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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Lunes 25 de Enero de 2021, 16:18 [ Más información ] Tweet
(V) Capítulo 12: Explosión mental (II)
Oh, esa era la educación que Lola tenía. Sonrió hacia James. Y James acudió a ella. Sintió todas las miradas sobre ella cuando James Potter la abrazó. Bueno, quiso enseñarles el dedo corazón a todos. Pero no estaba en un instituto muggle y no supo cómo se lo tomarían. Se lo preguntaría a Rose Weasley. Sinceramente necesitaba encontrar a esa muchacha. Esperó que no fuera una recluida y rata de la biblioteca como su hermana. Necesitaba acción. Necesitaba un cómplice de aventuras. Si algo recordaba de Rose Weasley, era que estaba dispuesta a hacer un striptease en mitad de una fiesta privada y que le encantaba el karaoke. James la soltó. Se suponía que ahora debía hacer lo mismo con Cornelia, ¿no? Pero mantuvo su distancia. Lola podía sentir la atracción que uno sentía por el otro en su propio estómago. Vaya autocontrol, chicos. Se preguntó si se habían besado. Miró a su hermana -saludó a James asintiendo con la cabeza. Eso respondió a su pregunta. Sacudió su cabeza. -¿Su majestad nos ha deleitado con un poco de su tiempo para…? -Se mofó Lola. Los ojos de James seguían fijos en Cornelia. Si alguien no le daba una bofetada, el mundo se iba a dar cuenta de que la baba le había empezado a salir. El mundo menos Cornelia, claro estaba. -Vengo a acompañaros a la Torre de Gryffindor -Les anunció. Le mostró a Lola una sonrisa. -Sé que no has podido ser valiente y noble… Pero los leones te acogeremos -Se llevó una mano al pecho como si estuviera haciendo un juramento. -¿Y por qué no vienen las dos a Ravenclaw? Si su hermana es Ravenclaw… Así tendrá la experiencia de su propia Casa… -Sugirió Peter McGregor. Lola supo que lo decía con inocencia. Pero su hermano, el Pulpo, asintió. Arqueando una ceja a Cornelia para saber qué opinaba. Cornelia se aclaró la gargata. Iba a despacharlos fácilmente con educación. O algo así. -Son órdenes del director Longbotton -Les mintió. Eran órdenes sí. Pero era una sugerencia que había hecho James Sirius Potter. El muchacho que alzó las cejas sorprendido y tuvo que esconder una sonrisa de suficiencia. Lola le dio un codazo. No estaba haciendo buen trabajo en esconderla. -Oh -Dijo simplemente el Pulpo McGregor. -Puedes venir siempre a tu Casa, Lola. -Brooks -Le corrigió Lola. -Para ti soy Brooks. Cornelia rodó los ojos. James soltó una risa. El Pulpo McGregor la asesinó con la mirada. Y ella se sintió orgullosa de usar por primera vez el apellido de su padre. -¿Te veo después, Cornelia? Su hermana ladeó la cabeza. Con el ceño fruncido. Como si estuviera pensando en por qué debía ver al Pulpo después. Ni ella ni su hermana sabían por qué. Y Lola era la lapa de Cornelia y lo sabría. Cornelia negó suavemente con la cabeza. -Quiero pasar tiempo en mi Sala Común, Tom -Contestó. Ella y James se echaron hacia atrás de la sorpresa. Como una onda expansiva. Incluso llegó al radio en el que se encontraba el hermano del Pulpo McGregor. Lola y James compartieron una mirada. Confundidos. -Puedo ir… -No hace falta -Insistió ella. Y se levantó. Le sonrió a Peter McGregor. Y salió disparada del Gran Comedor. James y Lola le siguieron. Ninguno se despidió de los McGregor. Pues, ¿para qué? Lola no quiso mirar a James, pero sabía con certeza que estaba sonriendo con suficiencia. Como si hubiera ganado una batalla. Oh, era definitivamente imbécil. ¿No se daba cuenta de que como tuviera esa actitud Lola iba a destrozar su ego con un hacha de guerra? Cornelia les esperaba en uno de los pilares que sostenían las escaleras hacia los pisos superiores y esos laberintos pasillos hacia la Torre Gryffindor. Les sonreía tímidamente. -Odio a ese tío -Declaró Lola deliberadamente. James no dijo nada. Seguía intentando encubrir su sonrisa. El muy capullo. Cornelia se agarró del brazo de Lola. Y no miró a James. Suspiró. -Lo siento… Sé que es un imbécil -Ahora Lola tenía la mandíbula en el suelo. Y James asentía con la misma sonrisa de antes. Intuía que había algo que James no decía sobre McGregor que a Lola le encantaría saber. ¿Habría sido James el que le había pegado un puñetazo en el ojo? Ojalá. -Pero me siento mal porque siempre hemos sido amigos… Hashtag Cornelia Brooks Santificada. -No pasa nada, Brooks -Fue James el que dijo aquello. Lola arrugó el rostro al escuchar su apellido. Más no se pronunció al respecto. Habría jurado que Cornelia se refería a él como «James». Quizás eran mucho menos amigos de lo que Lola sabía. Oh, de verdad. Su hermana debía ponerla al día de este tipo de cosas. Era agotador tener que hacerlo todo ella sola en su cabeza. -Sí que pasa, Lía…-Hermana Lola Brooks al rescate. O más bien… Después de todas las veces que ella le había reprochado su comportamiento, era hora de que Lola le enseñara algo de la vida. - Él no quiere ser tu amigo. Punto final -Sentenció. Cornelia le apretó el agarre como para que se callara. Vio por el rabillo del ojo que estaba sonrojada. -Seamos amigas de Rose Weasley. Tanto James como Cornelia soltaron una risa relajada. No le gustó en absoluto. ¿Qué significaba aquello? ¿No iba a ser Rose Weasley su compañera de robar litros y litros de alcohol mágico? Por Zeus, esperaba que sí. Tenía todas sus esperanzas en ella. -Sí que quiere ser mi amigo… Se lo dejé claro el año pasado…-Susurró. Como si James no pudiera escucharla. Chica, sí que lo hacía. De hecho, el joven se aclaró la garganta. Les dirigía por los pasillos, más de vez en cuando miraba hacia atrás como para asegurarse de que les seguían. Después de siete años, estaba segura de que su hermana sabía el camino a su cuarto. Gracias, James. -¿La llamas Lía? -Fue la pregunta del muchacho. Ella le lanzó una mirada de amenaza a Lola. -No tiene permiso, pero lo hace… Ya me he acostumbrado -Contestó, quitándole importancia. Entonces, James se giró y le mostró una sonrisa torcida a Cornelia. Pero el efecto en Cornelia fue como si una mosca hubiera pasado. James debería mejorar sus técnicas de seducción ante la espécimen Cornelia Brooks. -¿Yo tengo permiso? -Inquirió con una ceja alzada. -Tú sigues llamándome Brooks -Puntualizó la joven, mientras seguía andando, como si fuera una conversación normal y James Sirius Potter no estuviera intentando que sus piernas temblaran cada vez que sus labios formulaban esa sonrisa de suficiencia. Lola podría haber sido un elefante, que ambos la habrían seguido ignorando. -¿Te molesta? -Preguntó el muchacho, con un tono de preocupación que ambas hermanas supieron distinguir de su habitual tono de burla. -Bueno… Creo que decir nuestro nombre o nuestro apellido es el menor de nuestros problemas -Acertó a decir Cornelia. Se hizo un silencio y sus pasos se hicieron más lentos. -Qué intensa eres, Lía -Soltó Lola. Cornelia bajó la cabeza. -Lo siento -Musitó. La joven Ravenclaw se quiso dar un puñetazo en el ojo. -Siento no haber ido mucho a verte -Dijo, de repente, James Sirius Potter. Las dos hermanas Brooks alzaron la mirada para ver al joven rascarse la nuca y decir aquello como si lo hubiera estado practicando y no supiera como formularlo en voz alta delante de ellas -ella. Mientras que Lola seguía sorprendida por ver -por primera vez -a un James Sirius Potter tímido, Cornelia asintió con una sonrisa. Como si ella sí que estuviera acostumbrada a hacerlo. Eh, eh. Aquí había cosas que a Lola no le habían contado. -No pasa nada… Fue suficiente -Dijo su hermana, conforme sus mejillas se teñían de rojo. Muchos se habrían preguntado qué hacía Lola allí. Además de sujetar un candelabro. Su hermana la tenía agarrada del brazo. Agarrada con uñas clavadas en su antebrazo. No podía huir y dejarles a solas. ¿De acuerdo? Ya le gustaría a ella. Quería mirar hacia otro lado. Pero era Ravenclaw y si tenía una oportunidad para presenciar aquello… Maldita sea, lo iba a hacer. -Es cierto que he estado ocupado -Se excusó James. Já. O sea que la misma justificación del director Longbotton. Lola sacudió la cabeza. Quería creer a su amigo. Pero… ¡Era James! ¿Qué había estado haciendo para que no fuera a verla a ella -quitando a Cornelia y lo que fuera que le pasaran a esos dos -en dos semanas? -Ah, sí, ¿qué has estado haciendo…? -Dijo Lola. No escondió que estaba solo un poquito cabreada. -Porque mi hermana ha estado dos semanas en una camilla de hospital y yo te he visto tres días contados… Y en presencia del director… Vaya amigo -Le espetó. La joven se quitó un peso de encima sin saberlo. James la había decepcionado. Ya estaba dicho. Era algo que quería haberle dicho antes. Lo sabía. Más suponía que James Sirius Potter debía tener en su cabeza algo mucho más importante como para dejar de lado a su amiga, ¿no? -Bueno… Lola… No es del todo cierto…-Dijo su hermana en un hilo de voz. -¿Qué? -Escupió Lola. Frunció el ceño. Miró a Cornelia y a James como si una pelota de tenis estuviera pasando entre ellos dos. -Mis visiones nocturnas… He tenido solo dos… Y él vino -Suspiró. -Por lo que he ido cinco veces -Alcanzó a decir James. Se hizo un silencio. Cornelia se encogió de hombros. Cornelia la conocía demasiado como para saber que no compensaba el hecho de que no hubiera estado al lado de Lola como los amigos de Cornelia habían estado a su lado. Su hermana apretó su antebrazo. Eran palabras que entre ellas no eran necesarias. Oh, pero el imbécil. -Pero eres también mi amigo, James -Dijo sin tapujos. James asintió. Seguían andando. Vio cómo el joven estaba tenso. Como si tuviera rabia acumulada dentro de él. Y como si fuera lo que fuera que le ocurriera, no pudiera decírselo. -Lo siento, Lola, de verdad, he estado ocupado…-Le aseguró. - No os puedo decir en qué…-Su voz dejó de sonar. Estaba claro que no quería entrar en detalles. -¿Ivonne? -Inquirió Lola. -No exactamente -Ladeó la cabeza y se despeinó. -¿El Temple? -Volvió a cuestionar Lola. James suspiró. Llegaron a una torre llena de cuadros que les saludaron. Todos conocían a James Potter. Bueno, todo Hogwarts conocía a James Potter. Incluso por los pasillos, todos los alumnos, desde los enanos hasta los más mayores ponían rostros de reconocimiento. Estaba claro que James no conocía casi a ninguno. Lola se habría detenido a apreciar las escaleras movientes sobre su cabeza de no ser porque quería escuchar la respuesta de James. Y sabía que Cornelia también -aunque ella no tenía una atracción mágica que la distrajera. -Me quieren como sustituto de Hermione… -Supiró. -Mi tía Hermione es la líder porque todo el mundo confía en ella y porque ya tiene un nombre… Pero me quieren a mí para liderarles a todos…Cuando llegue el momento. No les miró cuando anunció aquello. Lo dijo como si fuera una maldición. Lo cierto era que Lola no podía saber cuál era la magnitud de aquello. Más supo que Cornelia Brooks sí. Lo supo cuando resopló resignada a creerse aquello. Y también supo -con más certeza aún -que el tono de exasperación y calma que había utilizado estaba proyectada hacia Cornelia. ¿No debían estar de enhorabuena? Era como ascender en el trabajo, ¿no? Le habían ascendido de capitán de los niños del castillo a sustituto del capitán del que manejaba todo aquel cotorro. ¿Por qué no estaba orgulloso? -¿Qué pasa si me caigo? -Preguntó, haciendo referencia a aquellas escaleras. Y a la considerable altitud a la que debían llegar para acceder a sus dormitorios. Esperó que hubiera un hechizo que retuviera su caída. Por lo que Cornelia le había dicho, aquel lugar era una trampa mortal para los despistados y los torpes. Ninguno le contestó. Estaban demasiados pendientes el uno del otro. De nuevo, Lola podría haberse tirado al vacío y ellos no se habrían dado cuenta. -No pueden hacer eso -Musitó su hermana. Su hermana miraba a las escaleras conforme subía. Al decir aquello, James se giró para ver a Cornelia con una expresión que Lola no supo descifrar. La intensidad que utilizó James para mirarla la abrumó incluso a ella. Por suerte o por desgracia, su hermana no se dio cuenta. -¿Ya estamos aquí? -Preguntó Lola, cuando vio el retrato de una Dama Gorda, que según Cornelia le había informado, era la entrada a sus dormitorios. -Sí -La voz de James recobró su alegría habitual. Como si estuviera a punto de dar un discurso político. Lola entrecerró los ojos. Oh, serviría para aquello. -Hay que tratar a Madame Rochelle con educación, ¿cierto? La mujer de peluca negra y ropajes antiguos se sonrojó y soltó una risita. -Oh, este joven…-Se tapó la boca con la mano. Lo miró embelesada. Y se giró para ver a Cornelia. -Señorita Brooks, ¿se encuentra mejor? -Su hermana asintió. -Seguro que el joven Potter se encargará de que no le pase nada a partir de ahora… ¡Es todo un caballero! ¡Ojalá ser más joven yo misma y que acudiera a socorrerme por las noches! -Lola tuvo que aguantar la risa al ver a su hermana enrojecer hasta la médula. Los ojos de la Dama Gorda repararon en la presencia de Lola. -Tú… He oído hablar de ti -Oh, claro que había oído hablar de ella. Pero lo decía como si fuera un fenómeno de la naturaleza. -No nos traerás problemas, ¿cierto, jovencita? -Ninguno, Madame Rochelle -Dijo Lola con una sonrisa de suficiencia. -Bien, pues a partir de ahora me tendrás que dar una contraseña cada vez que quieras entrar… ¿Sabes cuál es la de hoy? -Le preguntó con un tono más estirado. -Lunera -Anunció James Potter, guiñándole el ojo a la Dama Gorda. Probablemente, la Dama Gorda quería hacerle un homenaje a James Potter por haber tenido su episodio licántropo la noche anterior. ¿Cómo no iba a ser arrogante si hasta la contraseña para su dormitorio estaba hecha en su honor? La Dama Gorda -o Madame Rochelle, como la había llamado James educadamente -les dejó entrar. Ahora que lo pensaba era bastante grosero por parte de los estudiantes llamarla La Dama Gorda. Sin nombre. Quizás, después de todo, aquella contraseña y aquella irradiación de esa señora hacia James era lo que el joven merecía. La Sala Común de Gryffindor era todo lo que uno imaginaba cuando pensaba en algo acogedor y hogareño. Cojines por todos lados. Una chimenea. El color rojo impregnando todo. Vio por el rabillo del ojo que Cornelia esperaba un comentario sarcástico por su parte. -Gracias por dejar que me quede aquí -Acertó a decir. Una podía ser sentimental. James les guió a las escaleras que conducían a los dormitorios femeninos para irse acomodando. Alexis había rescatado alguna ropa del antiguo apartamento de Cornelia. Y algunos miembros del Temple se habían preocupado por comprarles ropa muggle. Y libros para Hogwarts. Y todo aquello que les faltaba que había sido destruido en el fuego de la sede del Temple. O que se había quedado en la casa de la playa de Ivonne Donovan. No obstante, nadie podría recuperar los recuerdos. Nadie podría comprarles a unos padres. Una madre que en menos de un año había encontrado y perdido. Comenzó a subir las escaleras y vio que James se dirigió a las suyas. -¿No subes? -Cuestionó. -Están encantadas para que los varones no puedan subir a los dormitorios femeninos -Explicó Cornelia. Lola frunció el ceño. -James, ¿y si Cornelia tiene visiones por las noches? ¿Qué hago? -Preguntó la joven Ravenclaw. Y lo hizo como si nadie se hubiera preguntado aquel pequeño detalle. Que era verdaderamente la razón por la que se había convertido en la lapa de Cornelia. -Bueno, eres Ravenclaw… Buscarás una solución…-Dijo con cuidado su hermana. Quitándole importancia como siempre al hecho de que cada vez que tenía una visión parecía que había visto su muerte. O la muerte de todos. Cada día estaba más convencida de que era aquello. Aunque no quería creérselo. -¿Y por qué es él el que te puede ayudar? Esa pregunta, descubrió, también se la hacía su hermana. -Los licántropos tenemos poderes curativos -Fue lo único que aportó James, el mentiroso. - Nos estás ocultando algo, ¿verdad? -Soltó Lola. De nuevo, Cornelia la castró con la mirada. Sí, sí, les había contado la movida del Temple. Pero James Potter sabía más de lo que decía. Mucho más. Más que ellas, estaba claro. -Vosotras también a mí…- Se encogió de hombros. Bueno, quizás ocultarle que habían visto morir a su madre para salvarle la vida a Cornelia cuando Ivonne Donovan estaba obligándola a que se suicidara no era algo que una contaba así como así. No cuando comían en el Gran Comedor. No en mitad de un flirteo por los pasillos. ¿Había un momento para ello? -¿Te vas? -Volvió a preguntar Lola. Cambió de tema. Si Lola estaba recordando aquello, no quería ni imaginarse las imágenes que podían pasar por la mente de su hermana. -Voy a echarme una siesta…-Sorprendió diciéndoles James. Así que estaba ocupado echándose siestas.- Esta tarde son las pruebas de Quidditch de Hufflepuff y… Os pediría el favor de que… -Pero Hufflepuff es patético -Interrumpió la joven Ravenclaw. -Lola -Regañó su hermana. -Hufflepuff es en su mayoría patético -Actualizó James. -Potter -Regañó su hermana. Sinceramente, no sabía qué Hufflepuff había que no fuera tan patético como para que Cornelia tuviera tanto empeño en defenderlos. -Pero tiene a la mejor buscadora de Quidditch de la historia y esta tarde la van a elegir y quiero que todo el mundo la anime -Les anunció con una sonrisa. Se la contagió fácilmente a Lola. No tenía ni idea de lo que era el Quidditch -sí lo de las escobas y pelotas voladoras - pero sonaba interesante. Pero cómo hablaba James Potter de aquella buscadora le hacía querer ponerse un uniforme de animadora y saltar al ritmo de las películas estadounidenses. -¿Scarmander? ¿Cómo? ¿Puede montar en escoba? -Su hermana, como siempre, volviendo al pragmatismo y a la realidad. -Es uno de los motivos por los que he estado tan ocupado…-Escondió una tímida sonrisa. De nuevo, el James tímido que nunca había conocido. El joven vio el desconocimiento en Lola. -Es una alumna que sufrió un accidente el año anterior y perdió una pierna… He estado practicando con ella para que que pueda seguir en el equipo de Quidditch. -Oh, James, no sabía que eras tan solidario -Se mofó Lola. El joven se rio. Se rascó la nuca. No sabía dónde meterse. Lola sonrió -de nuevo el villano de Disney con su plan en marcha. -Oh, no, en realidad soy muy ambicioso…-Se excusó.- Quiero competir contra los mejores y por eso quiero que Lys sea la buscadora de Hufflepuff -Suspiró. Ahogó un bostezo. -Buenas noches, hermanas Brooks. Les guiñó el ojo y se dio la vuelta. Subió las escaleras a sus dormitorios. -Buenas noches, James -Se despidió Lola, aún con su sonrisa lobuna. Subieron poco a poco las escaleras al dormitorio de su hermana. Lola se detuvo en seco. -¿Tú si puedes ir a su cuarto? Su hermana resopló. -Lola -Era una advertencia. -Solo es una pregunta. -Lola -Y eso no era una respuesta. -Es posibilidad… No voluntad -Aclaró. -Lola -Le regañó. -Yo también querría tirármelo, ¿sabes? -Se mofó, no podía evitar hacerlo cuando el rojo de las mejillas de su hermana era tan fácil de convocar. -¡Lola! -Le dio un codazo y casi se tropieza con sus pies. Abrieron la puerta de la habitación. De nuevo, otra bocanada de aire que sabía a hogar. Vio dos camas vacías. Aún tenía que pensar en cómo se sentía al utilizar la cama de Susan Jordan. Más ese era un problema para la Lola Brooks del futuro. La de esa noche, en concreto. -En mi cabeza no puedo llamarle dios del sexo, pero tú sí… -Siguió con su broma. Quizás así obtenía información relevante de los sentimientos ocultos de su hermana. -Oh, Godric Gryffindor -Se quejó su hermana. Lola soltó una risa maléfica. Definitivamente si fuera de raza mezclada, sería Ravenclaw y Slytherin. -Me pregunto si cuando… Ya sabes… -Hizo un gesto con la mano para dar por sentado que Cornelia sabía a qué se refería. Su hermana sacudió su cabeza en negación. - La gente dice eso. Era una duda que siempre había tenido. -No sé qué responderte -Rodó los ojos y se acercó a una de las camas que estaba hecha. Todas las camas estaban hechas. Contempló cómo su hermana abría el baúl para ver qué le habían traído los del Temple. Libros. ¿Por qué se sorprendía? -Ve al cuarto de James y me dices después -Sugirió Lola. Su hermana le lanzó uno de los libros. -¡No tengo nada con James! ¡Ni siquiera sé si somos amigos! -Exclamó frustrada. -Oh, por favor,… Es el único que puede ayudarte con… -Lola -Le interrumpió. Con esa mirada que sabía que decía que dejara de hablar. -Solo digo… Le señaló una cama al lado de ella. -Esa es tu cama -Anunció. Estaba claro que su hermana quería cambiar abruptamente de tema. -Qué suerte que yo si pueda traer a mis ligues… -Oh, no había pensado eso -Se le escapó ese tono inocente. Y ese tono de que era algo que no había pensado. Y que odiaría cuando ocurriera. De nuevo, Lola se rio como si fuera Montgomery Burns. -Tranquila, le diré que conjure algo para que no se nos oiga... -Oh, Godric, Rowena, Salazar, Helga… -¿Si los dices todos juntos es un orgasmo? Le lanzó otro libro.
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