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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Lunes 25 de Enero de 2021, 16:18 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 35: Modus operandi
Rose Weasley contempló su varita como si fuera su mayor enemigo. Su primo James les había pedido a algunos de ellos que se quedaran después de practicar los Patronus en la Casa de los Gritos. Tenía que hablar con ellos. Aquello supuso un corte de indigestión para Rose Weasley. Pensaba que aquella misión de la que les habló James no llegaría hasta dentro de mucho. La joven había dejado la planta donde practicaban los Patronus. Se había ido al salón. Se había sentado debajo de la ventana. Sobre el suelo. La luz entraba a la habitación por encima de su cabeza. Suspiró. Había pasado una semana desde la fiesta que tuvo allí lugar. No estaba nada orgullosa de su comportamiento. Era cierto. Sobre todo, por la resaca que le duró días. Una no aprendía. Su hermano Hugo había superado al whiskey de fuego. Ella no. Incluso borracho era mejor que ella. En todo. Y aquello había supuesto que Rose siempre luchara por sobresalir. Destacar. Trastocaba su horario de sueño para alcanzar las mejores notas. Hugo no tenía que esforzarse para que su madre se asombrara y alabara sus éxitos. Lo hacía parecer fácil. No lo era. Ella había batido récords en Quidditch. ¿Había recibido una carta como lo había hecho su hermano por haber arrasado con su boggart? No. A ella tampoco la habían adelantado de curso al entrar. Pero era la mejor. Siempre que Malfoy dejara que fuera la mejor. Bufó. Fueron Carter y Malfoy los que le ayudaron a volver a Hogwarts cuando la fiesta se dio por terminada. James se había quedado hablando con sus hermanos para avisarles de la próxima reunión. Monique Jordan ayudó a Fenwick. Esta última quería celebrar que los representantes de las Arpías de Holyhead querían ficharla. Y Rogers le había seguido en la victoria. Marrs, Nott y Morrit ayudaron a Rogers. Bárbara Coleman desapareció con Claire Jenkins antes de que la fiesta acabara, por lo que Camrin Trust se ocupó de llevar, sana y salva a Ellie Coleman. Brooks volvió con los McGregor. Su hermano fue llevado a rastras por Sebastian McKing y Lorcan Scarmander. Literalmente a rastras. Hugo balbuceaba teorías sobre dichosas profecías que los matarían a todos. Justo lo que Rose quería escuchar. La cabeza le había estado dando tumbo desde que se tumbó en el sofá. Los hermanos Weasley podrían ser unos genios. Pero el alcohol era más peligroso. De hecho, Hugo y ella fueron, con sus porteadores, los últimos en dejar a los Potter en la casa. Recordó el camino de la vergüenza de vuelta al castillo. Afortunadamente, Carter no pretendió nada romántico. ¿Quién encontraría romántico una muchacha con el uniforme de Quidditch manchado, el pelo hecho un estropicio y olor mezclado de sudor y alcohol? Malfoy y él la cogían de los brazos y de la cintura. Ella no podía ni mantenerse en pie. Por mucho que le doliera admitirlo, ser cazadora con ellos era todo un honor. Sobre todo si se preocupaban de esa forma por ella. Se quedaron atrás porque Rose había tenido que detenerse a vomitar en más de una ocasión. Carter propuso llevarla en Levitacorpus. Malfoy dijo que aquello solo la haría sentirse más mareada. Ella asentía a lo que decía Scorpius Malfoy. No era la primera vez que la salvaba, ¿no? Confiaba en él aunque nunca lo admitiría en voz alta. En el Palacio de Hielo pudo escapar de Gwendoline Cross cuando fueron a rescatar a Albus gracias a él. A que él se sabía aparecer y ella no. Y la llevó a su casa porque era el único lugar en el que él se sentía a salvo. Se sintió culpable de arruinarle su momento como Greenwood le había dicho. O no tanto. En ese momento, ella y James habían hecho que no pudiera llevar a Lily Potter, como él habría querido. Afortunadamente, debía reconocer Rose, pues estar a solas con Carter no era lo que ella deseaba. Recordar a Gwendoline Cross le hizo tensar la mandíbula. Había obligado a Alice a que le dijera quienes habían hecho el Pacto con ella. No estaba segura de si matándoles se libraría. Pero solo había una forma de comprobarlo, ¿no? Por supuesto, no le adelantó sus intenciones. Gwendoline Cross y Zoe McOrez. Alice le había dicho que era muy complicado. Que, por favor, no hiciera nada. ¿Qué no iba a hacer nada? Iba a liberar a Alice del maldito Juramento Inquebrantable. Disiparía las dudas de si matar a los otros acababa con el contrato. Y, si no lo hacía, ya tenía dos miembros menos de lo que preocuparse. Ella y el resto. Escuchó dos voces en la terraza. Se incorporó para ver quiénes eran. Sonrió. Volvió a sentarse con la espalda sobre aquella pared de madera. Miró el salón. Gracias a su resaca, no había tenido que limpiarla. Habían sido los Potter. Tampoco pensaba hacerlo. Había sido idea de Greenwood. Debería haberlo hecho él. Agudizó el oído para escuchar la conversación que tenía lugar al otro lado del muro y que se colaba por la ventana. Quizás lo de dentro no se escuchaba afuera. Pero al revés no funcionaba así. -Será el momento perfecto, Potter… Me dice que vaya a por él en las visiones y mis visiones nunca me han engañado. Puedo aprovechar que me han elegido para ir allí… Si me pasa algo os mandaré un Patronus… -¿Y tu moneda? -Un Patronus es mejor -dijo Brooks. Titubeaba. -Le he dado mi moneda a mi hermana. -¿Le has dado tu moneda a Lola? -Escuchó a su primo James decirle a Brooks. Una de las cosas que les había dicho James a sus hermanos aquella noche era que la sede del Temple había caído. Justo antes de su misión. ¿Nadie veía un mal augurio? Ella sí. Pero ella tenía su propia misión. Así que no les diría a los demás que estaban perdiendo la cabeza. -¡Así sé que está bien ahora! -Brooks sonaba alterada. A Rose le caía bien Brooks. Y sentía algo de pena por ella. Su madre desaparecida. Su hermana también. Y su abuela ocultándoles a todos dónde estaban. Era normal que estuviera, desde la noticia, alterada. Exasperada. -¿Y cómo sabremos que tú estarás bien si te pasa algo? -Inquiría su primo. Buena pregunta, primo James. -Toma la mía… Le diré a mi tía Hermione que me haga otra… Si le dices que la tuya la tiene tu hermana… Podría enterarse tu abuela y… -No sabemos si tu tía Hermione tiene contacto con Ivonne Donovan -Interrumpió Cornelia. -Sí que tiene, Brooks -Terció él. Como si acabara de revelar algo que a ella le ofendió. Bueno, parecía que Ivonne Donovan había ocultado su escondite, pero ella seguiría en contacto con el Temple. Incluso cuando había dejado para morir a sus protectores. Escuchó silencio. -Mira, no sé qué te pasa conmigo últimamente… Pero no puedes hacer eso. Tómala, Brooks -Pidió su primo. Un silencio. -Como quieras. -Pues Brooks era tan cabezona como ella misma. -Pero iré contigo en todo momento en el Palacio de Hielo y no voy a aceptar un no por respuesta… Sé que has hablado con mi hermano y te ha indicado dónde está ese chico del espejo que buscas… -No, Potter, sería ponerte en peligro de forma estúpida… -¿Y no vamos a ponernos todos en peligro? -No necesito que tú te pongas en peligro otra vez por mis visiones -Dijo con firmeza Brooks. -Todos estaremos en peligro -Sentenció. -Me dijiste que no debía obedecer a ciegas a tu abuela… Contigo tampoco lo haré cuando no tengas razón -Añadió. Escuchó un bufido. Aguantó la risa. ¿Por qué una se reía en momentos serios? Porque era estúpida. Su primo Albus bajó las escaleras. Parecía trotar por ellas. Suspiró. Fue directo hacia Rose. Sin decir nada, se sentó a su lado. Le tendió la mano a su prima. Casi se le rompe el corazón a Rose Weasley. Era algo que hacían de pequeños. Albus llevaba tanto sin hacer eso. Cada vez que sus padres les regañaban. Rose se iba a su cuarto. Albus iba a por ella. Y le daba la mano en silencio. Era su forma de decirle que no pasaba nada. Sintió un sollozo salirle de la garganta. Resopló. Observó a su primo. Tenía el pelo enredado. Los ojos caídos de cansancio. Y el color verde de su uniforme resplandecía como un espejo en sus ojos. -¿Por qué los Potter habéis madurado de pronto? -Le preguntó en un susurro. Dejó caer la cabeza sobre el hombro de su primo. -Pues… Nuestra madre está en Azkaban -Alzó un dedo. Oh, una enumeración de motivos. -A mí me secuestraron… A James le convirtieron en licántropo… Y Lily ha lanzado su primera Maldición Imperdonable… No sé, Rose, no sabría decirte. Ella se rio. -¿Os habéis reído mucho de mí? -Cuestionó ella, refiriéndose a la escena que había montado ella. Y de la que había tratado de huir hacía unos minutos. -No nos has dado ninguna razón para hacerlo… -Terció su primo Albus. Ella sonrió. Él siempre había sido suave con ella. Incluso cuando le había declarado la guerra a su mejor amigo desde que comenzaron Hogwarts. A su otro amigo desde antes. No olvidaría que Greenwood era el hijo del vecino muggle de casa de sus abuelos. -Es que… Me da vergüenza mi Patronus -Confesó en un susurro. Albus alzó las cejas. -O sea que lo sabes convocar -Dijo el joven, divertido. -Me pregunto qué será… -Nunca lo vas a ver… He oído que puede cambiar de forma… Así que probablemente esperaré a que deje de ser esa monstruosidad… -Revela tu yo interior, Rose… ¿Qué esperabas si te llaman Destructrose? -Se rio su primo. Ella le dio un codazo. También se rio. Debía reconocer que se había acostumbrado a su mote. -No superarás el dragón de Scorpius… -Rose resopló. -Pero no puede ser peor que el ganso de Morrit… -Se rio. Ella se encogió de hombros. -Eso lo dices porque el tuyo es una serpiente de cascabel… Lo cual dice bastante de ti -Dijo con sorna. -El de Greenwood es un zorro -Añadió. -No significa nada, Rose. Se rieron. Recordó los Patronus que acababa de ver de los que allí se encontraban. Y que no bajarían hasta controlarlos por completo. James y Brooks los estaban esperando. Ellos ya los manejaban bien de antes. James los había perfeccionado en Luperca. Y no sabía cuál era el de ninguno de los dos. Estaba intrigada. Albus Potter tenía destreza convocando a su serpiente de cascabel. Porque estaba orgulloso de ser Slytherin. Y porque había otra persona que siempre llevaba una serpiente en su escudo contra todo pronóstico que para Albus era muy importante -teoría que había enunciado Greenwood y que Rose Weasley apoyaba en secreto. Greenwood tenía un zorro. Scorpius Malfoy era el que asistía a los demás con su dragón. Pavoneándose. Sabiendo que era el Patronus más impresionante. Hugo Weasley tenía problemas, increíblemente. Pero, al final, un cuervo salió de su varita. El ave más inteligente de todos. Por supuesto, Hugo, cómo no. Fred había convocado una urraca. Después de haberlo intentado en miles de ocasiones. Pero Rose suponía que no era difícil para él, en ese instante, convocar algo que le hiciera feliz. Además, casi parecía que se echó a llorar. Les contó a todos que su tío Fred y su padre también tenían urracas como Patronus. No fue la única persona en convocar un Patronus similar a alguno de la familia Weasley. Lily Potter tenía un caballo blanco, el mismo animal que su madre. Y, el más relevante, Susan Jordan tenía a una comadreja como Patronus. Causó un poco de furor, había que admitirlo. Casi parecía que iba a explotar de todos los colores que se asomaron en su rostro. Sebastian McKing tenía un Rottweiler. Más no quiso explicar por qué. Rose intuía que era por su hermano. Nadie recordaba que aquel muchacho que se había colado en su rutina lo había hecho para vengar la muerte de su hermano en primer lugar. Y, después, estaba Rose, la cual se negó a convocar su Patronus. Y, cuando Greenwood comenzó a burlarse y su hermano Hugo a explicarle cómo se hacía, salió corriendo hacia abajo, diciendo que ella ya había acabado. Escucharon la puerta de la terraza abrirse. Desde el suelo, Albus y Rose observaron cómo James les miraba extrañado. Brooks también entró. Cerró la puerta tras sí. Les instó a levantarse. -¡BAJAD! -Ordenó James. Bufó. Brooks se sentó en el sofá. Rose fue corriendo a sentarse al lado de ella. Le sonrió. ¿Se habrían peleado desde que Albus bajó a por ella y dejó de escuchar su conversación? Le intrigaba saber quién era el chico del espejo que decía. Ella también confiaba en sus visiones. Por suerte, no había avisado de la muerte de nadie. -Mándales un Patronus, James -Se burló Albus. -Así practicas… James negó con la cabeza. Se escucharon las zancadas bajar. Fred fue el primero en llegar, se frotó las manos, expectante. -Los elegidos para saber a qué nos enfrentamos -Sonreía. Como si estuviera realmente feliz por eso. Rose puso los ojos en blanco. -Pues al Ojo, imbécil -Respondió Susan entre risas. -Veinte pavos a que es una rata -Apostaba Greenwood bajando las escaleras con Scorpius Malfoy. -Yo digo que es un cerdo hormiguero -Propuso Hugo, entre risas. -Igual es una nutria como su madre -Propuso Lily Potter. -No -Dijo, con fervor, Hugo. -No tendría el mismo que mi madre. -¿Por qué no? Lily lo tiene -Añadió Scorpius. -Porque es Rose -Dijo simplemente Hugo. -Me uno a la rata -Dijo Sebastian McKing. Rose Weasley bufó. Cruzó sus brazos sobre su pecho. Les haría perder dinero a todos. -Os he reunido aquí primero porque hay un par de cosas de las que los demás no se pueden enterar… En caso de que a alguien se le escape a los Aurores, ¿de acuerdo? -Comenzó James. -Cuantos menos, mejor. Rose asintió. Ella no pensaba decir cuáles eran sus objetivos ocultos a aquellos estúpidos. Además, probablemente evitarían que los cumpliera. -¿La misión es rescatar a Imogen? -Preguntó Lily Potter. Se sentó al lado de Rose. Le sonrió. Rose ni siquiera la miró. James alzó las cejas sorprendido. Frunció el ceño. ¿De dónde había sacado su hermana pequeña aquella información? Pues evidentemente no se lo diría a su hermano mayor. Rose resopló. -Sí -Contestó James. -¿A la muggle por la que el Ojo atacó el Ministerio de Magia? -Preguntó Scorpius Malfoy. Buena observación, Malfoy. Ninguno podría haberlo adivinado si él no lo hubiera sugerido. Rose puso los ojos en blanco. -¿Por qué? Aquella pregunta era la que tenían todos en mente, en realidad. -Es un instrumento para el Ojo -Respondió, aquella vez, Brooks. -¿Un instrumento? -Preguntó rápidamente Hugo. -¿Cómo que un instrumento? -Eso es lo que dice Ivonne -Dijo Cornelia Brooks simplemente. Se acomodó en el sofá. -Ivonne la necesita para que el Ojo no cumpla con su objetivo final -Aclaró. Aquello fue como un subidón de adrenalina para su hermano. Lo notó en el momento en el que la cara de Hugo se encendió. Como si hubiera hecho una conexión vital. Y, al hacerlo, parecía preocupado. -¡Por Merlín! -Exclamó Hugo Weasley. -Es como una profecía… -Deja ya las profecías, Hugo -Insistió Lily. -Siempre nos das tus teorías pero nunca sabes nada…Nos acabas asustando sin motivo... Deja que hable James -Ordenó. Hugo Weasley enmudeció. Parecía que la única bruja que podía imponerle era su prima Lily Potter. Le imponía más que su hermana. Rose resopló de nuevo. -Bien -Recuperó el turno de palabra James. -Los Aurores tienen planeado un ataque al Palacio de Hielo al que fuimos el año pasado para…-No supo cómo continuar. -Rescatarme, lo puedes decir, James -Completó su hermano Albus. James asintió. Se rascó la cabeza. -Algunos de nosotros les ayudaremos… El mismo día que tenemos otra misión -Anunció. Rose Weasley tragó saliva. -Moonlight y Lebouf han elegido a los que vamos a ir al Palacio de Hielo… Con ellos… Usando los polvos flú que utilizamos la última vez -Suspiró. -No sabemos dónde está Imogen… Por eso necesitan apoyo de personas que ya han estado allí. Rose miró sus manos. Las entrelazó. -¿Quiénes van a ir? -Preguntó Lily. -Porque sé que a mí no me dejaréis… ¡Cuando soy la única que ha demostrado que verdaderamente…! -Lily -Interrumpió James. Le pidió a su hermana pequeña que no empezara una escena en ese instante. -Lily, tú tienes otra misión… -Sí, pero no me dejáis la acción… -Si te hubiéramos retirado de la escena, ni siquiera estarías aquí -Concluyó Albus Potter. Parecía que era un retazo de una conversación de los Potter. Rose Weasley se mordió el labio. Al menos, aquellos hermanos hablaban entre ellos. No como su hermano Hugo. Había pasado de ella aquel año. Tenía un libro de profecías y se había tenido que enterar por Malfoy. ¡Por Malfoy! -Sé que muchos de nosotros tenemos nuestra propia vendetta con algunos del Ojo -Miró fijamente a Rose. Ella se hundió en el sofá. Él sólo sabía que Gwendoline Cross había intentado ahogarla en la bañera el mismo día que Roxanne fue asesinada. También posó su mirada de advertencia en Scorpius Malfoy y en Fred Weasley. En Sebastian McKing. Sus seres queridos habían muerto por culpa del Ojo. Rose suspiró. -Por eso es muy importante que no nos despistemos… Brooks y yo os necesitamos… Vamos a intentar descifrar unas visiones que ha tenido de un hombre dentro de un espejo, que puede significar algo para la guerra… Y… No os podéis despistar si os llamamos a por ayuda -Suspiró. -No lo pueden saber los demás… Los Aurores no pueden saber que nosotros tenemos nuestros propios planes y que Ivonne Donovan no siempre va a dictar lo que decimos, ¿de acuerdo? -Miraba atentamente a Brooks. Como si eso lo dijera por ella. No para ella. Sino por ella. Cornelia Brooks cruzó sus brazos sobre su pecho y apartó la mirada. -Nos acompañarán Fred, Susan, Rose, Scorpius Malfoy, McKing y Trust -Añadió. -¿Trust? -Preguntó, extrañado, McKing. Escuchó a Albus bufar. -Trust es bastante buena en duelos… Y, Albus, déjame que siga con la otra misión porque vas a entender… -No queréis que vuelva. De acuerdo -Dijo encogiéndose de hombros. Se sentó en la orejera al lado de su hermana. -Soy vuestra mejor baza allí… Como queráis. James sacudió su cabeza. Rose sabía por qué James le había omitido de aquella misión. Había hablado previamente con ella para consultarle. Y, efectivamente, ella estaba de acuerdo con James. -Los demás tendréis que ayudar aquí a los Aurores… En el mismo día… A detener a todos los miembros del Ojo que tenemos apuntados y que hemos vigilado desde que comenzamos las rondas… Este era el motivo -Anunció. -Edward Whitehall los quiere cazar… Y nosotros le ayudaremos a que los tengan a todos. Sabemos dónde están los trasladores… El Ojo les llamará para que cubran el Palacio de Hielo… E irán todos… Como hicieron el año pasado… Solo que… Con una operación del Departamento de Seguridad tan grande… Los necesitarán a todos. Y todos los que os quedáis tendréis que hacer frente a ellos… -¿Para luchar contra Derrick Collingwood y Annie Gallagher me habéis dejado aquí? -Espetó, irritado, Albus. Rose rugió por dentro. Se incorporó y le desafió con la mirada. -¿Eres idiota, Albus? -Dijo, enfadada. -¡Por Alice! ¡A ella también la querrán cazar! Albus tragó saliva. Rose asintió. Su primo palideció. Su hermana le dio la mano. Albus se mordió la lengua por dentro. Parecía lleno de furia. Ira. Al menos, no volvería a cuestionar la decisión. -Puedo encargarme yo -Propuso Scorpius Malfoy. -Si Albus no quiere… -No, Scorpius -Intervino Albus. Tenía la mandíbula tensa. -Yo lo haré. Scorpius asintió. Rose vio que el mejor amigo de su primo estaba preocupado. No sabía si por Albus o por Alice. Ella lo estaba por los dos. ¿Cuándo iba a dejar Malfoy de preocuparse por los demás? Es que ni en eso podría superarle. -Hugo y Greenwood -Les llamó James. -Iréis a por el traslador del corredor de Gunhilda de Gorsemoor -Anunció. -Las mazmorras las cubrirán Marrs, Morrit y Jenkins… Fenwick, Rogers y Carter estarán en el lavabo de los Prefectos… Los McGregor en el corredor de la Gárgola… La hermana de Sue y Nott en la ruta a las cocinas… Ellie Coleman, Bárbara Coleman y Janet Rossen irán a por los del traslador de la Sala de los Menesteres… Frank Longbotton y Lucy Weasley a por los corredores de Slytherin…Lily y Lorcan estaréis en el de la Torre de Enfermería… Y Albus… -Retendré a Alice con esposas de hombre lobo si es necesario -Sentenció él. Todos allí sabían lo que Albus sentía por su mejor amiga. Incluso si él no lo había dicho en voz alta. Incluso si después de que ella lo dijera no hubieran vuelta hablar. -Albus -Le llamó Rose. -Prométeme que confiarás en Alice. -Haré lo que sea para que no le hagan daño -Espetó. Rose Weasley se mordió el labio. Ese era el problema. Lola estaba harta. Una cosa era que la retuvieran en piso por su seguridad. Otra, bastante diferente, era que aquel apartamento hubiera sido destruido. Que los miembros de la secta de asesinos hubieran entrado a ella. Que ni una asesina digna de una película de acción no pudiera contra ellos. Que hubieran herido con tres hechizos de esos letales a un Auror. Que ni siquiera Lola sabía si estaba vivo o muerto. Y que su abuela los dejara abandonados y la llevara a ella y a su madre a la casa de la playa. Donde no podrían comunicarse con absolutamente nadie. Donde nadie sabían dónde estaban. Ni su hermana Cornelia lo sabía. Sí. Tenía la moneda. Pero, ¿no debería pararse a que pasara algo? Sus días pasaban pesados. Sin poder hacer nada. Al menos, en Pascuas, había tenido a Cornelia para entretenerse. Y en el apartamento tenía a Gwendoline Cross. Sabía que flirtear con ella no llevaba a ningún sitio. A la muerte segura solamente. Pero al menos era alguien que le respondía. En aquella casa tan solo tenía los monosílabos de Ivonne Donovan. La cual desaparecía de vez en cuando. Y a su madre. Y la relación con su madre era muy extraña. Hablaban de estupideces. Sin abordar la cuestión que las dos tenían en mente. «¿Por qué me abandonaste, mamá?». Suspiró. Se había despertado demasiado temprano. Lo sabía por la calidad de la luz que entraba por la ventana. Se levantaba y pensaba: «A por otro día de mierda». Se acostaba y pensaba: «Pues otro día de mierda más». Se llevó la almohada al rostro. ¿Y si se suicidaba? La única que lloraría de verdad acabaría siendo su hermana. Hasta su sarcasmo se había vuelto oscuro. Se levantó. Puso sus pies descalzos sobre la fría madera. Recordó que Cornelia se horrorizaba que siempre fuera descalza. Solo la conocía de semanas. Y ya la quería. Supuso que de eso se trataba de ser hermanas. Querer a alguien por defecto. Cornelia se hacía querer. Aunque pareciera seria y responsable y una aguafiestas. Era dulce, protectora de sus principios y de sus seres queridos, y aullaba por la justicia. Como una Sansa Stark. Y, por esa regla, ella era Arya. Sonrió para sí. Después suspiró. Ni siquiera podría hacer referencias de Juegos de Tronos en voz alta. Pues, si explicaba que Olenna Tyrrell era mala, perversa pero increíblemente inteligente… Ivonne le lanzaría una de esas maldiciones que hacían sacudirse como el Auror. Exhaló aire. Se dispuso a encaminarse a hacerse el desayuno. Otra cosa que odiaba allí. La comida. O la calidad de esta. Todo era ingredientes. Frutas. Verduras. ¿Dónde estaban sus cereales? ¿Sus galletas con chispas de chocolate? Preferiría estar en Guantánamo. Al menos allí le darían patatas fritas para almorzar. Escuchó a su madre exclamar algo. Alzó las cejas. Agudizó el oído. Se estaba peleando con Ivonne Donovan. O eso creía. ¿Tenía que levantarse temprano para tener algo de salseo y drama en su vida? Suspiró. Se sentó al final de las escaleras. Las voces procedían de la cocina. Mucha magia pero no habían previsto que Lola se despertara temprano. -¡Así que llevas todo este tiempo detrás de él! -Gritaba Ivonne Donovan. -Celius O'Smosthery, ¿no? -Decía su madre. Vaya, con que su madre tenía un amor imposible. -¡Me lo has ocultado toda mi vida! ¡Nunca me dijiste por qué mi padre nos abandonó! ¡Dijiste que te delató al Ojo…! ¡Pero fuiste tú la que le dijo al Ojo dónde estaba él! -Gritaba su madre. O sea que su abuelo también tenía un drama. Frunció el ceño. Celius. Se llevó la mano a la boca. El hombre del espejo del que le había hablado en sus visiones. Pensó, en aquel instante, en utilizar la moneda de su hermana. Pero, ¿qué le decía? Lo podía ver todo el mundo. ¡Hasta el Ministro de Magia! Y le había dicho que pensaba buscar respuestas sin la ayuda de nadie. Suspiró. Confiaba en su hermana. Además, su madre acababa de decir que Ivonne era la que había traicionado a su abuelo. Suspiró. De nuevo. Otra vez. Cornelia iba a reencontrarse con su abuelo y ni siquiera sabría quién era él. -No lo debes encontrar jamás… Menos mal que te he apartado de ese trabajo -Decía su abuela. -¡Encontrar su ADN allí para compararlo con el tuyo! ¿Eso has hecho con todos los hombres de edad que traían a tu clínica? ¡No lo vas a encontrar! Escuchó a su madre rugir de ira. Así que eso era lo que hacía su madre en la clínica. Vaya. Lola la había tomado por una persona normal. Sin tantos dramas. Pero, ¡qué tontería! Lo llevaban en la sangre. -¿Por qué, madre? ¿Por qué lo quisiste apartar de tu vida y de la mía? -Vociferó. -Soy su hija… ¡Tenía derecho! -¡Porque una profecía dice que acabará conmigo! ¿Eso es lo que quieres? ¿Acabar conmigo? -Contestó con violencia en su voz Ivonne Donovan. -¡A veces es lo único que quiero! ¡Has arruinado la vida de mi familia con tu pasado, madre! -Yo no he hecho nada, Penélope… Es nuestro legado -Sentenció. Aquello puso de punto el vello de Lola.
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