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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 35: En la Casa de los Gritos
-¡FENWICK NOS DEMUESTRA QUE ES LA MEJOR GUARDIANA DE HOGWARTS OTRA VEZ! ¡PERO EL QUAFFLE ES AHORA DE LOS ÁGUILAS! ¡LA PUNTUACIÓN ESTÁ DEMASIADO AJUSTADA! ¡ROSE WEASLEY CASI TIRA A SPENCER DE LA ESCOBA PARA MARCAR! ¡ATENCIÓN! ¡DESTRUCTROSE ESTÁ TENIENDO PROBLEMAS CON PEARSON Y SPENCER! ¡OUCH, ESE CODAZO ME HA DOLIDO HASTA A MÍ! ¡CARTER PELEÁNDOSE CON EL BLUDGER! ¡MALFOY…! ¡ROSE WEASLEY LE PASA EL QUAFFLE A CARTER! ¡POR POCO NO ESQUIVA OTRA BLUDGER DE TOM MCGREGOR…! ¡SE LA PASA A MALFOY! ¡SÍÍÍ! ¡OTRA MÁS PARA LOS LEONES! -Rugió David Morrit con el micrófono. -¡QUE VEN MIS OJOS! ¡JAMES SIRIUS POTTER HA DESCENDIDO EN PICADO! ¡PERSEGUIDO POR COBEN! ¡LAS BLUDGER DE TOM MCGREGOR NO PARAN HOY! ¡WEASLEY Y ROGERS HAN DERRIBADO A COBEN CON LAS BLUDGERS! ¡POTTER SE BALANCEA POR LAS BLUDGERS! ¡PERO SIGUE! ¡SIGUE! ¡NO PARA! ¡Y….! ¡COGE LA SNITCH! ¡JAMES SIRIUS POTTER HA COGIDO LA SNITCH! ¡POTTER TIENE LA SNITCH! -Las gradas rugieron y ahogaron la voz de Morrit. -¡LOS LEONES GANAN! ¡GRYFFINDOR GANA EL TORNEO DE QUIDDITCH! -Vociferó. Su voz sonó sobre el Campo de Quidditch. Los estudiantes de Gryffindor en las gradas habían empezado a saltar mientras agitaban salvajemente los pañuelos rojos y dorados. Los profesores en las gradas aplaudieron educadamente y comenzaron a regresar al castillo. Ya les habían avisado los leones que la Sala Común de Gryffindor sería el lugar de la fiesta aquel día. Estaban todos invitados. Y todos iban allí. El director Neville Longbotton les había obligado a finalizar la celebración a las doce de la noche. Aquello era un colegio, no un lugar de desmadre. Pese a la queja de la mayoría, aceptaron. Era mejor eso que nada. Los profesores ya habían visto que la fiesta de Ravenclaw se les fue de las manos. Muchos alumnos estuvieron varios días con resaca. Destrozaron la Sala Común. No podían acudir a clase. Vómitos. Y algunos amanecieron bañándose en el Lago. El equipo docente sabía que si Gryffindor ganaba aquello iría peor. Por lo que, a las doce, los profesores desalojaron la Sala Común de Gryffindor. Los pasillos. Las escaleras peligrosas que habían tenido que encantar para que no se movieran y así que ningún alumno tuviera el peligro de saltar por ellas. A las doce, los ruidos se apagaron. No obstante, un grupo de alumnos se escapó. Poco a poco. Pasando desapercibidos. Llevándose las cervezas que habían sobrado. Procurando despistar a los Aurores con sus propios métodos. Aprendidos por experiencia. Utilizando sortilegios Weasley para asegurarse de que nadie les seguía. De que tenían vía libre. Lily Potter no sabía si unirse a los Guardianes de Hogwarts o no. Había dudado durante toda la noche. Aún la miraban como si fuera un fenómeno extraño. No obstante, muchos ni repararían en su presencia. Cuando la Sala Común Gryffindor se quedó vacía. Decidió que, ¿por qué no? Ella se merecía seguir la fiesta en la Casa de los Gritos. La que tanto tiempo había sido propuesta por Peter Greenwood. La que habían secundado todos y cada uno de ellos. Hasta que acabaron convenciendo a James. A su hermano tenían que convercele de una fiesta. ¿Desde cuándo su hermano era así? Además, todos se habían unido. Quizás ella no estaba tan integrada como los demás. Pero se habían convertido en una familia desestructurada. Tendría que estar bien. Había escuchado que Peter Greenwood se había encargado de llevar altavoces. Jordan y su primo Fred habían saqueado la cocina. Y Carter afirmaba saber un Encantamiento para hacer que las luces parpadeasen. Era, después de todo, la celebración antes de que James les contara la misión. También quería formar parte de ellos. Se encaminó por la linde del Bosque Prohibido. Atisbaba el Suace Boxeador. Se estremeció. Las nubes habían tapado a la luna creciente. El ambiente era bastante tétrico. La humedad del Lago hacía que la niebla estuviera baja. Miró al Sauce Boxeador. Allí había sido asesinada su prima Roxanne. Suspiró. Sacó su varita para activar el pasadizo. Pero también para sentirse segura aferrada a ella. Si ella se había convertido en la guardiana de Lyslander, su varita se había convertido en su escudo. Al recordar a su mejor amiga, se lamentó de que no pudiera ir. Los Sanadores le habían obligado a reposo. No precisamente lo que quería Lyslander. Si su amiga no estuviera encamada, la habría arrastrado a la Casa de los Gritos para ser las primeras en llegar. Oyó un crujido de ramas detrás de ella. Dejó de respirar por un segundo. Observó a una figura acercarse ella. Procedía del Bosque Prohibido. Las sombras del Bosque ocultaban su identidad. Se mordió la lengua. Alzó su varita hacia ella. -Lumos -conjuró. Vio a Zoe McOrez. Tensó su rostro. Apretó la mandíbula. La joven Slytherin alzó una mano. En señal de paz. ¿Paz? Maldita asesina. Deberían haberla matado ya. Su madre estaba en Azkaban por proteger a su maldita familia. Respiró por la nariz. Rugió en su interior. -No puedo hacerte nada, Potter -Avisó. Ella cerró su puño sobre la varita. -Vengo a recordarte que tengas cuidado… Y que no hagas nada estúpido como morir. Lily entornó la mirada. Bufó. -¿Ahora tu hermano tiene miedo de mí y ni siquiera me lo dice él? -Podrías haberle puesto en peligro cuando te enfrentaste a Molly Weasley -comentó Zoe McOrez. -Knut Hageback -Corrigió Lily rápidamente. Lo hacía inconscientemente. No podía oír que ella había matado a su prima. Aunque lo supiera. Aunque lo había hecho. En voz alta no permitía esa declaración. Pues se hacía real. Y si lo escuchaba de otras personas, le dolía más aún. ¿Era una asesina o una salvadora? ¿Ambas? -Si mi hermano tiene que morir por tu culpa, me aseguraré de matar a toda tu familia. Si te atreves a venir a por Imogen porque te lo ordene el Temple, te matarán. Y yo mataré a los tuyos -Le amenazó. Deliberadamente. Con saña. Y Lily sabría que lo haría. Zoe McOrez le mostró los dientes en una sonrisa sarcástica. Emprendió su camino hacia el Castillo. La miraba. Desafiándola. Seria. -Debemos proteger a los que queremos, Potter. Aunque tú todavía no lo entiendas -Le espetó. Lily arrugó el rostro. Confundida. ¿Cómo que ella no sabía lo que era proteger a su hermano? Precisamente era lo que pretendía hacer el año pasado. Por lo que le robó la varita a Frank McOrez. Siguió a la joven Slytherin con la mirada. Observó cómo Zoe McOrez volvía al castillo. ¿Para eso había ido allí? ¿Para decirle que no muririera? No creía que aquello entrara en los planes de nadie. Morir. Resopló. Se encaminó hacia la fiesta en la Casa de los Gritos. Al menos, no tenía que preocuparse por morir asesinada por los hermanos McOrez. Aunque eran una ola en el océano de aquellos que podrían hacerlo sin pestañear. Se estremeció al pasar por el pasadizo. A las doce y media de la noche. Quizás debería haberle dicho a alguien que fuera con ella. Más, ¿no era ella la más valiente? Incluso si el barro, las ramas y la oscuridad parecían querer atraparla; ella se mantuvo firme hacia el final de aquel túnel. Comenzó a escuchar la música retumbar cuando alcanzó las escaleras hacia el salón de la Casa de los Gritos. La luz que se escondía detrás de la puerta era intermitente. El pomo vibraba al ritmo de la música muggle de Peter Greenwood cuando lo giró. Alzó las cejas sorprendida de la fiesta que tenían allí montada los Guardianes de Hogwarts. No pudo evitar sonreír a ver a todos tan locamente felices. Saltaban. Bailaban unos con otros. Se pasaban vasos de unos a otros. Sonrisas. Carcajadas. Voces que creían cantar bien pero solo salían alaridos. Se carcajeó. Hugo Weasley se acercó a ella, con una botella de whisky de fuego en la mano. Se tambaleó. Parpadeó. No. Estaba viendo aquello bien. Hugo Weasley tambaleándose con una botella de whisky de fuego. Alcohol. Y Hugo Weasley. ¿Le habrían lanzado un Imperio? Reprimió una carcajada. Oh, le regalaría ese recuerdo para que se viera en el pensadero. -Lily, ¿por qué no estás bailando? -Se aproximó a ella. Casi se tropezó con sus propios pies. Se balanceaba de un lado a otro. Lily no sabía si era porque no encontraba equilibrio o porque era esa su forma de bailar. -¡Esta música es muy buena! -Gritó entre el ruido de los demás y la música. Alguien pareció escuchar aquello y lo secundó con un aullido. Lily sonrió pese no estar nada orgullosa del comportamiento de aquellos adolescentes. ¡Cómo podían corromper a su primo Hugo! ¡De todas las personas que podrían haber elegido! Buscó a su prima Rose Weasley con la mirada. Oh. No. Estaba cantando. Creía que su vaso era el micro. Estaba con Camrin Trust y las hermanas Coleman. Daba saltos y movía las caderas de un lado a otro. Rose estaba borracha. Mucho peor que Hugo. Pero todos estaban peor que Hugo, ¿no? Su primo se tambaleó, de nuevo, hacia ella. Su aliento hizo que tuviera que apartarse de él. -Hugo Weasley, ¿has estado bebiendo? -Preguntó con sorna. Doce años. Doce años tenía su primo. ¿Y estaba en esas condiciones? Se carcajeó de nuevo. Fue recompensada con su sonrisa culpable y más balanceo. Le estaba regalando ser el objeto de bromas. ¡Aunque ninguno podría ser testigo de eso si todos estaban igual! -Sólo un poco- Le susurró al oído. Incluso bajo la influencia del alcohol tenía una dicción pedante.Como si fuera una confidencia. Y como si nadie se pudiera dar cuenta. Parecía preocupado por saber que Lily lo había descubierto. Seriamente indispuesto por ver que su fachada había sido destrozada. -Pero no se lo digas a los profesores, ¿de acuerdo? -Oh, Hugo, ¿en serio? -Lily se rio. Estupefacta. Hugo era, si fuera posible, aún más cauteloso bajo la influencia de aquella sustancia tóxica. ¿No podía disfrutar de su primera borrachera? Lily negó con desaprobación. Se preguntó si ella acabaría así esa noche. Lo dudaba. Tenía mucha fuerza de voluntad y pocas ganas de saber cómo era lo que describía su hermano Albus como «lo más parecido a morir» tras la fiesta de los Ravenclaw. -No puedo controlar cómo funciona mi cerebro -Se encogió de hombros y, al hacerlo, derramó whiskey sobre el suelo. Se rio. Como si fuera divertido tener que limpiarlo al día siguiente. Aunque si todo el mundo estaba así, ella sería la única en condiciones decentes para hacer aquello. -¿Te gusta el whiskey de fuego? -Ella le preguntó. Realmente intrigada. La cara de su primo se iluminó. -¡Sí! ¡Me gusta mucho! Nunca lo había probado antes, pero... No sé por qué... -Explicó seriamente. Como si se tratara de uno de sus misterios. Y quisiera descifrarlo. Miró fijamente aquel líquido a través del cristal del vaso. Y se rascó la barbilla. Lily se rio. -¡VAMOSSS! -Se escuchaba a Peter Greenwood. Había hecho un Encantamiento flotante sobre el centro del Salón. Con una mesa. Y un Ipod en el pasaba las canciones que tenía. Había conectado al Ipod unos altavoces. Hacía como si fuera una mesa de mezclas. Habría aprovechado la electricidad muggle que le habían pedido al director. Greenwood aseguró que no era para la televisión. Sino porque necesitarían otros aparatos muggles. Pero el único que había utilizado hasta ese momento Greenwood eran los altavoces. Parecía el menos perjudicado de la noche. -Hoy te estás portando demasiado bien…-Avisó su amigo Scorpius Malfoy. -¿Qué has hecho? Su amigo se posicionó a su altura. Puso una canción que, aparentemente, muchos se sabían. Scorpius Malfoy no. Era lenta. Melosa. La letra no era la más original. Algo de Hallelujah. Al menos era fácil de aprender. Supuso que era un clásico muggle que algunos de ellos habían aprendido en la asignatura de Estudios Muggles. O quizás era que habían ido a más fiestas que él y sabían reconocer las canciones. El ambiente cambió rápidamente. La gente dejó de bailar dando saltos y sacudiéndose el pelo. Al que mejor se le daba era a su primo Fred. Tanto bailar como sacudir el pelo rizado. Todos comenzaron a mover sus hombros de un lado a otro. Scorpius Malfoy se acarició el pelo. Observó que Peter Greenwood corrió a coger a Albus de la cintura y se lo llevó al centro para bailar como si fuera una melodía romántica. Era una canción de esas. De bailar lento. Como en el momento de alguna película que le obligaba su amigo a ver. De las que menos le gustaban, tenía que reconocer. Albus comenzó a resistirse cuando vio que su amigo quería bailar con él como si fuera una pareja. Tenía las mejillas sonrosadas y miraba a Scorpius para que le rescatara. -¡Albus, vamos, no es como si tuviéramos otra persona con quien bailar! -le insistió Peter. -¡PETER! -Dijo, fastidiado por recordarle que le gustaría bailar con otra persona. -¡Albus! -Se rio Peter. -¡Muéstranos tus movimientos, hermanito! -Se rio James, instándole con la mano a que siguiera a Peter. Albus se rindió. Rodó los ojos. Nadie podía decirle que no a Peter. Había aprovechado que no estaba Alice. Peter zarandeó a Albus como si fuera una marioneta. De un lado a otro. Albus sonreía avergonzado. Mirando sus pies para seguir la destreza de su amigo. Scorpius se rio de ellos. -¡Vamos, Albus! -Le gritó Rose Weasley. Scorpius la observó. Seguía saltando aunque no pegara con la canción. Peter y Albus estaban perjudicados que ni se habían dado cuenta de que Rose Weasley tenía las mejillas encendidas. Se había recogido la mata de pelo roja en una cola de caballo rizada. Y seguía con la ropa de cazadora que él y el resto de los jugadores de Quidditch llevaban. También se rio de Rose Weasley cuando Camrin Trust la cogió de la mano y le hizo dar una vuelta sobre ella. Rose Weasley se mareó y tuvo que posarse sobre una mesa. David Morrit imitó a Peter Greenwood llevando a Claire Jenkins cerca de ellos. Esos se movían un poco mejor. -¡Que no decaiga! -Se rio Peter Greenwood. Observó a Susan Jordan coger a Fred del pelo y obligarle con la mirada a hacer lo mismo que el resto. Se suponía que era la única pareja de allí, ¿no? Pero Fred parecía no tener ganas de bailar como el resto. Así que, vaso en mano, comenzó a cantar la canción a pleno pulmón. Equivocándose con la letra. Llevando a Susan de un lado a otro de la sala como si fuera una coreografía ensayada. Todos se rieron. Si tuviera que elegir a alguna persona para animar la fiesta, siempre sería a Fred Weasley. Y a Greenwood. También se animaron Bárbara Coleman y Camrin Trust. A cantar y a bailar como Fred Weasley. Ellie Coleman arrastró de la mano a Sebastian McKing. Scorpius se desternilló ante el rostro asqueado de Seb. La tocaba como si fuera pegajosa y contagiosa. Monique Jordan sacó a Chris Nott. Este parecía haber sido maldito por la elección de su amiga. Scorpius también se rio. Frank Longbotton sacó a Brooks que se estaba aterrorizada por ser el centro de atención. Scorpius sonrió. El resto seguía bailando solo. Sin percatarse de que la melosa canción había vuelto a ser un sonido incesante que te movía inconscientemente. Música electrónica la había llamado Greenwood. -¡Buena música otra vez! -Exclamó Hugo Weasley. El hermano pequeño de Rose Weasley comenzó a seguir la letra junto con su amigo Lorcan Scarmander. Saltaban. Lanzaban los puños en el aire. Gritaban. Todos se unieron. Cruzó una mirada con Rose Weasley cuando la vio con la cara pálida. Banca. Entrecerraba sus ojos y miraba asqueada a todos los vasos que había sobre la mesa. Como a punto de vomitar. Aguantó la risa. Ya no saltaba. Seguía retenida en la mesa. Le miraba a él mientras se llevaba la mano a la boca. Hipó. Scorpius volvió a reírse. Hizo amago de ir hacia ella. No le apetecía seguir saltando, pues estaba un poco agobiado. Y parecía que Rose Weasley necesitaba ayuda. Otro día lo habría dejado pasar, pero aquel día habían ganado gracias a ella. Como siempre. Además, donde estaba ella, llegaba el aire del exterior y sería un respiro. El salón no era tan grande como para albergar a tantas personas saltando, gritando, moviéndose de un lado a otro sin temor a destrozar el mobiliario. Algo le rozó el brazo. Dio un pequeño salto. Se giró. Lily Potter. Le miraba con una sonrisa. Scorpius giró su mirada a Rose Weasley. Siguió su estela para ver que huía al baño. ¿A vomitar? Tenía toda la pinta. Estaría ocupado por Janet Rossen. Pobre Rossen. Había perdido a su hermano hacía unas semanas y había escuchado decir a Coleman que pretendía olvidarse de todo hasta encontrar la felicidad en el fondo de la botella. Estaría encontrando su dignidad dentro del retrete. Vio cómo Rose Weasley había la puerta del baño y Janet Rossen se abalanzaba sobre ella. -¿Te unes? -Le propuso Lily Potter, señalando el cúmulo de adolescentes compartiendo sudor y golpes. La muchacha dio saltitos para insistir. Scorpius Malfoy tiñó sus mejillas de rojo. -No sabía que habías venido al final -Dijo torpemente. No era la primera vez que bailaban. Además, estaban bailando todos con todos. Pero sí era la primera vez que lo hacían y Peter había extendido el rumor de que a Scorpius Malfoy le gustaba la menor de los Potter. Respiró profundamente. Tampoco podía negarse. No sabía qué era peor. Si Albus y James Potter cabreados porque quisiera bailar con ella. O Lily Potter enfurecida porque le rechazara. La niña había tenido unas semanas duras. No podía negarse si le proponía algo de diversión, ¿no? Suspiró mientras se introducía en el epicentro de sudor, risas y movimientos de cadera. Se acercaron a Greenwood y a Albus Potter. Se reían de algo con Fred y James. Pasó junto a Fenwick y Rogers. Carter le sacudió el hombro al ponerse junto a él. Sintió a Hugo yendo junto a él. -¿Qué ven mis ojos? -Le dijo con sorna Greenwood. -¿Quieres que diga lo que han visto los míos, Greenwood? -Le espetó Lily Potter. Scorpius alzó las cejas sorprendido. Tuvo que esconder su sonrisa. Peter Greenwood apretó los dientes y saltando consumido por las cervezas de mantequilla. Por fin había conseguido lo que tanto había perseguido. Una fiesta en la Casa de los Gritos. Peter mirada con cierto escepticismo a Lily. Scorpius se acercó a su mejor amigo para no entrometerse en le fuego cruzado. Siguió el cruce de miradas que tenían Lily y Peter. Ella le señalaba a alguien. A Chris Nott y a Monique Jordan bailando. Scorpius frunció el ceño. Estaba perdido. Y, además, el whiskey que le había dado Hugo Weasley comenzaba a hacer que la habitación girase más rápido. Pisó, torpemente, los pies de Lucy Weasley. Lucy empujó a Scorpius Malfoy. Se rio al ver el rostro compungido. El joven fue zarandeado por una figura pelirroja que saltaba al lado de su primo Albus. Su prima Lily acechando a un cazador de Quidditch. No pudo evitar esbozar una sonrisa de desaprobación. Estaba comprobado que las chicas Weasley funcionaban mejor sin testosterona cerca. Más no sería el caso de Lilly. Vaya, sí que iba a ser la mejor de sus primas. Y tan pequeña. Pasó a través de su primo Hugo. Era como si su fachada de niño repelente se hubiera extinguido. Parecía un niño feliz. Se rio de él cuando intentó hacer un movimiento de baile muggle. Probablemente en su cabeza era maravilloso. Más la ejecución falló. Su amigo Scarmander le pasó el brazo por los hombros y saltaron al unísono. Oh, cuántas neuronas dañadas. Le dio la otra copa que había rellenado a Tim Marrs. Se rio de la expresión en su rostro. Al hacerlo, el joven se restregó la palma de su mano por su rostro para evitar seguir mirando hacia donde hacía. El amor imposible de su nuevo amigo era simplemente su nuevo objeto de bromas. Internas. No quería que nadie más se enterara. Y ella no quería ser impertinente. Aunque era Tim Marrs y debería hacerlo. -Los ojos nunca mienten, chico -Le dijo con sorna. Se balanceó. -No creo que estén juntos, si es lo de lo que estás pensando escribir… -¿No piensas desmadrarte en tu última fiesta antes de ser Auror, Weasley? -Le preguntó socarronamente. Hizo brindar sus vasos. Cambió de tema. Siempre lo hacía. Ella rodó los ojos. Claire Jenkins la abrazó por detrás y puso su barbilla en su hombro. La balanceó al son de la música. -¡Ya lo celebrará cuando las supere! -dijo David Morrit. Un muchacho pasó a través de ellos. Empujó accidentalmente el vaso de Marrs sobre su camiseta. Este bufó. El autor del delito se giró. Alzó las cejas. -¿Vas a por tu novia de verdad? -Se burló Marrs. Frank Longbotton puso los ojos. Se encogió de hombros. Se marchó hacia el pasadizo que le devolvía al castillo. Bueno, si su novia era de fuera, no podría verla en el castillo. Lucy frunció el ceño. Al principio, había supuesto que aquel muchacho sería amigo de todos. Era amable, simpático y social. Tenía todas las papeletas. Pero parecía como si no tuviera ganas de sociabilizar con magos. Cada vez que hablaban de magia huía. Solo iba a los sitios en los que estaba Cornelia Brooks. Lucy había creído que sí que estaban juntos. Al menos, por cómo Longbotton miraba a Brooks. -¿Tú por quién has apostado, Lucy? -le preguntó Claire Jenkins. -¿Apostar? Claire le dio dos palmadas en el hombro y se acercó moviendo la cintura hacia David Morrit. No lo habían dicho en voz alta, pero Lucy creía que esos dos estaban juntos. O era una amistad extraña. -Sí… Tenemos una apuesta entre los Guardianes -Anunció David guiñándole el ojo. Esa era una de las razones por las que dudaba que Claire estuviera con Morrit. Los dos flirteaban con todos los que se le ponían por delante. Ella incluida. Tanto por uno como por otro. -Yo digo está con Rose Weasley pero no lo quieren decir para no enfadar a su hermana -Declaró. Lucy arrugó el rostro. -Yo digo que, en realidad, está con Cornelia -Dijo, muy seguridad de sí misma, Claire. -Pero que ella no quiere ir diciéndolo por ahí para que Tom McGregor no se cabree -Añadió. Lucy terció el rostro. -¿Y tú? -le preguntó a Marrs. David Morrit se rio. Claire Jenkins negó con desaprobación. -¿Qué? -Dijo Marrs. -Como acierte… Me voy a hacer rico -Les amenazó. -¿Por? -Porque nadie apoya su teoría -Se burló Claire. -Gwendoline Cross -Musitó Tim Marrs. Lucy dio un respingo. -Eso es imposible -sentenció Lucy. -Tengo mis fuentes, ¿no? -Se excusó Marrs y le guiñó un ojo a Lucy. La joven se carcajeo. Aquello sería completamente absurdo. ¿El hijo del director que se hacía pasar por su asistente estaba saliendo con la asesina de la antigua directora? ¡Marrs había perdido la cabeza! Lucy escuchó alguien dar una arcada detrás de ella. Vio a su prima Rose Weasley sostenida por su primo James, quien se encontraba allí para rellenar un vaso. Se giró para ver que nadie estaba pendiente de su prima. Excepto James. Claire Jenkins la cogió de los brazos para bailar. Supuso que James era mayorcito para hacerse cargo de Rose. Rose sintió que iba a morir. -¡No! -Se negó. -¡Estoy demasiado sobria como para potar! -Creo que se dice ebrio -Se burló James a su lado. Rose se limpió la barbilla. Si acababa de vomitar, ¿en serio su cuerpo quería una segunda ronda de bilis? Pues no la iba a tener. Tenía que estar alerta. A partir del día siguiente tenía una misión sumamente importante. Salvar a Alice. Y ya sabía con quién había hecho el Juramento Inquebrantable. Las buscaría. Las mataría. Lily estaba bien después de matar. Ella también lo estaría. Y, además, también era para ayudar a su mejor amiga. Miró a su primo James. ¿Qué hacía allí con ella? Le observó rellenarse el vaso de aquel estúpido y maldito whiskey que no sabía cómo había conseguido su hermano. -¿Por qué la habitación no deja de moverse? -Se frustró Rose Weasley. Su primo se desternilló de risa. Le pasó un vaso de agua a Rose. Ella negó. Eso le había dicho que hiciera Bárbara y había tenido que ir directa al baño. No caería otra vez en la trampa. -Te has tomado la celebración muy en serio, Rose -Se mofó de ella. -Ti his timidi li cilibri…-La bilis no quería esperar a su segunda ronda. Tosió. Pero sabía que no era porque se hubiera resfriado. Se inclinó rápidamente sobre el suelo. Y echó todo el alcohol sobre los zapatos de James. Ella no se había manchado. Frunció el ceño. -Creo que la cena me ha sentado mal… -Oh, claro, la cena… -Dijo James, fastidiado. Rose le pasó unas servilletas que había por allí. Se agachó para ayudar a limpiarle los zapatos. James sacó la varita y conjuró la limpieza. Rose abrió la boca sorprendida. Oh, claro. Eran magos. Se rio. James le ayudó a incorporarse. Escuchó a James respirar profundamente. Si lo hacía demasiado, le llegaría olor a vómito de su prima. Perfecto. Estaba perfecta. Con la nuca sudada. El pelo sujeto en una cola de caballo. No sabía cómo se había dejado. ¿Cómo había permitido beber tanto? Probablemente porque Carter le dijo que le dejarían en paz toda la noche si la invitaba a un vaso. Invitar. Como si allí tuvieran que pagarlo. Lo hizo solo para tener una noche en paz. Y una cosa llevó a la otra. Los británicos eran conocidos por sus borracheras. Y por ser de las sociedades que más alcohol bebían. Lo había buscado. Bueno, ella estaba orgullosa de ser británica. Habría que hacer honor a su reputación. James dio un sorbo mientras observaba al resto de los guardianes saltar. Ella ya solo escuchaba el retumbar de los altavoces. Y gritos. -¿Nunca has pensado…? Un día me voy a emborrachar lo suficiente para ver con quién me iría en una habitación llena de gente…- Suspiró Rose. -No -Dijo simplemente su primo. -¿Con quién te irías? Eres James Potter… Tú puedes elegir -Se rio ella. Él se encogió de hombros. -Iría con Fred y Susan -Contestó simplemente. Rose gruñó ante su respuesta. -Vamos a ser los tíos Charlie de nuestra generación… Lo sabes, ¿no? -No le ha ido nada mal -Sopesó su primo. -Además, Carter… -Oh, ni nombres a esa pesadilla -Bufó Rose. Camrin Trust se acercó a ellos. Sonreía. Iba tan bonita. Esa muchacha era muy guapa. Con razón había conseguido ganar a su primo una vez. Ella irradiaba. Estaba hasta maquillada. Y el único adorno que Rose tenía eran las pecas. Miró a Rose alzando las cejas. Se acercó a ella. Cogió un trozo de servilleta. Se lo restregó por la boca y por la nariz. -¿Estás bien, Rose? -Le preguntó. -Funciono de forma moderada -Dijo ella. Volvió a hipar. -Me lo tomaré como un no -Dijo Camrin Trust. -Deberías irte al Castillo, Rose… O al sofá… Fenwick y Rogers se han tumbado allí…Te puedes arrepentir de lo que hagas… - No me arrepentiré de nada de lo que haga hoy -Dijo Rose, muy segura de sí misma. -Porque probablemente no recuerdes lo que supone que deberías arrepentirte -Ironizó Camrin Trust. -Yo me ocupo de ella, James -Se ofreció la muchacha. El aludido asintió. Seguramente Trust sabría cómo manejar a Rose Weasley. Estaba claro que él no. James Potter aprovechó para huir de la situación. Ya había otra persona ocupándose de su prima, ¿no? El momento perfecto para huir de allí. Buscó a sus amigos. Bueno, no, quizás el momento no era el perfecto. Fred y Susan habían aprovechado para demostrarles a todos que era la pareja más perfecta que Hogwarts. Cornelia Brooks, quien estaba con ellos después de que Longbotton se marchara, se había quedado hablando con Peter McGregor. Iría con sus hermanos. -¡Capitán! -Carter le abrazó por la espalda. -¡Carter! -Se quejó James. El empujón del cazador había hecho que se derramara el líquido encima. -¡Cuidado! El joven se rascó la nuca. Avergonzado. -Lo siento, capitán… ¡Es que hemos ganado! -Exclamó. Se giró hacia atrás, para ver a Rose. -Eh, Weasley, ¿verdad o atrevimiento? La joven le lanzó una mirada de exasperación. -Atrevimiento. James se rio. Negó con la cabeza. Carter saltó de entusiasmo. -Te reto a besarme -Sentenció. -¡YO NUNCA HE …! -¡NO! ¡Ese no es el juego! James soltó una carcajada. Incluso borracha, Rose Weasley sabía quitarse a Carter de encima. Era todo una habilidad. James buscó a sus hermanos para comprobar que estaban bien. Lily y Albus saltaban el uno al lado del otro. Sonreían. Se abrazaron. Miraron a James. Este asintió. De repente, la luz se apagó. La música se extinguió. Los saltos cesaron poco a poco. -¡Que alguien despierte a Fenwick y que nos defienda! -Gritó Carter. -¡¿QUÉ ESTÁIS HACIENDO?! -Vociferó Moonlight, quien acababa de entrar por el pasadizo. -¿¡QUIÉN OS HA DADO PERMISO PARA ESTO?! -¡Ha sido idea de Greenwood! -Confesó, rápidamente, la voz de Hugo Weasley. Algunos soltaron risas. El alcohol les hacía reír en un momento desafortunado. La carcajada de Moonlight inundó el salón. -Podéis seguir… -Dijo Moonlight. Su voz resonó por el salón. No tardaron ni un segundo en obedecer. La música volvió a sonar. Las luces comenzaron a parpadear de nuevo. Al parecer, a todos les dio igual que un Auror les hubiera interrumpido. Incluso si ese Auror era un licántropo. James observó cómo negaba con la cabeza. Harto de los adolescentes. Clavó la mirada en James. Se dirigió hacia él. James se mordió el labio. Dejó rápidamente el vaso sobre la encimera de la cocina. Suspiró. -Te estaba buscando a ti -Dijo Moonlight. James asintió. Aunque los demás no lo supieran, James no quería estar sin ningún tipo de protección de seguridad externa si finalmente todos se sumaban a la propuesta de Greenwood. Había avisado a Neville Longbotton de que irían a celebrar que quedaba poco para entrar en su misión. Por si no todos conseguían celebrarlo otra vez. Tras el accidente de la Enfermería, se había dado cuenta de que los guardianes sabían lo que arriesgaban. Y lo que se esperaba de ellos. Una fiesta sin profesores que les apagaran las ganas de saltar era lo que se merecían. -¿Ha pasado algo? -Preguntó James. Él no había bebido alcohol. No se lo podía permitir. Tenía que estar pendiente de que todo iba bien. De que ellos estaban bien. Incluso si no podía gestionar los vómitos de Rose Weasley como había hecho Camrin Trust. Moonlight tenía una expresión seria. James sintió un pinchazo de realidad en su estómago. -Es el Temple, Potter -Dijo en voz baja. -El Ojo lo atacó hace unos días…Lo han destruido... Han matado al señor Crawford… Cross y Lebouf están en El Refugio por ahora… Lebouf está gravemente herido…-James tragó saliva. -Ivonne ha desaparecido hacia un escondito del que nadie sabe nada… Y se ha llevado a la madre de Brooks y a Lola -Anunció finalmente. James permaneció cabizbajo. -Por ahora el Ojo no sabe que Cornelia es su otra nieta… Pero no creo que tarden en hacerlo… Debemos comunicárselo…Podrías decírselo tú a Cornelia Brooks… James carraspeó. Se rascó la nuca. Sintió la mirada de Moonlight clavada en su rostro. Suspiró. ¿Cómo podían darle esa noticia en mitad de una fiesta? ¿Para recordarle que aquella felicidad era artificial? -¿Tiene que ser ahora? -Preguntó. También tendría que anunciarlo a los demás. Aunque, claro era, a nadie le afectaría tanto como a Brooks. Saber que su familia estaba desaparecida. Le tranquilizaba saber que Lola, al menos, sabía cuidarse sola. Siempre lo había hecho. Pero le inquietaba que no pudiera saber dónde estaba. -Cuanto antes, mejor, ¿no crees? -Sugirió el Auror. -Voy a robar una de las cervezas que habéis robado de las cocinas… Y se la voy a llevar a Teddy… Ya sabemos dónde estaremos si quieres venir después -Le recordó. James asintió. Teddy y Moonlight se habían convertido en sus mentores. Desde que Fred y Susan habían comenzado a salir, él no quería ser la tercera rueda de su relación. Quedaba más con ellos para pasar el tiempo. Pero no solo era eso. Por mucho que se engañara. Ahora era parte de algo más grande. Moonlight y Teddy le contaban todo lo que pasaba fuera de los muros. Sin esconder nada. Y, desde que lo hacían, James se preocupaba cada vez más por la responsabilidad que les habían dado a los guardianes. Brooks ya le había avisado. ¿Estaban preparados? Lo acabarían descubriendo. Resopló. Buscó a Brooks con la mirada. Estaba hablando con los gemelos McGregor. Perfecto. Los que se habían encargado de acribillarle a bludgers en el partido. Habían rozado el límite de las faltas por tal de tirarlo de la escoba. En especial, Tom McGregor. Había comenzado a diferenciarlos. Por primera vez. El elemento subjetivo para distinguirlos era importante. Volvió a resoplar. Se dirigió directamente hacia Brooks. La cogió del codo. -Potter, estábamos hablando -Le espetó Tom McGregor. -¿Ser capitán de esto y ganar te hace ser superior? -Se mofó. Sus ojos brillaban por estar un tanto borracho. -Te ha dicho algo el Auror, ¿verdad? -Dijo, un tanto consternado, Peter McGregor. Brooks se soltó el agarre y frunció el ceño hacia él. -¿Qué haces? -Le dijo. -Necesito hablar contigo -Respondió. -A solas -Imitó a Cornelia, cuando le dijo aquello la última vez que hablaron. Frunció los labios. Miró de reojo a Tom McGregor. Bufaba y sacudía la cabeza con disconformidad. James rodó los ojos. -Vale -Suspiró Brooks. La muchacha le dejó su vaso a Peter McGregor. James arrugó la frente. Alzó una ceja. ¿Brooks bebía alcohol? Claramente no tenía la misma influencia que solía tener en su hermana. Pero le sorprendió. Creía que era un Hugo Weasley. El Hugo Weasley que creía que era su primo antes de aquella noche, claro. Supuso que no conocía tan bien a Brooks como había pensado. Se dirigió hacia la terraza. James echó un vistazo para ver cómo Moonlight robaba varias cervezas. Suspiró. Rose estaba entre Rogers y Fenwick tirados en el sofá. No sabía si vivos o muertos. Monique estaba pasando un paño de agua por la frente de la guardiana del equipo. Bárbara Coleman, Camrin Trust y Ellie Coleman estaban sentadas a su alrededor, la última abrazando a Janet Rossen. Sebastian McKing, Hugo Weasley y Lorcan Scarmander se habían encaminado hacia Moonlight. Albus, Greenwood, Malfoy, Lily y Carter eran los que aún lo daban todo. Fred y Susan habían desaparecido. Lucy Weasley se reía con Claire Jenkins. Chris Nott se había unido a David Morrit y Tim Marrs. También los hermanos McGregor. Aunque Tom McGregor le devolviera la mirada como si le quisiera asesinar. -¡Weasley! ¡Le diré a los profesores que estás borracho como les digas a tus amigos que les he quitado todo esto! -Amenazaba Moonlight hacia Hugo Weasley. -Cuidado, Hugo, nos puede matar -Advertía Lorcan Scarmander. -O peor -Dijo Hugo. Asustado. -Expulsarnos. James se carcajeó cuando salió a la terraza, siguiendo la estela de Brooks. -¿Te pasa algo, Potter? -Preguntó ella. Tragó saliva. Se rascó la nuca. Se despeinó más de lo que aún estaba. El olor al vómito de su prima en sus zapatos le llegó al escapar del sudor que impregnaba el salón. Y él olía al sudor del partido de Quidditch. Al vómito de su prima. Al alcohol que le había derramado Carter. Suspiró. El perfecto envolotorio para unas noticias un tanto delicadas. ¿Por qué le habían dejado aquel marrón a él? Teddy era el profesor. Longbotton el director. Y Moonlight un maldito Auror. ¿Tenía que ser él? ¿El capitán del equipo de Quidditch? Carraspeó. -¿Por qué? ¿Más visiones sobre mi muerte? -No pudo evitar producir una sonrisa en ella. -Llevo tiempo sin tenerlas, quizás estás haciendo algo bien… James sacudió su cabeza. Negando. No era sólo el capitán del equipo de Quidditch. Lo sabía. Solo que no le gustaba aceptarlo. Era ahora el líder de un escuadrón de jóvenes magos que dependían de él. Y él no lo había pedido. Una Orden cuyo líder había sido asesinado. Uno de los objetos de protección desaparecido. El otro en frente de él. Suspiró. Y una sociedad milenaria de asesinos dispuestos a llevarse a todo el mundo por delante para conseguirlos. -No me estoy alejando del peligro, si es lo que insinúas…-Confesó. Ni él ni nadie de los que estaban en la Casa de los Gritos aquel día. -El mundo te lo agradecerá… Mi abuela te lo agradecerá. -No hago esto por tu abuela, Brooks -Suspiró el joven. Ya habían hablado de aquello. Aunque parecía que Brooks seguía creyendo que simplemente seguía órdenes. Bueno, si solo escuchaba a Frank Longbotton y ahora volvía a hablar con Tom McGregor incluso si este había cambiado su horario para no coincidir con Brooks; probablemente no debía pensar bien de él. Aunque tampoco lo habría hecho nunca.- Lo habría hecho de todos modos. -Oh, Potter el héroe…-Se rio Brooks. Le miraba como si estuviera enfadada con él. A saber por qué. Tragó saliva. Bueno, pues más lo estaría cuando le contara que su abuela había desaparecido y se había llevado a Lola y a su madre. Gracias a Lola, sabía que ella y Brooks se llevaban bien. Que eran hermanas. Algo que sabía por cartas. Porque Brooks lo evitaba últimamente. -Todos aquí lo somos… -Recordó James. Era cierto. Su hermana pequeña había hecho mucho más por la seguridad de Hogwarts que cualquiera de los Aurores y los guardianes juntos. -Preferiría que no fuera así -Insistió ella. Se tambaleó. James no pudo evitar soltar una risa relajada. -Oh, pero entonces no sería divertido -Ironizó James. Aunque él pensara que Brooks tenía razón. A él no le importaba luchar. Pero, ¿ver a su hermana esforzándose por no creerse una asesina? ¿A su hermano Albus desprotegido -prácticamente -ante cuatro basiliscos? No. Ellos no serían peones de nadie. No se había dado cuenta, pero sus ojos estaban transmitiendo aquel fuego. El fuego de un héroe que haría todo lo posible para proteger a los suyos. James tensó su mandíbula. ¿Cómo le decía a Brooks que su familia estaba desaparecida? ¿Sin protección? ¿Qué la Sede del Temple había sido destruida? ¿Cómo se decían las malas noticias? Recibió una mirada de Brooks. No supo descifrarla. Brooks llevaba un tiempo siendo distante con él. Tampoco era que coincidieran mucho. Solo en algunas clases. Y, en Adivinación, incluso se había cambiado de asiento para estar con Peter McGregor. Seguía sin saber si aquella distancia que la muchacha había tomado con él era por estar enfadado con él. No había hecho nada. Pero no estaba seguro. Tragó saliva. - Vamos a acabar matándonos el uno al otro. Y no supo si se refería a las voces que disfrutaban de la música. Los que estaban sobre el sofá sin intención de volver al Castillo aquella noche. Las lágrimas por lo perdido de Janet Rossen. La mirada caída de Lucy Weasley al saber que lloraba porque su hermana había matado a su hermano. Los saltos de Lily Potter para escapar de sus demonios internos. O si se refería a él y a ella. James apartó la mirada de Cornelia. No podía sostenerla. Era demasiado profunda. Incluso para una muchacha a la que le brillaban los ojos, se tambaleaba y tenía colores subidos por el ambiente del que procedían. Suspiró. -Han atacado el Ojo, Brooks -Finalmente dijo James. -Crawford ha muerto e Ivonne Donovan se ha llevado a tu madre y a Lola y nadie las puede localizar.
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