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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 31: Dejar ir
-Vaya, Nott siendo popular… ¿He tenido que morir yo para que eso ocurra? El fantasma de Roxanne Weasley recibió una mirada de disconformidad. El joven Chris Nott suspiró. Y esbozó una curva en su rostro. Sincera. Un poco tímida. Le contaba a la que se había convertido en su mejor amiga aquel año cómo había sido su descanso en Pascuas. Fue a casa de Beatrice Fenwick. Con Rolf Rogers. Y con Monique Jordan. Nunca sabría cómo era el antiguo Chris Nott. Los tres habían estado de acuerdo en que el nuevo era una versión mejorada. Sonreía más. Menos reservado. Más hablador. Dentro del marco que encerraba la personalidad intrínseca de Chris Nott. Le contaba cómo la habían recordado. A Roxanne. Chris no podía decir que la conocía. Que tenían razón en que era una de las mejores personas que existían. Roxanne no quería que nadie supiera que ella era ahora un fantasma más de Hogwarts. Excepto para Lucy Weasley. Monique Jordan. Y él. Cada vez que los Guardianes de Hogwarts pasaban por el pasadizo debajo del Sauce Boxeador, Roxanne Weasley se escondía. Quería que su familia avanzara. Sin ella. Como debía ser. Como estaban haciendo. Tan solo los retendría. Como le estaba pasando con Lucy Weasley. Tras la muerte de su hermana y de sus padres, la joven había encontrado cobijo en Roxanne Weasley. Aunque fuera un fantasma. Era la mejor amiga que le quedaba allí. Louis Weasley ya no estaba. Y él no era la persona que ella había querido. Roxanne le dijo que Lucy, por fin, había superado a Chris. Chris Nott se sentía agradecido y aliviado. Al principio, Lucy Weasley le robaba miradas que él no entendía. Podía leer rencor. Resentimiento. Pero también una llamada. Una llamada que no sabía contestar. La impotencia de no responder a Lucy Weasley le consumía. Esperaba algo de él que no existía. Que se había extinguido con sus recuerdos. Los recuerdos le habían transformado en una persona. La experiencia que vivió. Y, al no recordarla, ya no era esa persona. Debía crear recuerdos nuevos. Lo estaba consiguiendo, pese a querer haber recuperado, al principio, la vida que tenía antes. Porque parecía que era lo fácil. Roxanne le había dicho que creía que era lo que debía ocurrir para que sus dos primos maduraran y se hicieran responsables de su destino. Chris no entendió del todo aquello cuando el fantasma lo reveló por primera vez. Más ahora sí que lo hacía. No sabía qué había hecho el antiguo Nott. No sabía si alguien se atrevería a contárselo. Pero el hecho de que no recordase nada hizo que Lucy y Louis cambiaran. Había oído que Louis estaba infiltrado en el Ojo. Y que llevaban meses sin saber nada de él. «Podría estar muerto y nosotros no estaríamos llorando su muerte», había dicho Lucy Weasley en la Casa de los Gritos, cuando James Potter les anunció el destino de su primo, el cual también era miembro del Temple. Y Lucy Weasley había hecho más amigos. Roxanne decía que las hijas de su tío Percy no eran las mejores en entablar relaciones de amistad. Pero que Louis se fuera y que la persona que Lucy conocía como Chris Nott desapareciera, hizo que Lucy se propusiera abrirse socialmente. «Por fin parece Weasley», decía Roxanne. Él se sentía culpable de haber retenido a aquellos muchachos de su potencial. Era inevitable. Tras saber todo aquello. ¿Qué otra cosa podía pensar? Además, él también había cambiado. Tenía amigos. Quizás no tenían tanta confianza. Pero pasaban buenos ratos. El mérito era de Monique Jordan. Sus padres se sorprendieron tanto que tuvieron que asegurarse de que la casa a la que iba era, efectivamente, de Fenwick y no era una trampa. Y, además, tenía un propósito. Todos los que se estaban convirtiendo en sus amigos tenían un objetivo marcado para cuando acabaran Hogwarts. Rolf Rogers quería dedicarse a las Rompemaldiciones. Beatrice Fenwick se uniría a la Liga Profesional de Quidditch. En el partido final de Ravenclaw y Gryffindor irían a verla algunos representantes de varios equipos. Monique Jordan quería ser medimaga, como decía que también quería serlo su hermana pequeña. Era un sueño compartido. ¿Qué quería ser Chris Nott? Le habían permitido hacer los E.X.T.A.S.I.S y tenía vía libre para el mundo mágico laboral. Pero, aquellas Pascuas, había hablado con Gidleroy Lockhart. Trabajaría con él en su investigación sobre su condición. Quería protegerse en caso de que nadie pudiera hacerlo cuando llegara el momento. Debía entrenarse. Y Monique Jordan le había propuesto colaborar con él. Ella iba a ser medimaga. Ciencia médica y ciencia mágica. Se habían propuesto descubrir, también, una solución para aquellos que padecieran lo mismo que había sufrido Molly Weasley. -Se lo debo a Monique -reconoció Chris Nott. Roxanne suspiró. -Estoy preocupada por ella… -Ya, yo tampoco sé si quedar como pretende este mes o el que viene es lo adecuado… Es decir, ¿qué sabemos de esa mujer? Vivian -Resopló Chris Nott. Estaba preocupado por la que era su otra mejor amiga. -Yo debería ir con ella… El fantasma se paseó por en frente de Chris Nott. Le miró de reojo. -No me refería a eso….Aunque supongo que sí que deberíamos estar preocupados por ella -Gruñó. -¿Crees que Monique está saliendo con alguien, Nott? El joven se sorprendió de aquella pregunta que procedía de la nada para él. Se acarició la barbilla. Se pasó la mano por el pelo. Recordó que Roxanne estaba enamorada de Monique. Y que Monique no le había dicho nada, realmente. Pero, ¿él que iba a saber? -Yo no sé nada -contestó, titubeando. Escuchó bufar a Roxanne. -Creo que la cagué diciéndole que estaba enamorada de ella, Nott -se lamentó Roxanne. Chris entrecerró los ojos. No alcanzaría a entender por qué. Más, de nuevo, quizás se tratara de circunstancias que ocurrieron antes. -¿Monique no saliendo con alguien? No, eso no es propio de ella… -Quizás necesita un tiempo para… -¿Dos años? -Roxanne se exasperó. -Creo que… Lo que no quería que ocurriera con mi hermano, al final se lo he hecho a Monique -explicó. Chris no sabía qué quería decir. -No quiero que mi hermano sepa que soy un fantasma porque no quiero retenerlo… ¡Pero es precisamente lo que le he hecho a Monique! La conozco. La conozco muy bien… Se culpabiliza por no sentir lo mismo que su amiga muerta y ahora fantasma siente por ella… Y creo que no quiere que me sienta mal… ¡Soy un fantasma! ¡Ella es la que tiene que vivir! Chris asintió. Se mordió el labio. Vio cómo la expresión pálida de Roxanne se descomponía. -Quizás deberías decirle algo… -sugirió. -No le dije algo estando viva… -Pero ahora tienes otra oportunidad -insistió Nott. -Al menos tú sabes qué sentimientos tenías antes. Díselo -Roxanne se rio ante la propuesta. Chris seguía sin entender. -Además, también puede ser que ahora mismo no le guste nadie… Ella negó. Convencida. -La conozco perfectamente y sé que sí que hay alguien que le gusta… Quedó con él la noche que morí y… Muy probablemente le dejaría plantado porque me estaría buscando con todos los demás… Y… ¿Crees que después tenía ganas de quedar con él? Estaría bastante mal y… Conociéndola ni le daría explicaciones… ¡Y lee cómo la amaba en mi diario! ¡Y me ve como fantasma! Por Merlín, soy horrible… No querrá quedar con él para no hacerme sentir mal porque encima me revienta el muchacho que le gustaba…Espero que se le haya olvidado… Porque vaya perla… Es Monique Jordan, por Merlín… Podía aspirar a Moonlight… -No puede ser tan malo, ¿no? Roxanne le miró con la seguridad absoluta de que la persona que ella creía que le gustaba a Monique Jordan era un monstruo. Tenía la repulsión descrita en su rostro. Si un fantasma pudiera vomitar, estaría a punto de descubrirlo. -Era Tim Marrs -espetó. No pudo evitarlo. Se rio. -No… No puede ser posible -se mofó Chris Nott. -Pero si ella es Monique Jordan… -Yo tampoco lo entiendo… Y… ¡Encima lo último que le dije antes de morir fue que ojalá su cita fuera la peor! ¡Y que Marrs era la única persona con la que Monique no debería estar! Y ahora vivirá con eso persiguiéndole… -Igual ya se le ha pasado -Animó Chris Nott. -Además, todo el mundo cree que ahora le gusta Lucy Weasley… -¡Já! ¿Cambiar de Monique Jordan a Lucy? -Se burló. Vio la expresión en el rostro de Chris Nott. Precavida. Prudente. -Hostia, se me olvidaba que eras el ex de Lucy… -El rostro serio de Roxanne Weasley estalló en risas. -Joder, pero incluso tú tienes que admitirlo… -¿Nott? -preguntó una voz entrando en el hueco del Sauce Boxeador. Chris dio un respingo. Roxanne se giró rápidamente. -¿Qué haces aquí con un fanstama? -Se mofó. Frank Longbotton bajó por el pasadizo hasta el fantasma y el joven. Contempló al fantasma con intriga. Creía que todos los fantasmas estaban en el castillo. ¿Un fantasma en las afueras? Bueno. Definitivamente no era lo más raro que había visto. No obstante, oh, el rostro del fantasma y el de Nott. Como si les hubiera pillado haciendo algo. ¡Fantasmafilia! Se preguntó si aquello existía. Probablemente. Los magos eran raros. Rarísimos. -Frank… Frank… -Tartamudeó Nott. Oh, le había pillado haciendo algo con un fantasma. No sabía cómo sentirse. Asqueado. Tuvo que ocultarlo. -Esta es Roxanne Weasley. Pero nadie lo puede saber… Alzó las cejas. Oh. Ahora entendía. Le habían contado la historia. Murió allí. Clavada en las ramas del Sauce Boxeador. Pero el fantasma parecía estar bien. Llevaba el uniforme del equipo de Quidditch de Gryffindor. La hermana de Fred Weasley. Bueno, se daban un aire. Parecía tener el pelo rojizo. Y esos rasgos exóticos en la gama de colores Weasley. Suspiró. Y Nott. También sabía su historia. El que estaba con Lucy Weasley. Le puso los cuernos con el primo y mejor amigo de esta. Louis Weasley. Después tuvo un accidente y perdió toda la memoria. No recordaba nada. Louis Weasley se infiltró en el Ojo en Francia. Y Lucy Weasley se hizo nuevos amigos. No daba para tanto drama. Ojalá los guionistas de Netflix en Hogwarts. Aunque eso era un drama más digno de HBO. Suspiró. Negó con la cabeza. -Nott puede ver… - Hay dos cosas que se me dan mejor que al resto de la gente -Interrumpió el Slytherin para explicárselo. -No saber qué pasó en los últimos siete años. Y convocar fantasmas… Frank parpadeó. -Encantado, Weasley, yo soy… -Frank Longbotton -Se adelantó Roxanne Weasley con una sonrisa de suficiencia. -He oído hablar de ti… -Espero que bien -interrumpió Frank. Ella sonrió. Sorprendida. -Define bien -dijo ella. Frank alzó las cejas. -¿Dónde vas, Frank? -le cuestionó Chris Nott. Vaya. Vaya. El Slytherin metiéndose dónde no le llamaban. -A la Casa de los Gritos -respondió simplemente. -No hay reunión y ahora es Rogers y Carter quiénes tienen la ronda… -advirtió Nott. Genial, Holmes. Frank le guiñó el ojo a Nott. -Bueno, podemos utilizarlo para otras cosas, ¿no? -inquirió. Con una sonrisa socarrona. El fantasma rodó los ojos. Nott frunció el ceño. -Sabemos que no estás con Brooks -intervino el fantasma. Oh. Se hizo el ofendido. -Sí, ella aún está en la fase de negación… -Me lo ha contado Monique Jordan, que se lo dijo su hermana Susan Jordan, porque Brooks se lo contó a James Potter… -Reveló Chris Nott. Cómo no. James Potter jodiendo su coartada. ¿Cómo no lo había visto venir? Debería haberle dicho a Brooks que no se lo contara precisamente a él. Se llevaban mal abiertamente. -¿Vas a ver a tu verdadera novia? -No -contestó rápidamente Frank. Y mintió rápidamente. Sí. Iba a verla a Hogsmeade. E iba utilizar el pasadizo hasta la Casa de los Gritos para quedar con ella. En la Casa de los Gritos. -Entonces… Si te acompaño, ¿no la conoceré? -Inquirió Nott. Otro más a la lista de personas no de su agrado. -No me vas a acompañar -Sentenció. Los observó con una mirada desafiante. Los atravesó para cruzar hasta el pasadizo. Gruñó cuando lo hizo. Por favor, que no le siguieran. Miró a Nott con una advertencia. -No es buen momento para ocultar cosas, Longbotton -Le dijo con firmeza Roxanne Weasley. Enroscó su mano en un puño. -Hay cosas que sí deben ocultarse -Suspiró. -No irás solo si no nos dices a qué vas -Amenazó Nott. Vio, entonces, cómo el muchacho sacaba su varita de la capa. Frank Longbotton rodó los ojos. Desde luego, estaba en desventaja. Él sabía algo de lucha. Física. Pero si le lanzaba un hechizo estaba perdido. Ojalá Gwen estuviera allí. -Bien -Dijo Frank. Se dio la vuelta. Caminó sus pasos de vuelta al castillo. Miró a sus zapatos conforme lo hacía. -No iba a ningún sitio -Añadió. Subió hacia el Sauce Boxeador y dejó al fantasma y al joven allí. No podía decir que los había visto, ¿no? Pero Chris Nott tampoco podría decir que le había visto a él. Si quería ocultar a ese fantasma, bien, tendría que ocultar también a Frank. Suspiró. No pondría a Gwen en peligro. Por eso era Hufflepuff. Era leal. Selectivamente leal. Se despeinó y resopló. Ahora bien, Gwen habría creído que le había dejado plantado. Frunció los labios. ¿Cómo se tomaría eso una asesina? Lo destrozaría por hacerle perder el tiempo. Sonrió ante su propia ocurrencia. Supuso que cada uno tenía sus problemas. -No tienes ni idea de lo insignificante que me hacías sentir -le confesó. Por fin, lo dijo. Lo soltó. Lo tenía guardado. Se liberó. Pero sabía que lo venía a continuación le dolería más que todo lo que había sufrido. Suspiró. Se debían una conversación. Una aclaración. Una conclusión. No lo habían hecho. Y supuso, sin saber muy bien que resultaría de aquello, que se lo debían el uno al otro. Para seguir con sus vidas. Ella lo intentaba. Pero era inevitable despertarse por la mañana y palpar el otro lado de la cama para notar su ausencia. Quería decirle tantas cosas. Pero lo primero era que la subestimaba. Aunque le diera la razón con respecto al tema de Charlotte Breedlove. La había encerrado en la etiqueta de niña mimada. Lo sabía. Pero era así. Ella siempre lo había sido. Ella tenía una noción idealizada de él. Con su relación con Ted Lupin, Victoire Weasley había aprendido. Era una gran lección. Debía haberse dejado llevar. Para poder amar plenamente debía dejar que la otra persona fuera exactamente ellos mismos, ¿no? No cambiarle para que se adaptara a sus necesidades. A sus miedos. A lo que ella pretendía que fuera. De esa forma, solo estaba amando el reflejo de sí misma que podía encontrar en la otra persona. Ese había sido uno de sus errores. Pretender que Ted siempre le diera la razón. Cuando no la tenía. Y cuando ni siquiera se amaba a sí misma. Pero, incluso cuando sabía que ya no lo idealizaba, seguía siendo importante para ella. Incluso cuando le había hecho daño. Cuando ni le miraba al rostro cicatrizado. Cuando se apresuraba a no pasar tiempo a solas con ella. Cuando, en la Madriguera, se cambiaba, por primera vez desde que eran pequeños y se sentaban juntos, de sitio y se sentaba al lado de tío Harry. Incluso cuando la hubo subestimado y la hizo sentir insignificante. Ella seguía queriéndole. Porque supo que él había tenido razón. -Lo jodiste, Vic. Sabes que fuiste tú -La culpó. Victoire miró hacia abajo. No se sentía capaz de sostenerle la mirada cuando le dijera aquello -Lo sientes. Lo entiendo. Créeme -Le aseguró Ted. Su voz sonaba rota. Pero ella estaba más rota que él. -Pero que pidas perdón, nunca cambiará lo que hiciste… -Sí, le había ocultado que quedaba con una mujer desconocida a la que enseñaba a su hijo. Su confianza. La había perdido. Y sin aquello, no podían seguir. Victoire no sollozó. Pero sintió que su alma se desquebrajaba.- Todo el mundo tiene límites. Ciertas líneas. Una vez que las cruzas, no puedes volver atrás. Bueno, yo tenía una… Y tú la cruzaste -Ella asintió. Su línea era que confiara en ella. ¡Pues claro! La habían secuestrado. A ella. Habían matado a su prima. A Minerva McGonagall. Para Ted había sido imprudente. Y quizás lo había sido. Sí, lo había sido. Solo que había tenido suerte. - Y ahora tienes que quedarte en el otro lado, lejos de mí…-Victoire alzó la mirada para ver a Ted. Pero él también miraba al suelo.- Por un momento creí que lo tuvimos. Por un mísero momento, creí que éramos iguales. Pensé que tú y yo éramos diferentes al resto. Que nunca me ocultabas nada. Pero me equivoqué. No confiabas en mí y yo no confiaba en ti. Habíamos marchado por caminos separado hacía tiempo y no los sabíamos -Resopló. Tendría la tristeza rasgándole la garganta como a ella. Y tenía razón. ¡Maldita sea! Ted tenía razón.- Pero sí que sé una cosa, Vic -Sus miradas se encontraron. Ted tenía los ojos brillantes. Se veía reflejada en ellos. - Dejamos huella el uno en el otro. Siempre vamos a formar parte del otro. Por Remus -Le prometió. Ella asintió. -O, al menos, en nuestros recuerdos… En la memoria nunca cambiaremos quienes fuimos, aunque en el presente ya no seamos los mismos. No podía decir nada. Ted se levantó del sofá que ocupaba el menudo salón del Refugio. Había ido a verla. A ver a Remus. Tenía un fin de semana libre. Y venía a por Remus. La última vez se prometieron hablar. Y lo habían hecho. Ted le había contado que tenía mucho trabajo en Hogwarts. Era el momento en el que su asignatura se había convertido en una de las más importantes. Tenía que estar pendiente de los alumnos. Y se preocupaba por todos y cada uno de ellos. Empatizaba con ellos más allá de lo profesional. Y eso era una bendición. Y una maldición. Por su parte, Victoire recibía libros sobre la Medimagia. Para ser Sanadora. Ted le había ofrecido ir a Hogwarts y criar a Remus allí. Ella se rio ante aquello. No podría superar su relación si vivían bajo el mismo techo. Además, tenía trabajo de Charlotte Breedlove. Tenía mucho que estudiar. Realmente ser Sanadora era una tapadera para conseguir libros de Pociones y Encantamientos que necesitaría. Y, de pronto, Victoire estalló y le dijo que debía aclararle si estaban juntos o no. Él le dijo que debían ir por separado. Que, en ese momento, estaban funcionando mejor así. Y ella era consciente de ello. Estaba creciendo sin él. Se sentía poderosa. Nunca lo había hecho. Se sentía relevante. Ted se acercó a Victoire. Ella le miraba. No tenía lágrimas. Las reprimía. Pero Ted sí. -Te vas -dijo ella. Después de todo lo que le había dicho, se iría de nuevo. Cogió a Remus de los brazos de Victoire. Le dio un beso en la cabeza a Victoire. -Vic… -Le dijo contra su pelo rojizo. Parecía que iba a decir algo más. Más desapareció. Victoire Weasley rompió a llorar. Supo que no era frágil. Llorar no era de débiles. Sino una señal de que estaba viva. De que sentía. Y, por esa razón, ese llanto la fortalecería. Aunque en ese instante no lo pareciera. La ruptura más triste de una relación era aquella en la que se acababa cuando uno de ellos seguía enamorado. Sonaba extraño, pero a Victoire Weasley le ocurría. La verdad era, tan poderosa y tan electrizante como podía ser, que estar enamorada no era un sinónimo de estar feliz. Ella continuaba estando enamorada de Ted incluso después de que le hubiera hecho daño con sus palabras. Sin embargo, sabía que era mejor así. Pues nunca jamás volvería a ser lo mismo. Ella sabía que aquello ocurriría. No porque creyera que Ted lo tiraría todo por la borda. Sino porque era su destino. Charlotte Breedlove se lo había contado. Ella aparecía en muchas profecías. Pero, la que se ajustaba a aquel momento, quizás no exactamente a esos instantes… Mas sí a lo que percibía su alma. No había querido creerlo. Había aceptado las palabras de Charlotte. Pero no las había asimilado. Ella le había avisado. Pero una nunca estaba preparada para que le rompieran el corazón. Era una profecía que se sabía casi tan bien como las que incluían a su hijo en un futuro oscuro. «La maestra y la aprendiz beberán del poder que les pertenece cuando acepten la imposibilidad del amor». La maldición que se cernía sobre ella. ¿Aprendiz para qué? Para ser la guardiana de la paz y del equilibrio. Lo había intuido. Charlotte Breedlove le dijo que era más complicado de lo que Victoire creía. Y que sería peor una vez que lo supiera. No podría amar. Como Charlotte Breedlove tampoco lo pudo hacer. Incluso si lo hacían. Incluso si Charlotte Breedlove había amado y sido correspondida por Julie Morgan. Tuvo que morir a sus ojos para proteger al mundo y guardarlo. Y Victoire había supuesto que el destino no sería muy diferente para ella. Debía dejar de lado todo su amor para proteger la paz. Como Charlotte Breedlove. El destino le preparaba soledad. Incluso tendría que abandonar a Remus. Él también era su amor. No se lo había preguntado a Charlotte Breedlove. No recibiría respuesta. Tan solo que se centrara en el presente. Era lo que más le repetía. Como si solo en el presente era el momento en el que sería feliz. Debía dejarlos ir. Su profecía era su maldición.
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