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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 43: En la superficie
Algo lo había hecho aparecer en la superficie. Agitó sus manos sobre el agua para ver cómo, bajo sus pies, el Palacio se iba hundiendo. Y no veía rastro de Brooks. Lanzó un puño al agua y pataleó. Volvió a zambullirse. No obstante, algo lo retuvo sujetándole de la camiseta. -¡POTTER! -Era la voz de Montdark. Se giró hacia él con el puño en alto. Lo llevó a la superficie de nuevo. -¡TÚ! ¡LA HAS MATADO! -¡NO PUEDE SACAR A MI HERMANO DEL ESPEJO! ¡MORIRÁ! -¡SI LA DEJO ALLÍ TAMBIÉN MORIRÁ! -Le espetó. Arrugó la frente. Entonces, comprendió que Montdark solo le había gritado que la protegiera. Aunque él había estado ciego y sordo como para leer sus labios. Y escuchar sus palabras. -¡IVONNE MORIRÁ! ¡CELIUS LA MATARÁ! -Gritó Montdark. James no quiso hacer caso a su intuición. Levantó la varita hacia Montdark. -¡A MI NO ME IMPORTA IVONNE DONOVAN! -Le escupió. -¡PERO ELLA SÍ! -Vociferó Montdark. -¡Y ESTARÁ EN PELIGRO SI VUELVE CON IVONNE! ¡PORQUE SABRÁ QUE HA SACADO A CELIUS DEL ESPEJO! James no comprendía nada en absoluto. Volvió a zambullirse. Para ir a por Brooks, más, de nuevo, Montdark lo retuvo. Aquella vez no opuso resistencia. -¡DÉJAME SALVARLA! ¡TÚ ERES DEL OJO! ¡TÚ NO LO ENTENDERÍAS! ¡TÚ NO SABES LO QUE ES QUE ELLA SE MUERA CUANDO SÉ QUE PUEDO SALVARLA! Vio algo en los ojos de aquel oscuro mago… Que le hizo pensar que no era tan oscuro. Su intuición se lo estaba gritando. Más sólo quería proteger a Brooks. El viento agitó sus rostros. Las olas les sacudían violentamente. Sus pies se agitaban para no hundirse en las gélidas aguas. Entonces, Montdark asintió vehementemente. Como con solemnidad. ¿Una reverencia? Ese hombre acababa de agachar la cabeza hacia él. ¡Hacia él! ¡A quien mandó un basilisco para asesinar y minutos antes estaba metiendo la cabeza en el agua para inundar sus pulmones! James frunció el ceño y respiró por la nariz. -Ve a por ella entonces -Escuchó decir. -Pro anima. No entendía nada. Montdark, entonces, desapareció. Pero no necesitaba entenderlo. Rápidamente, se convirtió en licántropo. O lo intentó. Miró su costado. ¡Mierda! La herida no dejaba de sangrar. Y su energía era agotable. Y estaba rozando límites insospechables. ¿Una debilidad de los licántropos? ¡El maldito frío que congelaba su capacidad de convertirse cuando le placiera sin Luna Llena! Recordó que le dijeron que no abusara de aquellas transformaciones. Bueno, supuso que salvar la vida de Brooks era una bonita excepción. Luchó con todas sus fuerzas para transformarse. Y lo consiguió. Divisó las luces del fondo del océano. Se zambulló. Sus pulmones licántropos aguantarían aquello. Sí. Buceó con su pelo sacudiéndose a su lado hacia las profundidades. Dio zarpazos en el agua para seguirlos. Y, de repente, una luz cegadora que iluminó toda la masa de agua en la que se encontraba lo cegó. Lo echó hacia atrás. Sintió que se desvanecía en el agua. Su vello se erizó. Su respiración cesó de funcionar bajo el agua. Lo sintió. Sabía lo que era. Y no necesitaba confirmarlo. El poder de Cornelia Brooks. Del impacto de aquel ¿hechizo? ¿conjuro? ¿rompemaleficio? El Palacio de hielo se sacudió. Hacia arriba. Y, por un momento, comenzó a ascender. James, paralizado en mitad de su camino por el poder que se había desatado en la profundidad de aquella masa oscura, vio por el rabillo del ojo como un cuerpo era lanzado mágicamente hacia la superficie. Celius. Más, en lugar de ser un joven del espejo, ahora era un anciano que subía conforme el resto del Palacio descendía. Quisó maldecir a ese anciano por haber sido salvado por Cornelia Brooks. La cual, evidentemente, seguía en la profundidad. Antes de retomar su buceo, se percató de que el anciano desapareció. ¡Perfecto! ¡Le salvaba y huía! Se anotó mentalmente que debía matar a ese anciano en cuanto le pusiera una mano encima. Entonces, observó cómo una sombra ascendía con tanta lentitud, que parecía no tener vida. Vio su pelo castaño ondear en el agua. Y sus ojos celestes brillar hacia la superficie. Cerró sus párpados. Cansados debido a todo el poder desatado para sacar a aquel anciano del espejo. Se había quedado inconsciente en mitad del agua. De aquella densa y oscura masa que los separaba. James no tardó en reaccionar. Sus muslos respondieron antes de que diera la orden al cerebro. Acudió a ella como si, cada segundo desperdiciado, fuera una oportunidad menos de salvar a Brooks. Pues era así. Extendió la garra para alcanzar la mano de Brooks. Y, al rozar sus dedos, se produjo un leve destello que cubrió su cuerpo y el de Brooks. Un destello que, lo que demonios fuera le daba igual, le dio una fuerza sobrenatural. Sintió todas sus energías renovadas. ¡Incluso podría gritar de júbilo! Sonrió. Cogió a Brooks. Y nadó sin cesar hasta la lejana orilla. Subiendo. Para alcanzar el oxígeno que necesitaba Brooks. Para vivir. Subió rápido. Más rápido de lo que jamás pensó que una criatura mágica podría moverse. Daba igual el frío. Daba igual si, en realidad, eso era una ilusión y estuviera debilitado. Le estaba sirviendo. Tenía adrenalina. Tenía que sacar a Brooks del agua. Al alcanzar la orilla y arrastrar a Brooks por la roca del glacial, quiso recordar todo lo que había almacenado en su cerebro sobre sacar el agua de los pulmones de alguien. Se acercó a ella. Se convirtió en humano de nuevo. La cogió por los hombros y la acercó a él. Estaba mojado. Su ropa hecha jirones de haberse convertido en licántropo. Su costado ensangrentado. Su corazón palpitando rápidamente por un motivo que desconocía. Que no comprendía. Quitó el pelo del rostro de Cornelia y lo observó. Pálido. Los labios aún más morados que los de James. Sus pecas resaltaban. Su semblante sereno. Su piel fría. Más fría que el hielo. Sacó la varita de sus pantalones. Apuntó hacia ella. -Anapneo -Conjuró hacia Brooks. Entonces, la joven se sacudió en sus brazos. Comenzó a toser. Entreabrió sus ojos. El hechizo permitía despejar las vías respiratorias de una persona que se estaba ahogando. Y Brooks debía tener los pulmones llenos de agua. Se había encargado de sacarla del océano, no pudo evitar que entrara agua en sus pulmones. Vomitó agua sobre el torso de James. No le importó. La miraba fascinado. Como si Brooks estando viva fuera lo mejor que le hubiera pasado. Escupía agua sobre su propio pecho y se sacudía para ayudarse a echar el agua que había entrado en ella. James la incorporó para despejar sus vías mejor. La joven comenzó a inspirar profundamente por la nariz hasta que pareció saciar sus pulmones. Cerró sus ojos suavemente. Empezó a soplar despacio hasta soltar todo el aire. Parecía intentar relajarse. Sellando los ojos con sus dedos. Tragó saliva. Él lo hizo casi por acto reflejo y notó su boca pastosa. Comenzó a entreabrirlos de nuevos y el celeste encontró el color avellana de los ojos de James. -¿Me dejas preocuparme por ti ahora? -Le preguntó James, mostrando su sonrisa torcida. -¿Crees que salvándome la vida vas a llamar mi atención? -Dijo ella en un hilo de voz. Cerró sus ojos de nuevo. Y se desmayó. Comenzó a temblar de frío. Y él con ella. Miró hacia el frente. Maldita sea, es que estaban enfermos. ¡Estaban en el puto Polo Norte! Agarró, si podía ser, con más fuerza a Brooks sobre ella. Posó sus labios sobre el pelo de esta. Y la balanceó sobre él. Tenía frío. Ella y él. Morirían de hipotermia incluso si habían sobrevivido a un Palacio de Hielo cayendo sobre ellos. Vio las torres del Palacio hundirse en la lejanía del acantilado sobre el que había sido eregido. Fundirse con el agua. Volver a su origen. Notó a Brooks aún más fría bajo la piel de sus manos. No le quedaban fuerzas para aparecerse. No podía. Había agotado toda su magia. Pero, quizás, podría convertirse en lobo y transmitirle todo su calor a Cornelia. Sacó su varita. Debía pedir ayuda. -… Patronus -Musitó. La luz azul se convirtió en un gran oso que zarpó para encontrar un alma que les ayudara. Puso toda su concentración en transformarse. El pelo caoba se posó en sus hombros. Su rostro se tornó en un hocico. Sus ojos se alejaron de su nariz. Pero, aún así, posaba sus labios sobre la cabeza de Brooks. La acurrucó en su interior. Y dejó de temblar de frío. Procedió a ofrecerle toda su energía. Sintió unas luces salir de él y llegar a Brooks. Ambos cuerpos brillaban sobre la piedra negra del glacial. Aunque estuviera helado de frío por haberle dado toda su temperatura térmica a Brooks, un calor le abrasaba el pecho. Y, tras haberse drenado de energía, se quedó inconsciente sobre la joven que también había perdido la conciencia. Lo último que vieron sus ojos fue un hombre con una cicatriz en forma de rayo en la frente.
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