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La Tercera Generación de Hogwarts
(ATP)
Por Carax
Escrita el Martes 6 de Junio de 2017, 16:59 Actualizada el Domingo 17 de Enero de 2021, 16:45 [ Más información ] Tweet
(IV) Capítulo 28: A veces hacer lo correcto no lo parece
Su madre le había dicho aquel verano que, si seguía así, le quedarían unos dedos bastante feos. Le había aconsejado que se pintara las uñas para evitar mordérselas. Ella le había contestado que aquello sí que se las estropearía. Pareció ser una buena respuesta. Le preguntó por qué se mordía las uñas. Su madre le confesó que ella lo hizo de joven. Cuando estaba nerviosa. Y aquello hizo que Lily Luna Potter se sorprendiera. ¿Desde cuándo su madre estaba nerviosa por algo? Era la persona más valiente y segura que existía en el planeta. Cuando fue a verla a las dependencias del Departamento de Seguridad Mágica, su madre tenía las uñas destrozadas. Su mirada decía lo contrario. Nadie se fijaría nunca en aquel detalle. Solo ella. Por esa razón, se dedicó a cuidarla en el tiempo en el que pudo. Se engañó a sí misma creyendo que no iría a Azkaban y que el Tribunal tendría piedad por que su madre era Ginny. No fue así. La noticia le había llegado como un jarro de agua fría. Junto con una carta de disculpa por parte de su padre. Dirigida a ella. Había mandado una carta a cada hijo. No compartieron el contenido entre ellos. Pero, en la suya, se disculpó por no haber mostrado el amor que sentía por su madre. Le dijo a Lily que ella había actuado como una verdadera mujer Potter. Lily se mordió la uña del dedo anular. Eso era lo que ella pretendía ser. Desde pequeña. Una verdadera mujer Potter. Aspiraba a las que siempre serían sus ejemplos a seguir. Ginevra Potter Weasley. Y Lily Potter Evans. Escupió la uña. -¿Desde cuándo te muerdes las uñas, Lily? -le preguntó, extrañada, su amiga Lyslander. Lily enrojeció. No solía dejar que nadie viera lo que siempre había creído que era un reflejo de sus debilidades. Lo había hecho desde que empezó a dudar de sí misma. Cuando Albus, su hermano, el más bueno de todos ellos, fue elegido Slytherin. Si Albus era Slytherin, ¿qué sería ella? Se lo planteó a escondidas. Y comenzó a morderse las uñas para saciar su incertidumbre. Solo lo sabía ella. Su madre. Y un niño que también se dio cuenta. El niño que la descubrió una vez, cuando pensaba escapar de clase por haber hecho estallar los cristales, y le dijo que permaneciera dentro del colegio. El niño que la acompañaba a casa porque sus colegios estaban cerca y vivían en la misma calle. A él le había contado que no sabía si ella era buena persona. Era curioso cómo una le contaba más cosas a extraños, que tenían menos información para juzgarles. Aunque ese niño dejó de ser un extraño con el tiempo, se convirtió en un mero recuerdo cuando cambiaron a Lily al intercambio de Exeter. Y después se fue a Hogwarts. Parecía que hacía un siglo desde que Lily iba a un colegio muggle donde odiaba a todos sus compañeros. -No sé -dijo ella. Lyslander murmuró una especie de asentimiento. Contemplaba, inmersa en sus pensamientos, el Mapa de los Merodeadores. Siempre que le tocaba una ronda con ella, Lyslander pedía coger el mapa. Más bien, suplicaba, rogaba e incluso no le importaría ponerse de rodillas para conseguirlo. Las rondas de Lyslander con Hugo o Lorcan consistían en ellos dirigiendo y mandando. Con superioridad. Le hacían sentir inútil. Los Ravenclaw no lo cierion distinto con Lily. Solo que a ella no le afectaba. Y tenía las rondas con sus hermanos para compensar. No se lo diría a Lyslander, pero las rondas con Albus y con James se habían convertido en sus favoritas. James siempre sería el hermano mayor que la trataba como si fuera la estrella de la familia y, por supuesto, subía el ánimo después de la bajada que supuso que su madre fuera a Azkaban. Pero, sobre todo, adoraba las rondas con Albus. Se habían distanciado los últimos años -James y ella siempre habían sido más cercanos. No obstante, estaban reencontrándose. Lily reconocía que Albus se estaba convirtiendo en un muchacho serio, responsable y, por mucho que quisiera negarlo, muy parecido a la imagen que les ofrecían de su padre de joven -no sólo físicamente, sino, particularmente, su forma de ser. -Me pregunto por qué nunca podemos ir a la zona de la Enfermería -se quejó Lyslander. Estaban patrullando el primer piso. Y el camino natural les llevaba a la Torre del ala del hospital del Castillo. -¿Y si por allí también se cogen trasladores? No lo sabremos si el ala solo la pueden llevar tu prima Lucy o Marrs… Lily resopló. Sabía que tenía que ver con su prima Molly. De hecho, se imaginaba que su prima Lucy sabía, de algún modo, que su hermana mayor tenía un alma atrapada en su interior, cuya solución era inexistente. Dependía de ella para vivir. Quizás pretendía que nadie descubriera aquello para ayudar a su hermana a que siguiera viviendo de aquel hilo. Lily sintió su estómago retorcerse. El destino que había preparado el Ojo para ella era aquel. Se mordió la última uña que le quedaba de la mano izquierda. Lyslander parecía perdirle permiso con las cejas arqueadas y los labios fruncidos. Su rostro de niña dulce -la luz de Hufflepuff -podría conseguir lo que quisiera. Oh, menos la Copa de Quidditch aquel año. Le había dado la tabarra con aquello unos días. ¿Y qué le dijo Lily? Pues la había abrazado. Porque Lily no era muy buena con las palabras. Era algo que les pasaba a todos los Potter. Además, ¿qué le iba a decir? Ella estaba apoyando a Gryffindor en el partido. Era honesta, no podía mentirle a su mejor amiga. -No sé si es buena idea que vayamos a la Enfermería, Lys…-razonó Lily. -Potter -la saludó Annie Gallagher, viniendo de la Enfermería justo en aquel instante. Ella hizo un simple gesto con la cabeza. Frunció el ceño. Aquella muchacha era amiga de Sebastian McKing y, a veces, la había visto con su primo Hugo. Si se sabía su nombre era porque su tío Ron lo había repetido en ocasiones. Decía que era la chica a la que Hugo le gustaba. Su tío nunca destacó por astucia o inteligencia y aquello lo confirmaba. Lily observó a la gente que había allí. Al acercarse la primavera, habían acudido gente con resfriados, alguna gripe y alergias. Se arremolinaban con sus amigos por las escaleras de la Torre de la Enfermería. Como si pillar el virus a la vez fuese más llevadero. Lyslander le tendió el mapa y se separó de ella. -¿Qué hacéis aquí? -fue corriendo a saludar a trío de Hufflepuff que estaban en torno a una muchacha Gryffindor. Pudo reconocer a Stephan Brands del equipo de Quidditch y a Rory Rossen, el prefecto de Hufflepuff. -¡Oh, no! ¿Nos habrás contagiado al resto…? El resto de la conversación se disipó en el aire para Lily en cuanto dejó de prestarle atención. Giró su atención hacia el Mapa de los Merodeadores. Seguía abierto. Lyslander era un encanto, pero era tan despistada como su madre. Rodó los ojos. Justo después de su ronda tenía que darle el Mapa a Rose Weasley. Y, como hubiera un fallo, ya podría ir preparando el ataúd. -Un momento…-se dijo para sí misma. Observó que en la planta de la Enfermería su prima Molly se movía hacia las escaleras. Su nombre, en el mapa, iba a acompañado de otro. Knut Hageback. Parpadeó para ver aquello bien. Las reglas del mapa decían que nunca mentía. Y, según sabía por cierta información, era perfectamente posible que un cuerpo habitara dos almas en aquel momento. Knut y Molly corrían escaleras abajo. El mero recuerdo de lo que pasó la última vez que Molly anduvo la horrorizó. -¡Mierda…! -Maldijo. -Travesura realizada. -Cerró el mapa. Se lo guardó en la capa. La ronda de Rose Weasley iba a tener que esperar. -¡Lyslander! Llamó a su amiga, la cual estaba con el grupo justo al lado del hueco de la escalera. El corazón de Lily se aceleró. Se quedó petrificada. Recordó, aunque no quisiera hacerlo, que solo la muerte acabaría con el alma de Knut Hageback. Como lo haría en el caso de que McOrez la atrapara. -¿Lily? ¿Qué pasa? -Su amiga se giró para verla. Y una figura con una bata de la Enfermería salió del hueco de las escaleras. Una criatura con los ojos llenos de sangre. Babeando. Garras. Pelo naciéndole de los brazos, la nuca y las piernas desnudas. Y con la bata salpicada de sangre. -¡AAAAARGHHHH! Agarró a una muchacha con el uniforme de Gryffindor del brazo y con las garras le destrozo el cuello. La sangre salpicó a Molly Weasley en el rostro. La joven se desplomó. Muerta. Así de fugaz era la vida. Lily abrió los ojos. Estaba petrificada. No podía moverse. Todos estaban petrificados. ¿Qué acababa de pasar? -¡Lyslander! -Su voz salió de nuevo para avisar a su amiga. Esta corrió, de repente, hacia Lily. No obstante, el movimiento de sus piernas llamó la atención de la criatura que acababa de arrebatar con sus afiladas garras la vida de una inocente. Se abalanzó hacia Lyslander. Hacia sus piernas. Las agarró con sus garras. Lyslander cayó de bruces al suelo. -¡LILY! -chilló Lyslander. Su amiga se llevó la mano a la sien. Fue Rory Rossen el que se aproximó, duditativo, a la criatura que había tomado el cuerpo de Molly Weasley y le dio un empujón para que soltara el agarre de la muchacha. Molly tenía tanta fuerza en su cuerpo que Rossen no pudo más que balancearla. Molly agarró con sus garras el brazo del joven. Molly hincó sus dientes y despedezó su brazo mientras Rory Rossen profiría un grito de terror. Stephan Brands comenzó a tirar de él. La otra muchacha Hufflepuff se acercó a Lyslander para ayudarla. Lily Potter veía aquello desde una distancia. Metió su mano en la capa y sacó su varita. -¡NOOOOO! -Gritó la muchacha Hufflepuff. Lily alzó la mirada hacia su prima. Molly Weasley arrancaba con sus colmillos la nariz de Rory Rossen. Le hizo una incisión en el estómago. Su sangre comenzó a brotar. Llenó el suelo. Stephan Brands comenzó a tirar de él. Tenía lágrimas en los ojos. Molly Weasley tiró de Rory Rossen. Y acercó a Brands hacia ella. Le cruzó la cara con un zarpazo. Hincó sus garras en sus ojos. Stephan Brands se postró sobre sus rodillas. Lily giró para ver cómo Lyslander intentaba ponerse de pie por su propia voluntad. La chica Hufflepuff lloraba agarrada al brazo de Lyslander. Lily Potter corrió hacia ellas. Molly Weasley acaba de asesinar a tres alumnos de Hogwarts. La sangre comenzó a bañar el patio. El cuerpo de la primera inocente miraba a la nada. Vacío. Con un hilo de sangre saliendo constantemente de su cuello. Rory Rossen estaba con un brazo amputado y el cuello torcido sobre el cuerpo mutilado de Stephan Brands. Molly Weasley seguía despedazándolos como si estuviera disfrutando de aquello. Devorando sus entrañas. Lily Potter fue agarrada por la chica Hufflepuff. -Pide ayuda, Potter -le rogó, entre un sollozo que hizo que Lily reaccionara. Mas su voz también llamó la atención de Molly Weasley. Se giró lentamente hacia ellas tres. Sacó sus garras del cuerpo de Stephan Brands. Del cadáver cuyo rostro era ya irreconocible. Y se las enseñó a ellas. Las uñas alargadas. Por las que corría un río de sangre roja. Lyslander agarró con fuerza a Lily. Se intentó incoporar pero falló. Lily vio su pierna. Tenía un arañazo que le cruzaba todo el gemelo. Era una incisión demasiado profunda como para que Lyslander pudiera correr a toda hostia de allí. Lily vio a la chica Hufflepuff sacar su varita. La apuntó hacia la criatura que les amenazaba con la muerte. Sollozó unas palabras que no se convirtieron en magia. Molly Weasley se acercó a ella. Ajustó su rostro a la varita. Dejó que la varita se clavara en su frente. Y sonrió. Lily Potter nunca había visto sonreír a Molly Weasley. Era su prima más seria. Solo imitaba las risas de los demás cuando se reían. Le estremeció aquella curva en su rostro. Porque era la sonrisa que llevaría una persona que sabía que era un deprerador. Que era la muerte. La guadaña. Ver aquella sonrisa en el rostro de su prima Molly hizo que el estómago le diera vueltas. Se tensó. No quería hacer ningún movimiento. Estaba en tanta tensión que casi ni notó que la chica Hufflepuff se había hecho pis encima. Estaban en silencio y solo se escuchaba la respiración forzosa de Molly Weasley. Y el sollozo de la chica Hufflepuff. Temblaba. Sus piernas temblaban. Sus manos temblaban. Y la varita con la que se separaba de aquella criatura se balanceaba. -I dag er din dag -Le dijo Molly Weasley a la chica con esa sonrisa tan sádica. Tiró la varita y se abalanzó sobre ella. Lily Potter agarró su varita. Se agachó hacia su mejor amiga. Le hizo pasar sus brazos por sus hombros. Y, por muy mal que sintiera, la hizo levantarse para salir de allí. Movió su varita para mandar un Patronus a su profesor. Por suerte, su hermano James había insistido en que aprendiera. Y, afortunadamente, una cierva salió de su varita para avisar de la matanza que estaba teniendo lugar. La pierna de Lyslander arrastraba muerta sobre el patio, dejando un rastro de sangre tras ellas. Avanzaban despacio. En silencio. Oyendo los gritos de horror y de socorro de la chica Hufflepuff. ¡Maldita sea! ¡Aquella chica que les pedía ayuda y estaba viendo a la muerte con sus ojos y no sabía ni su nombre! Lily Potter vio cómo la criatura devoraba las entrañas. Tal y como había hecho con Gordon Townsand. Como había hecho con su tío Percy y con su tía Audrey. Lyslander lloriqueaba. Lily Potter tenía las uñas mordidas, pero, en aquel momento, tenía la mandíbula tensa. Agarraba con fuerza su varita. A su mejor amiga. Y miraba atrás para asegurarse de que alejaba a su amiga de un destino fatal. No obstante, Molly Weasley acabó pronto su festín con la chica Hufflepuff. Lily miraba hacia adelante en ese instante. Pero Lyslander había vuelto la mirada. La criatura había alzado el rostro. Con su nariz olfateándolas. Olfateando la sangre de una presa que se le escapaba. -¡Lily! -avisó Lyslander. Molly Weasley acudió a ellas galopando a cuatro patas como si fuera una bestia, encorvada, con sus garras sacadas y sus ojos vacíos de humanidad. Empujó el cuerpo de Lyslander al suelo con tanta fuerza que, al separarla de Lily, la pelirroja se dislocó el hombro. Rabió de dolor. Dio un traspié que logró salvar. Hundió su pecho. Abrió sus ojos. Miró hacia los lados. No había nadie. Nadie iba a ayudarles. Estaban solas. -¡LILY! -chillaba Lyslander. Intentaba apartar a Molly Weasley de ella, más era en vano. Molly Weasley se acercó a la herida que había hecho antes. Babeó sobre ella. Despedazó la pierna de Lyslander mientras esta chillaba y daba puñetazos al suelo. Lily respiraba entrecortadamente. La vida de Molly Weasley estaba ligada a aquel monstruo. Ya no era Molly Weasley. Su prima no existía. Lily Potter alzó su varita hacia su prima. Ya no era la tediosa prima Molly que corregía a Lily los datos que ella creía saber. La que se esperaba a que los demás rieran una broma para unirse a un sarcasmo que no entendía. La que amaba a su familia y lo demostraba ayudándoles. Sirviéndoles de profesora. Como hizo con Fred Weasley. Con James Potter. Con Roxanne. Incluso con ella. La que sus palabras eran objeto de risa de su abuela. La que siempre les saludaba y les preguntaba cómo estaban aunque ellos nunca lo hicieran. Quiso recordar que ya no era ella. Aunque fuera su rostro el que estuviera sosteniendo una sonrisa de disfrute mientras tenía la intención de asesinar a su mejor amiga. La varita de Lily Potter no temblaba. Respiró profundamente. Los chillidos de Lyslander se metieron en sus oídos como zumbidos que no la dejaban concentrarse. Dio un paso hacia Molly Weasley. Tenía el hombro con un dolor punzante. Pero no importaba. Su prima estaba llena de sangre. No. NO. NO era su prima. Era un asesino. Knut Hageback Knut Hageback era el que estaba asesinando a su mejor amiga. Pero no lo conseguiría. No si Lily Potter podía impedirlo. Knut Hageback. No Molly Weasley. Sollozó. Knut Hageback. Abrió su boca para formular un conjuro mientras daba otro paso. Knut Hageback. Otro chillido más apagado de Lyslander. Knut Hageback se giró para mirarla. -¡AVADA KEDAVRA! -Gritó Lily Luna Potter con todas sus fuerzas. Un torrente de luz verde salió de la varita de Lily. Atravesó la distancia que la separaba de Knut Hageback. En el momento en el que el cegador destello de luz atravesó a la criatura, esta abrió los ojos. Sorprendido. ¿Molly Weasley? No. NO. Era Knut Hageback. ¿No? El cuerpo de Molly Weasley se desplomó sobre la sangre que brotaba de la pierna de Lyslander Scarmander. Su rostro chocó contra la cadera de esta. Inerte. Muerto. Lyslander se apoyó sobre sus ojos. Sudorosa. Con un rostro horrorizado. Con lágrimas. Su propia sangre salpicada en su rostro. Le devolvió la mirada a Lily. Lily Potter hincó las rodillas en el suelo. Estaba infinitamente cansada. Notó una hebra de sangre salir de su nariz. Se llevó las manos a la cabeza. Se encogió sobre si misma. Respiró entrecortadamente. Su respiración, poco a poco, se tornó en sollozos. Y los sollozos en llanto. Había lanzado una maldición asesina. Sobre su prima Molly. Aquello era su pesadilla hecha realidad. Nunca creyó que pudiera salir de ella. Jamás. Se negaba a creerlo. Era una maldición que consumió todas las fuerzas de Lily Potter. Se requería una gran habilidad para poder realizarla correctamente. No sabía cómo lo había hecho. Había arrebatado una vida. Había tenido como incentivo los gritos de su mejor amiga siendo torturada, los cadáveres de los que se alejaban y los que podían sucederse. ¿Había tenido, pues el deseo genuino y sincero de matar a su Molly Weasley? Quería matar a Knut Hageback. Eso era lo que la había hecho concentrarse. Pensar en el alma que había visto escrita en el Mapa de los Merodeadores. ¡No mentía! Era él. Seguro. Pero también estaba el alma de Molly. También había acabado con el alma de Molly. Por mucho que hubiera sido en defensa. Incluso si era perdonada. Ella había extinguido el alma de Molly Weasley. Y aquello le perseguiría toda su vida. Cerró sus ojos en su propia miseria. Los profesores comenzaron a llegar pero para Lily Potter eran simplemente ruidos lejanos. Gritos. Llantos. Escandalizados. Preocupados. Horrorizados. Habían llegado a una matanza. Un sangriento suceso. Una batalla en la que no había ganador. Escuchó a Neville Longbotton pedir camillas para el traslado de los cadáveres. Oyó que no sólo eran aquellos. Sino también todo aquel que se encontraba en aquel momento en la Enfermería. Madame Pomfrey también había sido asesinada. No sabían cómo se había despertado Molly Weasley, se preguntaba Horace Slughorn. El director gritó a los alumnos que no se acercaran. Ninguno. Pidió a Lebouf que mandara un comunicado a la familia Weasley. Y a las familias de los fallecidos. Escuchó a Lyslander Scarmander llorar. El director dijo que él mismo se aseguraría de que ella estaba bien y la llevaría a Luna. Unos brazos acogieron a Lily. La abrazaron. La pusieron contra un torso que olía a café. Y sollozó allí. Moqueó. Respiró como pudo. Se agarró a él. Lo abrazó y se sacudió cuando su pecho no aguantaba más llanto. -Lily…-le dijo Ted Lupin. -Lily… Has sido muy valiente… Has… -¡He matado a Molly! -se repitió Lily. -¡He.. Matado… A Molly! -Insistió entre soponcios. -Lucy nunca me lo va a perdonar… Me he convertido en una maga oscura… Yo… Ted Lupin apretó su abrazo. Besó su coronilla. -Lily, has salvado a Lyslander -le recordó. -Y puede que muchos alumnos más… No has matado a Molly porque Molly murió cuando la convirtieron en ese monstruo -le susurró en el odio. -Tú nos has salvado. Has sido muy valiente. -Teddy… Pero he lanzado un Avada Kadavra… -Debes de ser una maga muy buena para poder haber hecho eso en una situación así… Deberías estar orgullosa, Lily -insistió Ted Lupin. Volvió a besar su coronilla. -Aunque ahora parezca que has hecho algo malo, en realidad, has salvado a tu mejor amiga… Recordó lo que decía su madre. Aquello de que, en ocasiones, había que hacer lo incorrecto para llegar a lo correcto. ¿Por qué se sentía tan mal? ¿Así era cómo se sentía su madre? ¡Pero su madre no había matado a nadie! ¡Ella sí! ¡A su prima! -Ted… Me van a mandar a Azkaban con mamá -declaró ella, diciendo su temor en voz alta. Ted se rio en su pelo rojizo. -Créeme que nunca irás a Azkaban, pequeña Potter -le aseguró. -Has sido muy valiente. Se mordió una uña.
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