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La Sangre llama a la Sangre
(ATP)
Por MSebastian
Escrita el Domingo 13 de Noviembre de 2016, 14:43 Actualizada el Martes 12 de Enero de 2021, 18:42 [ Más información ] Tweet
El orfanato
Eran las tres de la mañana y todo estaba en silencio. El dormitorio de las niñas de diez años se encontraba en una oscuridad profunda, exceptuando por un leve destello que se deslizaba por las mantas de una de las camas más lejanas a la puerta. Debajo de una sábana, una niña de diez años, de pelo negro, cortado corto, y de ojos avellanas, leía bajo la luz de una linterna. La chica sabía que si la llegaban a descubrir estaría en graves problemas, pero había empezado el libro justo antes de la extinción de luces y estaba tan interesante que ni siquiera un terremoto podría hacerla desviar la vista. Tan interesada estaba, que no se dio cuenta de que estaba sujetando el libro con demasiada fuerza y que cualquier movimiento brusco podría partirlo. De pronto, un ruido sordo sonó en la pieza de los chicos al lado de la suya, y la pobre niña se asustó tanto que la linterna que estaba usando chocó contra el libro, haciendo que el golpe rompiese varias páginas. -Oh, no. Oh, no.- pensó la chica, aterrorizada, mientras trataba por todos los medios de no enredarse con las sábanas, por desgracia para ella, sus brazos se enredaron mientras trataba de volver a poner las páginas en sus sitio y terminó cayendo pesadamente al suelo. -Demonios.- gruñó la chica, sin poder evitarlo, mientras entraba una de las supervisoras corriendo. Aterrorizada porque descubrieran que había estado leyendo, la niña no supo qué hacer cuando la luz del pasillo entró como raudal en la pieza, tapada casi de inmediato por la figura de la guardiana de aquella ala. -Jane Potter. ¿Se puede saber qué estás haciendo?- gruñó la mujer, entrando a la pieza con su potente linterna en mano. -Lo siento, señorita Kerr. Creo que tuve una pesadilla.- murmuró Jane, tratando de no mirar hacia su linterna y su libro roto, con tan mala suerte, que la señorita Kerr quiso saber qué era lo que miraba con tanto ahínco, girándose hacia el lugar dónde estaba la mirada de la chica. Jane no quiso mirar hacia la señorita Kerr, ya lista para recibir el golpe, el cual nunca llegó. -No sé qué tanto miras, Jane, pero quiero que te hagas cargo de dejar esto ordenado y de volver a la cama cuanto antes. Y la próxima vez que despiertes a todos, dormirás en el sótano, ¿entendido?- gruñó la mujer ante la mirada de miedo que le lanzaba la pequeña, quien asintió tan vehementemente que le sonó el cuello, pero no dejó que eso se mostrase en su expresión facial. Velozmente, Jane recogió sus sábanas y rearmó su cama, pero no encontró por ningún lado el libro roto ni la linterna. -Eso fue raro.- pensó la chica, tapandose y quedándose dormida. * Tres golpes fuertes resonaron de pronto a la puerta. Medio dormidas aún, las diez chicas de diez años se levantaron bostezando y empezaron a hacer sus rutinas mañaneras, exceptuando a una pelirroja, quien se dirigió hacia la cama de Jane. La niña de pelo negro estaba tratando de encontrar el libro y la linterna, mirando debajo de la cama, pero, mirase donde mirase, estos parecían haber desaparecido de la faz de la tierra. -Oye, estúpida.- exclamó la pelirroja, pateando las piernas de Jane y produciendo una exclamación de dolor de parte de la pelinegra. -¿Qué quieres, Angie?- gruñó Jane, sacando su cabeza de debajo de la cama y mirándola con un odio profundo. -Vengarme, ¿qué otra cosa?- replicó la chica pelirroja -¿Qué hacías anoche, he? Mira que despertarnos a todos…- agregó, pero no pudo continuar, pues Jane se había echado a correr por el pasillo. -Estúpida.- escupió Angie, echando a correr tras ella. Las dos niñas corrieron por todo el edificio, sin importarle los gritos de desaprobación de los demás niños, ni las reprimendas de las guardianas, por suerte, Jane era veloz y pequeña, por lo que lograba deslizarse por zonas en las que Angie, más fuerte y pesada, no cabía. -Te tengo.- exclamó la chica pelirroja, cogiendo a Jane por el cuello y preparándose para estampar su puño contra la cabeza de la niña. Jane logró esquivar el primer golpe, pero no tuvo tanta suerte con el segundo, el cual le dejó una marca roja en el pómulo izquierdo. -¡Suficiente!- exclamó una voz masculina tras ellas justo cuando Angie iba a hacer el tercer golpe. Dos manos sostuvieron la muñeca que formaba el puño, mientras que otras dos manos tiraban del cuerpo de Angie, haciendo que la chica soltase a Jane. -Gracias, Demian, Michael.- susurró la pequeña, mirando hacia los chicos de diez y doce años que se encontraban sujetando a Angie. -Claro, llegan los caballeros de brillante armadura a rescatar a la damisela.- gruñó Angie con una fuerte ironía en la voz, pero no tuvo tiempo de agregar nada más, puesto que la señorita Kerr había llegado junto a la directora. -Niños, están todos castigados.- exclamó la señorita Kerr, furiosa. -Pero…- empezó a protestar Demian, pero un codazo de parte de Michael lo hizo callar a tiempo. Jane sabía qué era lo que vendría, por lo que simplemente se dejó llevar hasta la oficina de la directora, casi sin escuchar las protestas de su mejor amigo y su hermano mayor. * -Esto es totalmente injusto.- gruñó Demian, mientras restregaba con fuerza el plato que tenía entre sus manos. Tanto él como Michael habían sido relegados a tareas de limpieza, mientras que Jane había quedado a disposición de la cocinera y Angie se había salvado, teniendo sólo que hacerse cargo de la limpieza de los dormitorios. -Cierra el pico, Demian. Si no fueses tan hablador, quizás la directora no nos habría metido aquí.- replicó Michael mientras trataba de limpiar una gran mancha de aceite que se había derramado en el suelo de la cocina. Mientras los hermanos conversaban, Jane trataba de revolver adecuadamente la sopa, de no ser porque le faltaba el sombrero de punta, la chica se hubiese tomado por una bruja malvada que se preparaba para envenenar a los más pequeños. La chica estaba tan concentrada en su quehacer, que no se dio cuenta del portazo que dio la cocinera cuando entró, y menos aún de que con el portazo, el jarrón de leche que estaba sobre el estante encima de ella, se empezó a tambalear peligrosamente, pero Demian sí que lo notó. -Jane, cuidado.- gritó el niño queriendo lanzarse a sacar a su amiga del camino, pero lo único que logró fue hacer un gesto, el cual, por muy extraño que sonase, hizo que la dirección de caída del jarro cambiáse drásticamente. -Mick, ¿viste eso?- preguntó el pequeño, asustado por lo que acababa de hacer. -No, ni Jane ni yo vimos nada. Y si eres inteligente, tú tampoco viste nada.- replicó Michael, cogiéndolo por los hombros y sacudiendolo un poco para que no se quedase bloqueado, mientras la cocinera se hacía cargo del desastre que había quedado. A su lado, Jane estaba boquiabierta, puesto que ella había visto claramente lo que había pasado, pero un grito de parte de la cocinera la hizo volver a poner los pies en tierra. * Tras terminar su castigo, Jane regresó a su pieza con un brazo adolorido y el pómulo aún rojo por el golpe de Angie, pero nada de eso le importaba. No era la primera vez que veía como ciertas cosas extrañas pasaban alrededor de ella y de Demian, sin embargo, nunca antes había sucedido frente a otra persona y, el que Michael lo hubiese visto, lo hacía más raro aún de lo normal. Al ingresar a su pieza, se dio cuenta de que sus compañeras ya estaban todas acostadas, incluyendo a Angie, quien no parecía sentir ninguna molestia por su castigo. -Niñita mimada.- gruñó Jane con una mueca de desagrado, mirando a la chica de reojo, mientras ingresaba a su cama. Al momento de taparse con la frazada, sintió un leve movimiento debajo de su cama, por lo que, al contrario de lo que muchos hubiesen hecho, la chica se colgó por un lado para encontrarse con su libro, completamente reparado, y su linterna, ambos ordenados en la esquina más oscura debajo de su cama. -Qué extraño.- pensó nuevamente la niña, dejando ambas cosas debajo de su almohada y tapándose para dormir.
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