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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 44: DestrucRose
-¡Rápido! ¡La señora Weasley…! El hilo de voz de Scorpius Malfoy se desvaneció en el aire. Habían aparecido en lo alto de la colina de la costa inglesa. Con una casa de campo con techos altos y tres chimeneas enfrentándose a ellos. Rose Weasley se apoyó en el hombro de Malfoy para impulsarse, lo que hizo que el joven dejara de pedir ayuda, pues se tambaleó sobre el suelo. -¡MI MADRE ESTÁ MURIÉNDOSE! -Gritó la joven a pleno pulmón. Los residentes de El Refugio ya se habrían dado cuenta de que tres personas habían llegado a su puerta. Hermione Weasley estaba inconsciente y su cuerpo temblaba de manera alarmante. Su rostro pálido. Su pelo rizado cubierto de su propia sangre y sus hebras surcando su rostro crispado de dolor. Scorpius Malfoy la cogió en brazos, mientras observó por un momento el remanso de paz que le rodeó. Pero, segundos más tarde, fijó su mirada en la nuca de Rose Weasley. La joven seguía gritando al edificio. No miraba atrás. Rose Weasley no quería ver la condición en la que estaba su madre. Tenía miedo de verla. Miedo de perderla. Ver cómo estaba solamente empeoraría la falta de aire que sentía en su interior. La puerta de la casa de campo se abrió estrepitosamente. Rose Weasley vio cómo su prima Victoire salió de ella y se detuvo en el umbral. Podía ver la preocupación de Rose reflejada en ella. El terror. La anticipación a la muerte de un ser querido. -¡Por Merlín! -Exclamó, llevándose la mano a la boca, la cual estaba tan abierta por la sorpresa de ver a su prima pequeña llena de suciedad, agua y miedo, que hizo que Rose pensara que quizás la situación era peor que lo que Rose quería admitir.- ¿Rose? Un Auror que Rose conocía como Bastien Lebouf se adelantó a su prima Victoire al salir de El Refugio. Pasó de largo a Rose. Y no quería mirar atrás para toparse con la imagen de Scorpius Malfoy sosteniendo a su madre inconsciente. No. Ver a su madre así debería haberle sido prohibido. Ver a la que era su heroína en tal estado era devastador. Su madre. A punto de morir. Muriéndose. Esas eran las palabras que habían salido de su propia boca. Lebouf pasó a su lado con Hermione Weasley en brazos, tras coger el relevo de Malfoy. Quien escuchaba resoplar detrás de ella. Se había acercado a su espalda. -¡Un Sectumsempra! ¡Prepara las pociones, Cross! -Anunció Lebouf. Y algo se removió en su cabeza. Como piezas de un puzzle. Como una pesadilla hacerse realidad. La sombra de Gwendoline Cross salió del umbral y se unió a Bastien Lebouf al examinar el cuerpo moribundo de su madre. Todo el fuego que se había apagado tras lanzar el Encantamiento que ahuyentó a los dementores vino a ella como un huracán arrasando con todo su interior. Sintió un rugido atravesar su garganta. Su puño tenso. Agarró su varita y la alzó lentamente. Temblando. Pues sus ojos no podían creer lo que estaba presenciando. -¿QUÉ…? -Encontró su voz en las emociones que la estaban sacudiendo.- ¿QUÉ HACE ELLA….? -Sus ojos chocaron contra los de Gwendoline Cross. Esta alzó una ceja en alerta. Lebouf se interpuso, con el cuerpo de su madre sobre sus brazos, entre Rose y su némesis.- ¿ESE MONSTRUO….? -Recordó todo lo que la hacía odiarla. Había asesinado a Minerva McGonagall delante de todo el colegio haciendo que la mayoría de los alumnos pudieran ver a los Thestrals desde entonces. Les había atacado a ella y a Malfoy el año anterior con maleficios de los que tuvieron que huir. Había forzado a su mejor amiga a hacer un pacto que la llevaría a morir algún día. Y la había intentado ahogar a ella en la misma noche en la que murió Roxanne Weasley. Había intentado asesinarla a ella en lugar de a su prima. La primera opción del Ojo había sido que Gwendoline Cross la matara a ella. Y estaba en El Refugio. Sin esposas. Sin Azkaban. Estaba en el Refugio acercándose al cuerpo de su madre sin que nadie lo impidera. - ¿AQUÍ? Su voz encontró la determinación y la furia que halló en sus recuerdos. Su varita, finalmente a la altura de la expresión indescifrable de Gwendoline Cross, ya no temblaba. Se aproximó a ella con dos zancadas. Apartó bruscamente a Lebouf de su camino. -¡ROSE! -Advertía la voz de Victoire Weasley. -¡NO LE HAGAS NADA! La orden de su prima mayor fue en vano. Obviamente. Rose estaba a punto de hacer honor al nombre con el que se referían a ella. -¡CRUCIATUS! -Conjuró sin pensárselo dos veces hacia la muchacha. -¡PROTEGO! -Lo esquivó sin inmutarse Gwendoline Cross. -¡EXPELLIERMUS! -Lanzó su prima Victoire hacia Rose Weasley. La varita de árbol de cerezo con núcleo de pelo de cola de unicornio de Rose salió disparada por los aires para su disgusto. Miró con ira a su prima Victoire por detener su impulso de hacer sufrir a aquella inhumana criatura que parecía ser protegida por los Weasley. -ARRGH -Gruñó Rose. Oh, por suerte, había otras formas que Rose Weasley conocía de infligir daño sobre los demás. Se abalanzó sobre Gwendoline Cross. Con el puño en alto, los dientes apretados y la violencia en su rostro. Comenzó a pegarle puñetazos. Asistió uno en su su ojo derecho. Esquivó los otros. Su prima Victoire agarró a Gwendoline Cross hacia atrás con una expresión de incredulidad hacia la ira de Rose Weasley. -¡Rose! -Se quejó, perpleja. - ¡La necesitamos para salvar a tu madre! -Anunció. -¡Era un miembro del Temple infiltrada! ¡Rose! ¡Por Godric! ¡Basta! Pero Rose Weasley, claramente, no tenía la razón como guía de sus puños. Antes de lanzar otro que podría dañar colateralmente a su prima, sintió una fuerza retenerla por el antebrazo. Alguien sujetó su brazo. Y la arrastró hacia atrás por la cintura. -¡Weasley! -Exclamó Malfoy, cuando Rose forcejeó para que la dejara salir. Sus dientes rechinaron de furia. Miró con odio a su prima Victoire. -¡Rose! ¡Rose! -Gritó su prima, cuando Rose comenzó a patalear y a intentar zafarse del agarre que la retenía. - ¡Malfoy, llévatela! -Ordenó su prima. OH. No. NO. NO. ¿Cómo iban a dejar que esa asesina se hiciera cargo de su madre? ¿Por qué habían visto al mando de aquel sitio a la más estúpida de todas sus primas? ¿En qué estaban pensando? Scorpius Malfoy la arrastró hacia atrás, lejos de la casa. Tenía más fuerza que ella por motivos puramente biológicos. -¡ARRGH! -Rugió por la impotencia de no poder hacer frente a Scorpius Malfoy para salvar a su madre de la varita de aquella asesina. - ¡ESTÚPIDO, MALFOY! ¡IDIOTA! ¡INÚTIL! -Le insultó, cerrando los ojos y sacando por su boca lo primero que se le ocurría. ¿NO HAS VISTO QUIÉN ERA? -Le espetó con furia, mientras veía cómo el Refugio se alejaba de ellos. Malfoy la estaba llevando a lo alto de una colina. -¡CROSS! -Le recordó. En vano. Malfoy la seguía arrastrando sin molestarse cuando Rose siguió persistentemente pataleando y dando puñetazos al brazo que la retenía por la cintura. -¡TENGO QUE MATARLA! Comenzó a morder el brazo que la retenía por la cintura. -¡Weasley! -Chilló Malfoy, al retirar su brazo y sacudirlo. -¡Malfoy! -Dijo ella, enfadada. Hizo amago de correr colina abajo, buscar su varita y maldecir a Gwendoline Cross, pero Scorpius Malfoy fue más rápido y la cogió con el otro brazo por su cintura. La apretó a su torso mientras aún sacudía el brazo mordido con saña por Rose Weasley. -¡Weasley! ¡No puedes! -Exclamó él, sonaba cansado. Pero Rose no estaba cansada. -¡Han dicho que la necesitan para salvar a tu madre! -Recordó el joven. -¡Si quieres que tu madre viva, tienes que dejar esa estúpida vendetta! Como si Rose no hubiera escuchado aquello. Le hirvió la sangre. Scorpius la retuvo con sus dos brazos sobre su cintura. Acercándola a su torso mientras pataleaba en el aire y chillaba de rabia. Maldito Quidditch y malditos entrenamientos que hacían que Malfoy tuviera demasiada fuerza en los brazos. Se giró de un lado a otro, sin éxito. Ella, pese a haber sentido una energía repentina por la adrenalina generada al ver a Gwendoline Cross, también estaba cansada. Y mojada por el hielo derretido. Con un temblor y una garganta raspada del frío que habían pasado. El equipamiento de Quidditch rasgado por donde McOrez le había hecho alguna que otra incisión. Su presión en el pecho que no la dejaba respirar. Incluso un sollozo se le clavó en lo más profundo de su pecho. Sintió el cuerpo de Scorpius inclinarse sobre ella, sobre la espalda que daba a su torso. Se agachó para encajar su rostro en la curva de su cuello con su hombro. Escuchó la respiración profunda de Scorpius a su lado. Soplando su aliento sobre su oído. La estrujó para él. ¿Estaba intentando abrazarla? Volvió a escuchar su respiración y quiso acompasarla porque sonaba calmada. Relajó sus puños y los bajó a sendos lados de sus caderas. Entonces, se percató de que estaba intentando calmarla para que no pudiera cumplir su objetivo. Por supuesto, el maldito Malfoy se creía superior moralmente y tenía que calmarla a ella porque era un tormento de niña mimada como todo el mundo creía. ¡Y tenía que ser Malfoy el que la retuviera! -¡Malfoy! -Exclamó de nuevo su nombre, haciendo un último forcejeo con sus caderas. -Rose, por Merlín…-Suspiró él sobre el costado de su rostro. Por un momento, Rose dejó de forcejear, rendida, mientras Malfoy seguía subiendo la colina hacia la cima. Había dicho su nombre como si se le hubiera escapado. Quizás más para él mismo que para ella. ¿La llamaba en su cabeza Rose? ¡Já! ¿Quién se había creído? Un recuerdo del dragón que había convocado le vino a la cabeza. Malfoy sabía cuál era su Patronus. Sintió un rubor en sus mejillas. Perfecto, ahora se reiría de ella con su primo y su amiguito Greenwood. Le había dado otro motivo más para que se mofaran cada vez que pasaba a su lado. Vio que cada vez estaba más lejos del Refugio. Contempló el humo salir de la chimenea. Entonces, le vino a la mente que Gwendoline Cross estaba allí. La misma persona que mató a McGonagall. La misma persona que intentó ahogarla una vez y por la que acudió a Viktor Krum. La misma persona que debía matar para liberar a Alice de su maldición. -¡JÁ! -Dijo en voz alta, recordando que ella era la que debía vengar todo aquello.- ¡OYE! ¡DÉJAME! -Se quejó de nuevo. Aunque ya no tenía fuerzas para oponer resistencia. Solo podía emplear sus gritos. - ¿Estás demente? ¿Qué haces deteniendo a una Weasley? ¿A mí? -Le escupió. Se habían detenido. -Weasley… -Advirtió Malfoy cansado. -¡Malfoy! Seguía sintiendo su respiración en su cuello. Tan agitada como la suya. -¡Que no puedes…! -Comenzó con su sermón de los Malfoy-superiores-criaturas. Rose rodó los ojos. -¡Es la asesina de McGonagall! -Interrumpió. Entonces, se separó de él. Y lo encaró. Sus ojos grises estaban furiosos. Por supuesto, no podría negarle que era la asesina de McGonagall. Él lo sabía tan bien como ella, pues habían estado allí. Ellos también fueron testigos de aquella noche. -¡Tu prima Victoire parece confiar en ella…! -Soltó Malfoy.- ¡Quizás no es quien piensas…! -Sugirió. Rose soltó una risa sarcástica. -¡Oh, claro, porque confiar en personas cuya familia nos han destrozado siempre es buena idea! -Le dijo con saña. Sabiendo muy bien lo que estaba diciendo y frente a quién lo estaba diciendo. - ¡SI MUERE POR SU CULPA…! -Alzó el puño hacia él, pues su varita estaba en la puerta de El Refugio. -¡TE MATARÉ A TI, MALFOY! -¡Weasley! -Él parecía cansado de la lucha de Rose. -¡Sí! ¡Exacto! ¡Weasley! ¡No Malfoy! -Gritó, desesperada ya por toda la impotencia que suponía aquella situación. -¡Deberías aprender algo de historia y dejar que los Weasley hagan su trabajo! ¡Los Malfoy solo sabéis matar y hacer daño! -¡Cross te habría matado el año pasado de no ser por mí! -Recordó aquello, siguiendo con su superioridad moral y académica que le repateaba. -¡Já! ¡Sigue soñando, sangre limpia! -Le escupió. -¡Tu madre habría muerto hoy de no ser porque yo la he estado salvando…! -Le espetó él.- ¡Mientras tú ni siquiera te habías dado cuenta de que estaba ella allí! ¡Peleando como una niña mimada contra McOrez! Rose vio a Malfoy decir aquello sin aparente remordimiento. Y, por mucho que le costara admitirlo, le dolió más que lo que el joven probablemente pretendía. Estaba dañando su orgullo. Sus motivos. Que él jamás comprendería. -¿¡CÓMO SE ATREVES?! -Chilló ella. -¡Y ahora llegas aquí y…! -Siguió con su sermón sobre el bien y el mal.- ¡Tú madre está a punto de morir! ¡Y a ti solo te preocupa maldecir a la única persona que puede que sepa cómo salvarla! ¡NECESITAS ORDENAR TUS PRIORIDADES, WEASLEY! -Le gritó, acercando su rostro a ella. Contempló que él estaba tan furioso como ella. -¡NO ME DIGAS LO QUE HACER, SCORPIUS MALFOY! -Dijo ella. Puso sus manos sobre el pectoral de Scorpius Malfoy para echarlo hacia atrás y alejarlo de ella de un empujón. Más él cogió los brazos de Rose por las muñecas y lo dejó allí. Buscó los ojos azules de Rose antes de seguir con su maldito discurso que hacía que la sangre de Rose hirviera a temperaturas extremas. -¡PUES NO TE COMPORTES COMO SI SUPIERAS LO QUE ESTÁS HACIENDO! ¡TUS PADRES QUIZÁS SIEMPRE TE HAYAN DICHO QUE TIENES RAZÓN EN TODO! ¡PERO EL MUNDO NO GIRA A TU ALREDEDOR! -¡NO SABES NADA! -Chilló Rose, apartándose bruscamente de él. -¡TÚ, PARÁSITO CHUPASANGRES MALFOY! -¡ESO NI SIQUIERA TIENE SENTIDO! -Dijo Malfoy, mientras daba un puñetazo al aire. - ¡SÓLO ESTÁS ASÍ PORQUE NO HAS PODIDO DEMOSTRAR QUE HAS VENCIDO AL OJO…! ¡NO LO HARÁS MUERTA! ¡CROSS NO TE HARÁ DAÑO! ¡ESCUCHA AL RESTO DEL MUNDO! -Extendió su brazo hacia ella. Rose vio en sus ojos que quería que se acercara a él. La joven apartó su mirada grisácea que se clavaba en ella con tanta intensidad. - ¡MALDITA SEA! -Maldijo el joven, frustrado. -¡PRECISAMENTE CROSS YA ME HA HECHO DAÑO, TÚ, IMBÉCIL ARROGANTE! -Rose cruzó sus brazos sobre su pecho. Y no pudo mirar a Malfoy. -¡A mí también! -Probablemente el estúpido se refería al año anterior.- ¡Y no me comporto como lo estás haciendo! Discurso sobre la superioridad Malfoy de nuevo sobrante en aquella situación. -¡No! ¡ME INTENTÓ AHOGAR LA NOCHE EN LA QUE MURIÓ ROXANNE! -Confesó, por fin, notando un alivio en la presión de su pecho. -Oh… -Musitó Malfoy. Relajó su rostro y resopló. Alzó las cejas hacia ella. Se pasó la mano por el pelo. ¿En serio había copiado una de las dichosas manías de su primo? Jamás había visto su pelo tan despeinado. Solía llevarlo engominado como un vivo recuerdo andante de las fotografías del señor Malfoy de joven. Pero nunca lo había visto tan desordenado. Sucio. Y cayéndole sobre los costados de su anguloso rostro… Recordó por qué estaba discutiendo. -¡Exacto! ¡Así que deja de actuar como si fueras superior al resto! -Contraargumento al discurso de superioridad Malfoy. Rose, bien hecho. Debía seguir así. Lo destrozaría y la dejaría en paz en la siguiente ronda. - ¡El sombrero se equivocó! ¡Eres un Slytherin con esos aires de arrogancia! ¡Siempre recordando lo superior que eres por ser un Malfoy que ha acabado en Gryffindor…! ¡Eres exactamente igual que tu padre! Vio cómo aquello había sido una bofetada al joven. Gratuita. Pero merecida, ¿no? -¡Tú eres la que siempre te comparas conmigo! -Le contestó él. Con ojos cansados y con las palmas de sus manos abiertas en señal de rendición. Solo que parecía querer decir algo más.- ¡Yo no tengo culpa de ser mejor que tú! Eso era todo. Malfoy había dicho sus últimas palabras. -ARRGH -Rugió ella. Le salió natural.- ¡Si fueses mejor que yo…! ¡Habrías podido conjurar un Patronus y no desmayarte como un inútil! No iba a engañarse. ¿Se estaba arrepintiendo de sacar aquello para ganar una discusión? Infinitamente. -Oh… ¿En serio quieres hablar de tu Patronus, Weasley? -Una sonrisa comenzó a formarse en la comisura de sus labios. No aguantó más. Enroscó su mano en un puño y asestó un puñetazo en la nariz de Scorpius Malfoy, desplazándolo en el golpe levemente hacia atrás. -¡DE.JA.ME! ¡EN PAZ! -Le chilló. Malfoy se llevó la mano a la nariz de la que comenzó a salir unos hilos de sangre roja. -¿Cómo puedes estar así cuando tu madre está allí muriéndose…? -Dijo Scorpius Malfoy, disgustado y con una expresión como si Rose le diera cierto asco.- ¡Yo solo quería ayudarla! ¡Y ahora tengo que estar aquí para prevenir que su hija mate a su propia Sanadora! -Le echó en cara. -¡Tú qué vas a saber cómo me siento sabiendo que mi madre se está muriendo! -Rose se desató. -Creo que te estás pasando, Weasley… Vio una advertencia en sus ojos. Como si estuviera, de pronto, algo dolido. Más dolido de lo que jamás lo había visto, en realidad. Más que cuando le pidió que se disculpara en nombre de su familia por los errores de su padre y de su abuelo. Mucho más dolido. Porque, la diferencia con respecto a las otras veces en las que Rose no temía recordarle su odio hacia su familia, era que ahora su padre estaba muerto. Pero, incluso cuando Rose podría haber recapacitado sobre su siguiente ronda, su cerebro no procesó el dolor en la mirada de Scorpius Malfoy correctamente. -¡OH, EN ABSOLUTO! -Chilló.- ¡Déjame decirte algo, sucio Malfoy! -Escupió su apellido como si estuviera hablando de lo más horrible que hubiera existido en el planeta. -¿Cómo vas a darme tú lecciones de ayudar a mi madre? ¡Tú! ¡No hiciste nada por el tuyo! ¡No lo lloraste! ¡En vez de lamentar su muerte…! ¡Te pones a beber con Greenwood y Albus! ¡A robar cervezas, por Merlín! -Se rio forzosamente. No tenía gracia. No. Era el patético Malfoy.- ¡Tienes la capacidad emocional de un ladrillo! ¡Y aún así te crees superior…! -Arrastró las palabras con saña.- ¡No pienso escuchar el sermón de un Malfoy que no hizo nada para salvar a su padre! ¡Y bien que no lo hizo! ¿Quién querría salvar a un mortífago? -Se mofó. - ¡Él vivió cuando muchos otros que se merecían vivir más que tu padre murieron…! ¡Incluso Dobby era mejor que tu padre! ¡Y tú eres exactamente igual que él! ¡Con esa prepotencia! ¡Y los estás engañando a todos! ¡Pero no! ¡A mí no me vas a engañar! ¡Yo sé que tú eres un Malfoy! Scorpius Malfoy no respondió. Ni resopló. Ni suspiró. Rose estuvo atenta a su reacción pero solo recibió silencio. Un silencio que la incomodó y le hizo replantearse si, verdaderamente, había pensado en las consecuencias que podía tener todo lo que había dicho. Pero, de nuevo, era Rose Weasley. No solía pensar en las consecuencias. Ella actuaba. Y después las cosas se solucionaban solas, ¿no? Sus ojos adquirieron un gris más oscuro. Quiso apartar la mirada pero no podía dejar de contemplar una furia silenciosa nacer en las pupilas del muchacho. Incluso cuando vio un brillo en ellos que le retorció el estómago. -Gracias por dejármelo tan claro, Weasley -Dijo en un hilo de voz. Su estómago se retorció de nuevo. Malfoy hizo amago de irse. -¿Ves? -Rose sacudió su cabeza. Mientras su cabeza y su corazón le decían y le ordenaban que dejara de hablar, su boca actuaba sin poder evitarlo.- ¡Ni siquiera lo niegas! Lo agarró del antebrazo. Para que no se fuera… ¿Y qué? ¿Siguiera escuchando todas las cosas horribles que tenía que decirle? ¿En serio, Rose? ¿Qué pretendía que hiciera? Era Malfoy. Probablemente la maldeciría en cuanto agarrase su varita. La torturaría. O le diría cosas aún peores. ¡Quería escuchar cosas peores! ¡Necesitaba que le dijera lo mala persona que era y que la insultara! ¡No podía dejar que su superioridad moral ganase de nuevo! -¿Cómo voy a negarle algo a una Weasley? El sarcasmo hizo que le pinchara algo en el estómago. -¡Exacto! ¡Eh! -Más Malfoy tiró de ella para volver sobre sus propios pasos y dejarla sola en mitad de la nada.- ¿¡A dónde crees que vas?! Enroscó su mano en el antebrazo de Malfoy. El no la había soltado. Pero, entonces, lo hizo con brusquedad. Como si el contacto con la piel de ella le estuviera quemando. -¡Los Weasley sobrevivisteis sin los Malfoy! ¡Está claro que estorbo aquí! -¡Por fin te das cuenta! -Oh… ¡Llevo sabiéndolo toda mi vida! De nuevo, su voz sonó más rota de lo que jamás la había escuchado. -¡Pues demuéstralo! -Lo que sea, Weasley - Musitó. Descendió por la colina sin mirar atrás. Rose esperó que lo hiciera. Nunca lo admitiría. Pero esperó que le dedicara palabras horribles para no hacerla sentir tan absolutamente mal. Como se encontraba en ese momento. Sobre todo, porque todo lo que había dicho ella no era del todo cierto. Pero todo lo que había dicho él sí que lo era. Rose nunca admitiría que se arrepintió de dejar que se fuera encolerizado. Pero jamás se tragaría su orgullo por un Malfoy. Lo oyó, sus gruñidos y murmuros, en la lejanía. Rose no supo por qué, pero gritarle a Malfoy no la hizo sentirse mejor. Oyó el portazo que dio al entrar en El Refugio. Era el estúpido Malfoy. Siempre creyéndose superior. Resopló. Y siguió los pasos de Scorpius Malfoy. ¿Esperaría una disculpa por su parte? Seguramente estaría dentro, quejándose ante su prima de lo mimada que era Rose Weasley. Del poco respeto que tenía por los difuntos. De la necesidad que había de que ordenase sus prioridades. De recordarle que su familia iba antes de cualquier forma de demostrar que era una gran bruja. Demonios, la haría sonar como si ella fuera la persona con la que se había equivocado el Sombrero. Entró al Refugio y dio un portazo similar al que había dado Malfoy. Lo buscó con la mirada pero se topó con la sonrisa de diversión que se había posado sobre los labios de Gwendoline Cross. - Oh, sigues viva -Espetó hacia ella. -No suenes tan decepcionada…. Casi diría que no te caigo bien -Se mofó. Vio limpiar sus manos ensangrentadas y subir hacia la planta de arriba con una poción. Y no miró atrás. Rose Weasley barrió la habitación con la mirada. -¿Dónde está? -Quiso saber. Ni rastro en el salón ni en la especie de invernadero en el que estaba Victoire y Lebouf. -Arriba en la habitación… Está reposando… -¿Y Malfoy? Se sintió culpable de haber preguntado inicialmente por él, en lugar de por su madre. Más, supuso que era la respuesta correcta. Y se alegró al saber que estaba reposando. Solamente cruzó por su gesto un estremecimiento al saber que Cross subía a ella con una poción. No, si al final iba a ser cierto que aquella asesina era útil y todo. Oyó una risa silenciada por el pitido de sus oídos. Quizás en referencia a su pregunta sobre el paradero de Scorpius Malfoy. Se avergonzó, de pronto, pues habría entrado con el tabique de la nariz chorreando sangre por su culpa. -Se ha ido -Anunció Lebouf. -No podía irse… Nos lo prohíbieron -Dijo Rose, extrañada de que Malfoy rompiera alguna regla. -No parecía que le importara que se lo hubieran prohibido -Comentó su prima Victoire. Se aproximó hacia ella. Le dio su varita. Rose la cogió con un gruñido. Su prima comenzó a examinar sus heridas sin que ella se inmutara. -Joder, Weasley, ¿qué le has dicho a ese muchacho? Le has dejado la nariz destrozada… -Se mofó Lebouf. Definitavamente, aquel Auror no sería objeto de devoción de Rose Weasley. -Si ese muchacho no le hubiera hecho el encantamiento a tu madre…-Comenzó a decir su prima Victoire. ¿Malfoy le había hecho un encantamiento a su madre? Lo que le faltaba para que le echara en cara.- No sé si hubiera sobrevivido…-Oh, perfecto. Encima había salvado a su madre. Perfecto. Todo bien. -Deberías darle las gracias, Rose -Aconsejó Victoire. -Pero es un Malfoy -Dijo ella. -Pues tú hablas exactamente como lo harían ellos en la guerra… ¿Seguro que el Malfoy era él? -Se burló, de nuevo, Lebouf. Era Auror. No podía maldecirle. ¿No? Repasó mentalmente los posibles delito que podría cometer si maldecía a un Auror. Además, era menor de edad. Eso como mínimo debía tener un atenuante. -No le conocéis… -Solo basta con ver lo que ha hecho con tu madre para saber que es buena persona, Rose -Dijo Victoire. Para su disgusto. Otra con complejo de superioridad. Ja. Ja. Ja. Si no tenía suficiente con el sermón de Malfoy, ¿quién creía que podría aguantar el discurso de una madre adolescente? El mundo se había vuelto loco. -Deberías agradecérselo. -Pues hazlo tú si tan buena persona te parece…-Dijo en un tono de voz que no gustó a ninguno de los presentes. Bien, ella no estaba allí para complacer. -¿Qué pasa contigo, Rose? -¡Argh! -Bufó echándose hacia atrás. Subió dando zancadas las escaleras. Hacia su madre. Y esperó, por Godric y Merlín, que Cross no se cruzara en su camino. Tras su huida, se formó un solemne silencio en el salón del Refugio. -¿Sabes? En Hogwarts la llaman DestructRose… -Comentó Lebouf. -Sí, suena a ella… -Coincidió Victoire Weasley, recordando todos y cada uno de los veranos en la Madriguera en los que su pequeña prima Rose se peleaba con el resto de primos por cualquier estupidez. Normalmente vinculada a llevarle la contraria a Rose Weasley. Suspiró. -A lo mejor es su forma de demostrar sus sentimientos, ¿no? -Sugirió Lebouf. -.Siempre me han dicho que las Weasley son muy díficiles de descifrar. Pobre Malfoy -¿Por? Victoire frunció el ceño. Se acercó al invernadero donde se había quedado Lebouf ordenando los utensilios que habían utilizado para curar las heridas de su tía Hermione. Había sido una suerte tener allí a Gwendoline Cross, debía reconocerle el mérito a esa muchacha. -¿Crees que cualquier chico habría aguantado más de un segundo con tu prima Rose después de ver cómo estaba? ¡Yo la habría dejado allí…! ¡A saber qué le ha dicho! -Me lo puedo imaginar…-Se sinceró Victoire. Uno de los mayores fallos de su prima Rose Weasley era que no temía dañar los sentimientos de los demás para salirse con la suya. ¿Ganar un debate o una discusión? Para su prima no existía la derrota. Aunque tuviera que matar a su oponente solo para ser la única que llevara la razón. -¡Oh! Creía que los Weasleys eráis todos tolerantes… -Bueno, tío Ron puede haber criado a Rose de otro modo…-Y era cierto. Y solo a Rose. Su primo Hugo no era nada en comparación con el conocido temperamento de Rose Weasley. -Pobre Malfoy… Dudo que vuelva a aguantar a tu prima…Parece un buen chico… No debería hacerlo. -¡Oye! ¡Rose es mi prima! -Dijo Victoire, escondiendo su sonrisa. Pues, evidentemente, pensaba lo mismo. -¡Estoy simpatizando con ese muchacho! -Se rio él. -Claramente pocos sobreviven si se interesan por una Weasley… Victoire chasqueó la lengua. Rodó los ojos. -Oh, pensaba que nunca ibas a mencionarías a Ted. -No lo hecho…-Dijo Lebouf con sorna. - Y no me refería a Teddy -Añadió. -Ah, ¿no? -¿Cómo le va a tu hermana? -Preguntó, de repente. -¿Por qué? -Sospechó la respuesta, pero no quiso adelantarse. -La última vez que la vi puso a su ex en llamas. -Muy gracioso -Respondió ella, aunque no disimuló una risa. -Sólo digo… Que ese chico no sabe dónde se quiere meter -Siguió comentando Bastien Lebouf mientras cerraba el armario donde dejaban las vendas. -Creo que Rose se lo ha dejado claro -Sentenció Victoire. -Oh, no, no tiene ni idea -Negaba Lebouf con la cabeza, riendo. -No creo que pasen del odio… Nuestras familias siempre se han odiado… Rose tiene muy claro quiénes fueron los Malfoy en la guerra… Su voz se disipó. No quería incidir en los antiguos prejuicios. En las disputas de sus familias. No, cuando la mayoría de sus primos habían demostrado que estaban superadas. Cuando su prima Lucy y su hermano Louis habían estrechado lazos con la familia Nott -aunque ya no fueran amigos, la razón de su separación no era el pasado. Cuando su primo Albus se había convertido en el mejor amigo del hijo de Draco Malfoy. O cuando el mejor amigo de Ted descubría que era hijo de Greyback. No pasaba nada. -No has visto la cara del muchacho, ¿verdad? -Dijo Lebouf, sacándola de sus pensamientos. -¿A qué te refieres? -Apuesto lo que quieras a que hará que tu prima cambie de opinión -Dijo, con tanta seguridad que sorprendió a Victoire. -Apostaría todo mi dinero a eso -Se mofó. -¡Já! -No conoces a los Weasley, Lebouf -Le recordó. -Dudo que los Weasley conozcan a ese muchacho -Añadió suspicazmente. -¿En serio no has visto sus ojos? -¿Por qué? -Porque aún con su nariz rota… Los ojos de ese muchacho hablaban mucho más que lo haría alguien con un Veritaserum -Concedió Lebouf. Victoire dudó por un momento. Más, lo cierto es que había estado ocupada llevando a su tía Hermione cuando Scorpius Malfoy apareció por la puerta. Había sido Lebouf el que había corrido a ver qué le pasaba al muchacho. -Creo que te he puesto demasiada poción calmante para tus heridas…-Se burló. Justo en ese instante, el señor Finnigan se apareció con su tía Gabrielle Delacour sobre la mesa del invernadero, llenando todo de nuevo de sangre. -¡AYUDA! ¡SU PIERNA! ¡ESTÁ PERDIENDO MUCHA SANGRE! -Chilló Seamus Finnigan, mientras miraba a todos lados. Victoire sintió la mano de su tía apretar con tanta fuerza su muñeca que, por un instante, pensó en apartarla. -Je suis enceinte! -Le advirtió. Con terror que Victoire había experimentado y sacudió su espina dorsal al recordarlo. -Je peux perdre mon enfant! -¿¡QUÉ?! -Chilló Bastien Lebouf. Y como él mismo había dicho, Victoire vio en los ojos del Auror mucho más que lo que él le habría contado con un Veritaserum.
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