres. -De acuerdo -Susurró. -Pero... -Miró desangelado a la línea de Aurores que lo miraron con cara de pocos amigos. -Date prisa -Le apremió. Oh, sí, cinco minutos. Literalmente corrió por la Oficina de Aurores hacia el despacho de Moonlight. Nadie lo habría visto sospechoso. Pues todos estaban corriendo. Moonlight tenía razón: no se había imaginado lo que podría hacer Whitehall. Tenía a Aurores apresados. Otros lanzando Maleficios hacia aquellos que pretendían llevarse cajas de expedientes. No encontró a sus tíos. Pero sí la puerta del despacho. Y allí estaba su tío Harry Potter. Le extendió la mano. Dominique le dio el expediente. Lo guardó rápidamente en uno de los casilleros de Moonlight. Suspiró. Se quedó rezagada. Harry Potter le tendió otro expediente. Dominique atisbó el nombre. Lola Morgan. -¿Qué...? -Whitehall no puede descubrir quién es verdaderamente Lola Morgan -Explicó simplemente su tío Harry. Oh. ¿Debía devolver un expediente pero Harry Potter se aseguró de robar otro? Frunció sus labios. No, no debían saber que la muggle a la que interrogó el Departamento hacía dos años era, en realidad, la descendiente de Morgana necesaria para su retorno. -Llévatelo... No sospecharán de ti. Una voz que resonó a través de toda la oficina de Aurores les interrumpió. -¡SE OS ACABÓ EL TIEMPO! Dominique miró con urgencia a su tío. Este la sacó rápidamente del despacho. La arrastró por toda la oficina. Ella le agarró del brazo. Tenían que salir los dos de allí. Unos Aurores los empujaron hacia la salida. Se sumaron a una avalancha de Aurores que luchaban por salir de alí tropezándose entre ellos y huyendo de la varita que Whitehall no dudaría een usar contra ellos. Se tambalearon y lograron alcanzar a Moonlight en el pasillo. La joven veela se giró para ver cómo Edward Whitehall se subía a un improvisado atrio en la puerta de la Oficina de Aurores. Conjuró un Encantamiento de Protección sobre la puerta. Y se dirigió hacia todos los que se encontraban allí. Moonlight entrelazó sus dedos con los de ella. Se aseguró de que el expediente de Lola Morgan no era visible dentro de su blusa. -¡SOLO CRUZARÁ AQUEL QUE ESTÉ DE ACUERDO CONMIGO EN GANAR ESTA GUERRA! -Se oyó a alguien corear en favor de aquello, seguido de una serie de gritos de guerra que estremecieron a Dominique hasta la médula.- ¡AQUEL QUE APOYE NUESTRA POLÍTICA DE ATAQUE! ¡AQUEL QUE ME TRAIGA LA CABEZA DE IVONNE DONOVAN Y DE TODAS SUS DESCENDIENTES! Dominique rugió en su interior. Moonlight detuvo la varita que estaba a punto de sacar para cerrarle el pico a ese acento americano del sur. No podían hacer eso, ¿no? No podía a los Aurores que antes habían protegido a Ivonne y a las hermanas Brooks obligarles a asesinarlas. Los Aurores no asesinaban. Sin embargo, el unánimo grito de apoyo de los Aurores que respaldaron a Whitehall le dijeron lo contrario. Querían acabar con la guerra a su manera. -Tengo que avisar a James -Gruñó Harry Potter. A Dominique se le cayó el alma el suelo. Su primo James. El muchacho que se apropió de una mirada perdida cuando Ivonne Donovan se llevó a esa joven que había traído a Luperca tras la Batalla del Hielo. Toda Luperca los había visto conectar como Ajayu. Y ahora esa joven era buscada también por el Departamento para acabar con su vida. Se mordió el labio. Ojalá todo fuera sencillo. -Maldito Whitehall... -Moonlight comenzó a maldecir por lo bajo con otras palabras que Dominique muteó en silencio. Él era su Alfa. Él tenía una conexión especial con su cachorro. -Todo esto es mi culpa -Susurró su tío Harry. -Harry...-Comenzó Moonlight. Dominique tenía otra cosa más urgente en su cabeza en lo que pensar. Algo que, justo en aquel instante, se le vino a la mente. -Lucy está con él -Recordó. Sintió la mano de Harry Potter sobre su hombro. -Y esperemos que encuentre a Louis antes de que lo haga ese monstruo.
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